Solemnidad de la Asunción de María. Un futuro abierto a la Esperanza

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Virgen Angel Hernandez 2

15 de Agosto, festividad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María a los cielos. Nos encontramos ante uno de los puentes más largos del año y, posiblemente, una jornada en la que la capital ve considerablemente reducida la presencia de ciudadanos por sus calles. No pocos son los pueblos de la provincia que, en torno a la festividad de la Asunción, celebran sus fiestas. Tras las restricciones derivadas de la pandemia provocada por el Covid-19, la provincia salmantina se ha echado a la calle para vivir con intensidad, con alegría y con devoción, esta solemnidad de la Santísima Virgen. ¡Ya tocaba!

Me pregunto si tenemos claro el significado de esta festividad religiosa que, entre la algarabía de la diversión, las escapadas a la montaña o a la playa, o sencillamente porque solamente nos interesa el merecido descanso laboral, pasa a un segundo plano llegando incluso a confundirse con la Ascensión de Cristo a los cielos. Una aclaración breve al respecto: En la Ascensión, Jesucristo “sube a los cielos” mientras que, en la Asunción, la Virgen María “es elevada a los cielos en cuerpo y alma”.

El Dogma de la Asunción, proclamado por el Papa Pío XII el 1 de Noviembre de 1950 en la Constitución “Munificentisimus Deus” es lo suficientemente explícito: “Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”.

Celebramos, por tanto, gozosamente la partida de este mundo de la Madre de Dios y su asunción en cuerpo y alma al cielo. En definitiva, es un paso más tanto en la profundización de nuestra Fe, así como otra puerta que se nos abre a la Esperanza tras la Resurrección del Hijo de Dios. Hechos ambos que, al menos los creyentes, no podemos pasar por alto.

Para ello, que mejor que recordar las palabras del el Papa San Juan Pablo II: “Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos.”

Por su parte, el Papa Francisco, hace un llamamiento a los “cautivos, angustiados y afligidos” que viven con la mirada dirigida hacia abajo, “pendientes de cosas de poca importancia, inmersos en sus propios prejuicios, rencores, rivalidades, envidias, bienes materiales superfluos…”. Ante tantas mezquindades en la vida, el Papa nos recuerda que María invita a levantar la mirada hacia las “grandes cosas” que el Señor ha realizado en ella.

Y las hermandades y cofrades salmantinos ¿qué hacemos o decimos ante este misterio de la Asunción de María que nos afecta tan directamente? Prácticamente nada. No quiero hacer alusión a otras ciudades en las que hoy, desde hace días, iglesias y calles son testimonio puro de la devoción a María y de la defensa del Dogma (verdad de Fe) de la Asunción. Aquí, en nuestra capital, es un hecho que pasa desapercibido para quienes, en otras épocas del año, principalmente Cuaresma y Semana Santa, profesamos un amor incondicional a la Madre de Dios.

Este año reflexionaba a este respecto en una de las revistas cofrades salmantinas: “debemos poner especial cuidado en no caer en falsas devociones que, si bien pudieran parecer como ciertas y llenas de amor y de fervor a Nuestra Madre, no son más que postureo barato que sólo nos puede llevar por el camino de la equivocación, de la mentira e, incluso, del pecado.”

Conocedores de que la Virgen María está ya en el cielo, gloriosa en cuerpo y alma, despojémonos de todos aquello que nos impide avanzar en esta convulsa vida, llena de mensajes equivocados y que condicionan nuestro encuentro con Jesús Resucitado. Que en esta Solemnidad de la Asunción de María, contemplemos un futuro abierto a la Esperanza, pleno de alegría, de amor y de felicidad.

Autor

Administrativo de Renfe Operadora desde hace más de 40 años. Es Diplomado en RR.LL. por la USAL y en Estudios Teológicos por la Escuela de Teología de San Esteban de la UPSA. Amante de la fotografía, se considera fotógrafo aficionado en aprendizaje constante, con conocimientos adquiridos en Espacio Nuca de Salamanca. Se confiesa católico, apostólico, romano y mariano. La Semana Santa y el mundo cofrade son una de sus pasiones. Amor y Devoción al Señor y a su Madre, la Virgen, que vive intensamente desde su Salamanca natal y su Sevilla de adopción. Ha ocupado y ocupa distintas responsabilidades en hermandades y cofradías de ambas ciudades.