El «chollo» de Lovato con el Salamanca UDS

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Salamanca CF UDS Sant Andreu 144

La verdad es que por más vueltas que le doy no encuentro explicación. Bueno sí, el dicho ese de que unos nacen con estrella y otros estrellados. En este caso, don Manuel Lovato debe ser de los que nació con estrella, al menos en lo que al Salamanca UDS se refiere, porque en realidad, de lo demás que le rodea, ni sabemos, ni tampoco es motivo de análisis en este foro. El Salamanca UDS sí lo es, obviamente.

Pues después de darle muchas vueltas y de ver la respuesta de ayer de los abonados del club (1.300 abonos despachados en el primer día de la campaña), deduzco que a don Manuel Lovato ‘le tocó la lotería’ cuando decidió comprarlo.

Cuentan que estaba ‘como loco’ por entrar en el fútbol español. Dicen que primero lo intentó con el Real Zaragoza, pero allí, por lo que fuera, la afición no lo quiso y presionó para que no pudiera participar en el capital del club. Posteriormente, cuentan que lo intentó con el Castellón, pero que pasó algo parecido.

Pues como dice otro dicho, a la tercera fue la vencida y, a través de una subasta pública, se hizo con la propiedad del Helmántico a través de una sociedad por una cifra aproximada al millón de euros. Vamos a ver. Es claro que el Helmántico es un templo futbolístico. Sus muros están llenos de recuerdos inigualables para miles de salmantinos y aficionados al fútbol. Tiene un valor incalculable. Hacienda lo tasó en catorce millones de euros, por lo que son muchos los que creen que un millón de euros no respondía al valor real.

Desde mi punto de vista y desconociendo el criterio de tasación de Hacienda en su momento, el estadio no vale catorce millones de euros “ni de coña”. En realidad, el estadio vale lo que un comprador esté dispuesto a pagar por él y no creo que haya ni hubiera nadie, en su sano juicio, dispuesto a pagar esos catorce millones por el estadio que, en primer lugar, sólo tiene licencia para uso deportivo, lo que limita su explotación, y, en segundo, porque acumula ya más de medio siglo, por lo que una mejora es urgente y necesaria, o lo que es lo mismo, una inversión importante.

Sin embargo, también considero que vale bastante más de ese millón de euros, por lo que la cantidad que pagó don Manuel lo convierte en un pequeño ‘chollo’ que tampoco entiendo como otros no supieron ver. Y yo no lo digo por el Ayuntamiento de Salamanca que, ni estaba en su municipio, ni pienso que tenga que destinar los recursos públicos a estas cosas. Me refiero a empresarios de la tierra o, incluso, un grupo de aficionados ‘a escote’ que mil por mil hacen un millón (y esto último no lo digo por decir).

Al final, el señor Lovato, no sé por quién estaría asesorado, pero pilló el ‘premio gordo’ del estadio. Poco después, por apenas 150.000 euros consiguió un local bien majo en el Pasaje Coliseum y algo de mucho más valor, de un valor incalculable: el himno, el escudo, todo el patrimonio que quedaba de la UD Salamanca. Sin duda, y siempre desde mi humilde opinión, otra ‘ganga’. Además, se hizo con la propiedad del club, un club cuyo primer equipo, en apenas tres temporadas, recuperaba la Segunda División B, con un filial en Tercera y con los equipos de categorías inferiores alcanzando ya las Ligas Regionales al año siguiente.

Poco se valora esto. Quizá el desastre de gestión de las últimas temporadas hace que aquel hito se haya diluido, pero sin duda, hacer un repaso de vez en cuando sirve para poner las cosas en perspectiva.

Un chollo, una ganga, un premio gordo, una lotería,… Cualquiera de esas definiciones podrían utilizarse coloquialmente. Pero hay algo que está muy por encima de todo ello y que va en el lote. Se trata de una afición increíble. Como suelo decir, sin que deportivamente se consiga ningún logro sino todo lo contrario, humillados y en ocasiones ninguneados, hay 1.500 aficionados que, llueva, nieve, haga frío o suceda cualquier cosa, responden hasta el final. Esa afición, ese tesoro, lo tienen muy pocos equipos. Además, hablamos de un grupo muy heterogéneo en el que se mezclan desde los aficionados de toda la vida hasta chavales jóvenes que no llegaron a conocer la anterior etapa futbolística en Salamanca, pero que han ido heredando esa historia, ese sentimiento, de sus mayores, de generación en generación. Mujeres y hombres, niños y mayores. Un abanico enorme.

Junto a ellos está el potencial que rodea a esos 1.500. Se enfadan, se hacen notar menos, son capaces de criticar al equipo y de estar todo el año sin ir al estadio, pero sólo hace falta una pequeña chispa, un mínimo aliciente para que ardan en llamas, se pongan su bufanda, se enfunden su camiseta de hace años y rujan como los que más. Esos se cuentan por miles y, si las cosas se hacen bien, están dispuestos a dar un paso al frente. Eso ha sucedido en unos ‘play-off’ que llegaban tras una temporada bastante horrible, con resultados irregulares, con muy poco juego, y con numerosas decepciones. En esos ‘play-off’, en cuanto el club ha hecho las cosas medio bien (precios asequibles, incentivos a los abonados para que lleven más gente), algún minuto bueno en el campo (sin ser el City de Guardiola), esos 1.500 se han visto respaldado por otros miles hasta llegar al partido ante el Sant Andreu, en el que más de 15.000 aficionados se citaban en el Helmántico y, creánme, lo que allí se vivió dice mucho de lo que ayer sucedía en la Boutique con constantes colas, con una ilusión desbordada.

Ese valor que supone esta afición es la verdadera lotería que le ha tocado a Manuel Lovato. Ojalá lo sepa ver, ojalá se deje ayudar si lo necesita, ojalá por una vez las cosas se hagan bien, en lo deportivo, pero sobre todo en lo estructural.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.