Quedada BTT en Peñaranda de Bracamonte

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Días atrás, las predicciones meteorológicas vaticinaban que iba a llover durante el fin de semana pasado y eso junto a que no me encontraba físicamente preparado, hizo que no me hubiera inscrito todavía a la quedada ciclista de Peñaranda. Pero según se aproximaba la fecha me iban entrando ganas de participar este año que podía (otras veces me ha coincidido de vacaciones fuera), aunque tuviera que hacer el recorrido corto y en plan tranquilo. Además y como las previsiones ya no hablaban de lluvia, aunque sí de bajada de las temperaturas, cosa en la que luego haré hincapié, el viernes por la tarde hice la inscripción y pensaba que sería el último en ello pero después de mi  otros veinte más se inscribieron rozando también el final del plazo.

Así que el sábado a preparar la equipación y lavar la bici porque desde un par de meses atrás no lo hacía en condiciones y no era cuestión de ir con ella llena de barro. Aproveché a lubricarla y encerar la cadena para que estuviera a punto, en condiciones de pase de revista y para prevenir posibles averías y problemas. De todas formas una cosa es lo que uno piense y otra cosa es la realidad, como bien leeréis a lo largo del artículo.

A las 7:30 de la mañana ya íbamos camino a Peñaranda y el coche marcaba 5 grados, que si estuviéramos en noviembre o más allá bien, pero es que acabamos de entrar en la estación otoñal y hemos pasado en unos días de `asarnos´ de calor a pasar frío, porque no es cosa de que hace fresco, es que hace frío de verdad, del de invierno. Además, teniendo Peñaranda a 15 minutos de coche quien nos manda salir tan pronto…

Llegamos y a recoger los dorsales, para lo que fuimos los primeros y de hecho los organizadores los tenían preparados pero estaban haciendo otras cosas porque no pensaban que nadie iría tan pronto. Después de saludar a unos cuantos conocidos del club peñarandino nos acercamos a tomar un café y entrar un poco en calor. De vuelta a donde habíamos dejado los vehículos con las bicis y a esperar la salida. Ese tiempo de espera nos hizo a la idea del frío que íbamos a pasar en la ruta y más teniendo en cuenta que el aire soplaba bastante con la consiguiente sensación térmica de menos temperatura y por supuesto el esfuerzo extra que tendríamos que hacer en los tramos en los que nos diera de frente.

Salida neutralizada durante unos kilómetros y con el frío en todo el cuerpo a pedalear por los caminos de la comarca de Peñaranda. En esos momentos no hay nada peor que tener un problema porque te vas a quedar el último quieras o no, cosa que es distinta cuando la ruta está más avanzada y si vas por el medio, que suele ser mi caso, siempre hay bastantes por detrás que tardan en pasarte y va a ser difícil que te quedes el último y solo.

Pues justo entonces me di cuenta de que la rueda de atrás no iba bien, pinchazo. Ya podía haber preparado bien la bici que con eso no había contado. Como tengo cámaras con líquido antipinchazos, paré, inflé bien la rueda y ya casi el último para adelante. A los 5 minutos me doy cuenta de que la rueda se vuelve a desinflar y como hay veces que el líquido tarda un tiempo en hacer efecto, volví a parar y a inflar de nuevo la rueda y ahora ya sí que me había quedado el último.

Pero he tú aquí que un poco después noto de nuevo la rueda deshinchada y ya sí que no quedaba más remedio que cambiar la cámara.

Para, saca la herramienta y la cámara nueva, quita la rueda y ponte a desmontar la cubierta de lo que no era capaz porque se había quedado pegada a la rueda al pasar tanto tiempo sin hacerlo. Tenía el coche escoba detrás y con la ayuda de uno de la organización fuimos capaces de despegarla, aunque nos costó. En cambiar la cámara ya tardamos poco y en inflarla menos con la bomba de pie que tenían. Antes de irme les dejé unos alicates plegables que siempre llevo porque se los pedían para otra avería que había más adelante y ya no quise esperar más y les dije que a la llegada me los devolvieran por si les volvían a hacer falta.

Calentón de los buenos, aunque os puedo asegurar que ni sudando entré en calor, para ir cogiendo a los que iban por delante de mí, todos, cosa que fui haciendo poco a poco hasta el avituallamiento en el kilómetro 25. Lo que se rió Marian, albense ciclista y patinadora, cuando me vio llegar y `tirar´ la bici a la hierba porque de la forma que lo hice se imaginaba, como luego le confirmé, que algo me había pasado y llegaba un poco cabreado. Unos pastelitos de chocolate y un refresco y a seguir hacia delante, en este caso con Jose María, amigo peñarandino y otro compañero que salían del avituallamiento en ese momento.

Nada más ponerme a pedalear de nuevo, me llamó Manolo para ver donde andaba porque no me habían visto en el avituallamiento. Le conté lo sucedido y mientras hablaba con él y sin darme cuenta entré en `modo ´ recuperar el tiempo perdido y me fui yendo para adelante (al rato me percaté de que iba solo de nuevo y había dejado atrás a los acompañantes) adelantando a ciclistas del recorrido corto y siendo adelantado por los primeros del largo, que venían como flechas y sabía que eran los primeros porque no llevaban bolsa de repuesto en la tija del sillín. En cosas así es en las que se distingue a un `pro´ de un simple ciclista.

De los primeros que me adelantaron fueron Luis, Javi y Litos, albenses que pedalean fuerte y que me dijeron que me pusiera a su rueda, pero les dije que me era imposible seguir su ritmo.

Y con el aire frío en contra durante los últimos 15 kilómetros, llegué a Peñaranda después de hacer prácticamente toda la ruta solo, sudando desde el momento del pinchazo y a pesar de ello con frío. Menos mal que iba a ir tranquilo y sin presión ninguna.

Manolo y Miguel acababan de llegar y como tenían las llaves de los vehículos pude coger la mochila y pegarme una buena ducha calentita y reconfortante en el pabellón, para después acercarnos los tres a tomar algo y esperar al resto de compañeros del club que habían hecho el recorrido largo.

Después ya sí, tranquilos todos, a tomar algo por los bares de la localidad, saludando y hablando con unos y otros, hasta que fue la hora de la comida y disfrutamos de paella, fruta y helado para después quedarnos un rato más tomando café y volver a casa a descansar, que en mi caso buena falta me hacía.

Por cierto, tomando café se reía Jose María porque decía que fue llamarme Manolo y según hablaba con él apreté el culo y salí para adelante `escopetado´ dejándoles solos. Y era cierto, no me di ni cuenta hasta pasado un tiempo. Es que el `presi´ es mucho `presi.

Y otra cosa más. Qué uno tiene una edad, cierto, pero de ahí a que le den los alicates a Jose para que me los devuelva y le digan que eran del señor mayor del equipo, hay un trecho. ¡Vaya!

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