El Salamanca UDS y su ‘last dance’

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celta C Salamanca UDS

Como dijimos en el último artículo, no podía sonar mejor el sorteo en la eliminatoria nacional del ‘play-off’, y no pudieron salir mejor las cosas en la ida en tierras gallegas. Ahora llega el momento de la verdad y suena todavía mejor: Estadio Helmántico, domingo 18 horas, fan zone, más de 15.000 espectadores y…

Después de ese “y…” debería llegar la palabra ascenso, con su sinónimo fiesta, pero esto es fútbol y, como durante estos días me ha tocado discutir con mucha gente, de dentro y de fuera del club, voy a apelar a la cautela, aunque creo que eso es algo obvio y que se supone. Una cosa es la teoría y, obviamente, otra la práctica. Pues claro que en fútbol puede pasar de todo. Pues claro que los rivales no son cojos. Pues claro que a los diez minutos te meten un gol y todo es un volver a empezar, pues claro que es una ‘finalísima’ y habrá que sufrir hasta el final, pues claro que habrá que sudar sangre, pues claro…

Pero es algo tan obvio como el hecho de que el Salamanca UDS tiene muy bien encarrilado su ascenso. Lo que no se puede en estos tiempos que corren es tirar la piedra y esconder la mano. El objetivo del Salamanca UDS no era otro desde que terminó la temporada anterior que el ascenso a Segunda RFEF y la plantilla del Salamanca UDS cuenta con jugadores que tienen el ‘culo pelao’ de vivir situaciones como estas. Se les fichó para eso y se les paga para ello. Así que respeto todo, pero miedo ninguno. Y dejemos la falsa modestia a un lado.

Por supuesto que puede pasar de todo y, si sucede lo peor, lo que nadie desea, pues habrá que morderse el labio de la rabia, llorar lo que haya que llorar y guardarlo en la caja de los fracasos como ya sucedió el año pasado ante el Sant Andreu.

Pero pensar en esas cosas no es algo que se pueda permitir un Salamanca UDS que este domingo vive su ‘último baile’ de la temporada. Su ‘last dance’ que, según dicen los mentideros, va a dar paso a una nueva gestión (permítanme que también sea cauto en este aspecto). Pienso que es más la imperante necesidad de que entre alguien más porque los que ahora gestionan no tienen capacidad para atraer a nadie, ni a nivel económico ni social. Sólo ese viraje, ese cambio de rumbo, aunque sea de puertas afuera, puede hacer que unos vuelvan y que otros lleguen. Habrá que ver el recorrido y el resultado, porque, como decíamos al principio, una cosa es la teoría y otra es la práctica. Y está bien hablar de reformas, pero ese estadio necesita muchas y muchas reformas se traducen en un coste elevado, igual que crear una estructura de la que el club adolece ahora mismo. De hecho, el futuro, en condiciones normales, debería ser empezar a asentar el club, definir un proyecto que, por escudo y estadio debe ser ambicioso, pero en el que antes de empezar a correr hay que aprender a andar. No volverse locos con crecer y crecer porque se ha visto que, en las últimas temporadas se ha querido correr demasiado y sólo ha servido para estrellarse contra el muro del fracaso.

Pero de todo ello hablaremos a partir del próximo lunes. Ahora hay que poner todos los sentidos en el ‘last dance’ del domingo y esperar que la afición del club y Salamanca en general disfrute de un ascenso que, por la trayectoria de la segunda vuelta y los ‘play-off’ empieza a ser merecido. Y, a partir de ahí, que ensayen nuevos pases y nuevas danzas, pero en una categoría superior y que suponga un mayor aliciente para todos.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.