PELÍCULA: Ana y los lobos

- en Cultura

España, 1972 (102 m.). Director: Carlos Saura. Intérpretes: Geraldine Chaplin, Fernando Fer-nán-Gómez, José María Prada, Juan Vivó, Rafaela Aparicio, Marisa Porcel, Anny Quintas, Cha-ro Soriano.

Aclamado drama de Saura que relata la historia de una institutriz extranjera que llega a un case-rón a cuidar unos niños protegidos por una madre muy dominante. Retrata el tenso juego de in-teracción y resistencia de la foránea en el seno de una familia aristócrata decadente. Austero y oscuro, aunque no indescifrable, trabajo, lleno de metáforas y evocaciones, claves e interpreta-ciones. Familia, Poder, Ejército y Religión, resultantes de la España franquista, están perfecta-mente representados en la película de Saura, al igual que ocurre en El jardín de las delicias (1970) –con sus increibles y consecuentes flash-backs–, y en La prima Angélica (1973), película mítica que mezcla como pocas el presente y el pasado hasta resultar casi imposible disociar-los.Una brillante Geraldine Chaplin.
Ana, 25 años, es una institutriz británica que llega a una mansión de la España castellana, perte-neciente a una familia de la alta burguesía que vive aislada en una lujosa finca situada en un so-litario monte. Debe hacerse cargo de dos niñas, que viven junto a los “lobos” que componen el clan. En la casa todo es extraño, cada uno tiene su propia personalidad llena de obsesiones y paranoias. La abuela (Rafaela Aparicio), una enigmática mujer, madre absorvente, que tiene dominados a sus tres hijos. Juan (Juan Vivó), padre de las tres niñas que son confiadas a Ana, cuya relación con su mujer (Charo Soriano) es prácticamente inexistente; José (José María Pra-da), un autoritario militar frustrado, pobre de espíritu, que hace las veces de patriarca de la fami-lia, y Fernando (Fernando Fernán Gómez), obsesionado con una vida religiosa entregada al ais-lamiento y al recogimiento, pretendiendo recluirse en una cueva que hay unos metros más allá del caserón donde se supone que un eremita permaneció cien años orando de rodillas. Muy pronto, descubriremos que Ana no es más que el catalizador de un juego orquestado por los “lobos” que la rodean y que servirá para liberar los deseos, fantasmas, represiones y, en definiti-va, la brutalidad que esconden en su interior: Juan –víctima de una sexualidad reprimida y de-formada– además de acosarla constantemente, envía cartas obscenas a Ana supuestamente pro-cedentes de diferentes paises del mundo, utilizando para ello la preciada colección de sellos fa-miliar. José, que colecciona uniformes militares y no disimula su pasión fetichista hacia ellos y las armas de fuego, pide a Ana que se los limpie y cuide ofreciéndole a cambio su protección con respecto a los acechos de Juan. Finalmente Fernando oculta bajo la espiritual y ascética vida a que aspira, un peligroso anhelo de castración: cortar el pelo a las muñecas. Hasta las niñas pa-recen jugar de forma macabra: entre juegos, encuentran muñecas enterradas y torturadas. Y en medio de todos, Ana, la institutriz, viviendo una situación cada vez más extraña, más inquietan-te, más peligrosa. Poco a poco, empezará a sentir el peligro en sus carnes…

Autor

Equipo de redacción de NOTICIAS Salamanca. Tu diario online. Actualizado las 24 horas del día. Las últimas noticias y novedades de Salamanca y provincia.