Fallece Txetxu Rojo

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Dicen que el fútbol, como la vida, está marcado por detalles. Por eso hay recuerdos, imágenes, que quedan para siempre en nuestra retina y si hay una de ellas que conservamos varias generaciones es la carrera de Txetxu Rojo por la banda del Helmántico tras aquel gol de Silvani que, seguro, fue el mejor regalo de Reyes que muchos recuerdan. Aquel 5 de enero, el Salamanca remontaba un 1-3 al FC Barcelona, un Barça de Van Gaal que esa temporada ‘solo’ ganó la Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de Europa. Sin duda ese gol se quedó para siempre en nuestra memoria, pero el tanto no llegó solo. Junto a él, la carrera del técnico vasco por la banda celebrándolo, brazos en alto, rodillas arriba, está marcada también a fuego en el recuerdo de los aficionados del Salamanca y de seguidores de muchos otros equipos. Tan espontánea, tan lógica, tan natural, que le permitió entrar en la historia del club charro.

Ese año, el Salamanca también le metió seis al Valencia, cuatro al Deportivo y, además, ganó 5-4 a un Atlético de Madrid en el que Vieri anotaba los cuatro tantos rojiblancos. Además, el equipo blanquinegro ganaba en la última jornada 1-4 al conjunto azulgrana en el que, a la postre, sería el último partido de Txetxu Rojo en el banquillo charro.

Hoy, en pleno comienzo de las Navidades, sin llegar todavía a la Noche de Reyes, el entrenador bilbaíno (28/01/1947), que también lo fuera de otros equipos como Zaragoza, Celta de Vigo, Rayo, Athletic Club, Osasuna o Lleida, fallecía rodeado de amigos y familiares a sus 75 años. Hoy es el momento de echar la vista atrás y recordar su corto, pero fructífero paso por el Salamanca. Es cierto que el conjunto charro no es que ganara ningún título. Apenas finalizó en la decimoquinta posición, pero viendo lo que hay ahora, aquella permanencia en Primera División fue un auténtico título. También es cierto que era el comienzo de los años más duros en la faceta económica que acabarían desembocado en la fase de concurso de extinción, pero hubo imágenes, recuerdos, jugadores y momentos que jamás olvidaremos. Entre ellos la figura de Rojo. Para los aficionados a la UDS siempre será recordado por aquella etapa, pero, además, como futbolista estamos hablando de uno de los grandes mitos del Athletic Club y, por tanto, del fútbol español. De hecho, fue 18 veces internacional y es el segundo futbolista, tras Iribar, que más veces vistió la elástica bilbaína. De todos sus partidos, 414 fueron en Liga (402 como titular), atesora dos Copas del Rey y siempre será recordado como uno de los mejores extremos zurdos del fútbol español. Su carrera, toda ella en el Athletic, abarcó desde 1965 hasta 1982, casi dos décadas. Sin duda fue un hombre de banda y así lo recordaremos siempre: por sus galopadas en la banda izquierda de ‘La Catedral’ y por su carrera en la banda del ‘Templo’ charro aquella Noche de Reyes. Las primeras como futbolista en una espectacular e incomparable historia en rojiblanco. La segunda, en forma de un recuerdo blanquinegro que queda para siempre en su faceta como entrenador.

La 97/98 fue una temporada convulsa para la UDS (algo muy habitual a lo largo de la historia), pero que dejó varios momentos imborrables y, como decimos, una salvación que supo a gloria, aunque al año siguiente, se volviera al pozo de la Segunda y, aunque no lo crean, con una plantilla que no era ninguna broma, pero el fútbol tiene esas cosas y esa es otra historia. En la que nos ocupa, en la temporada de Rojo en el banquillo, en la de su carrera por la banda del Helmántico aquella Noche de Reyes, Stelea Pavlicic, Corino, Lanna, Loren, Giovanella, Vellisca, Taira, Edu Alonso, Pauleta y Silvani fueron algunos de los jugadores de la plantilla que más utilizó. Además, conformaron la plantilla blanquinegra en algún momento o en otro Aizpurúa, César Brito, Sito, Rogerio, Iturrino, Paulo Torres, Popescu, Zegarra, Lombardi, Tulipa, Miljanovic, Harazi, Smeets, Barbará, Villafañe, Luis Manuel, Medina y el salmantino Tomás. Como se suele decir, ‘casi nada al aparato’.

Probablemente, en esos años noventa se gestaron varias generaciones de aficionados al Salamanca que volvieron a poner el Helmántico en el centro de la vida de la ciudad. Después de más de una década de ‘oscuridad’, de una travesía por el desierto del fútbol español, Lillo ascendió meteóricamente a la UDS en dos temporadas de Segunda B a Segunda y de Segunda a Primera, sembrando el caldo de cultivo que siguió dando frutos en la recta final de los noventa y que permitió que una nueva legión de espectadores se sumaran a la pasión por un escudo, por un estadio y por un equipo que hoy perdura en ellos y que perdurará eternamente. Hoy perdemos a una de las personas que forma parte de aquella historia y que protagonizó esas imágenes que ahora, todos ustedes, están viendo en sus cabezas. Sin embargo, su recuerdo queda ya para siempre.

¡DEP Txetxu Rojo!

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.