Con apenas 74 años, este sábado nos dejaba Vicente Hernández (Benedicto Vicente Hernández Ramos). Así, en frío, es probable que, para muchos, sobre todo para los más jóvenes, sea un nombre que no diga gran cosa, pero para los que ya tienen/tenemos algunos años, es obligado no sólo recordarlo, sino preocuparnos por mantener su legado, pues durante lustros fue uno de los ejes que vertebró el fútbol modesto salmantino.
Quiso el destino que hace una decena de días, nos reencontráramos con su hijo, Melo, en Coronarias, donde nos contó la grave situación en la que se encontraba su padre. Quién esto escribe hace unos años que pasó por un trance similar, por lo que, aunque buscábamos consuelo para el amigo, no encontrábamos palabras. Ver en la sala de espera a Melo y a su mujer, a su hermana, a su cuñado, a sus descendientes, y a otros familiares, hacían presagiar el triste desenlace. Han sido días en los que hemos vuelto a coincidir en el complejo hospitalario o nos hemos interesado vía telefónica. Y han sido días de intentar ordenar en nuestra memoria aquellos momentos compartidos. Por eso, es de justicia intentar recordar su memoria en esta Salamanca a veces tan olvidadiza.
Es cierto que el fútbol modesto siempre ha sido complejo, pero también lo es que fue una salida, una vía de escape, una forma de continuar la etapa federada de muchos futbolistas. Habrá multitud de historias que alejen el fútbol modesto del deporte, pero lo cierto es que este otro fútbol también supuso una oferta deportiva necesaria para algunos. Y durante años, don Vicente Hernández fue un puntal sin el que el fútbol modesto charro no se habría podido mantener.
Hace ya un cuarto de siglo que un servidor inició su periplo profesional en este mundo del periodismo. En ellos hemos vivido casi todo y hemos pasado por casi todo. Nos faltó conocer las linotipias, pero hemos pasado por casi todo lo demás, por la prensa escrita, por la digital, por el mundo de la comunicación institucional, por el asociacionismo (actualmente tratando de relanzar y poner en valor el periodismo deportivo salmantino con los compañeros de la Asociación Salmantina de la Prensa Deportiva). El periodismo vive tiempos convulsos. Siempre estuvo en constante movimiento, pero en la actualidad evoluciona a una velocidad de vértigo a la que no es fácil adaptarse. Lo que tengo claro es que el periodismo tal y como lo conocimos, es difícil que sobreviva. Puede que siga en pie, pero será distinto seguro.
En esos más de 25 años, ahora vivo una etapa fructífera en la que mis artículos en www.noticiassalamanca.com son una parte vital, que me obliga a estar en constante contacto con la realidad y matar ese gusanillo de la escritura. Por desgracia, son ya unos cuantos ‘in memoriam’ los que figuran en la hemeroteca, pero también es cierto que me he dejado algunos en el tintero. Ahora me vienen a la cabeza los de Álvaro González o Marceliano Ruiz, a los que tuve un aprecio especial y a los que no he podido dedicar ese merecido homenaje. Espero más pronto que tarde poder recordar sus figuras.
Por eso es más necesario si cabe (a nivel personal), sentarme a escribir. Debería ser obligatorio para los medios de comunicación mantener el legado de todos aquellos salmantinos que, de una u otra forma, han sido relevantes, pioneros y exitosos (en mayor o medida). Pero me da que podría ser como pedirle peras a los olmos, pues (y en descarga de los periodistas) a la velocidad a la que antes decíamos que viaja el periodismo actual, no es fácil hacerlo.
Así que, con el máximo respeto, trataremos de hacer, en nuestra medida, lo que consideramos que es nuestra labor. Y, en este momento, es el de poner en valor una figura crucial para el deporte charro, y lo de charro, nunca mejor dicho, pues cuando un servidor conoció a Vicente Hernández, estaba al frente, junto al también recordado Carlos Sánchez, del trofeo de fútbol modesto que paseaba ese nombre. Hablar de ambos siempre nos trae buenos recuerdos pues la hija de Carlos (qepd) también es buena amiga y compañera en el Mateo Hernández, aunque hace tiempo que no nos vemos. El Mateo Hernández, ese centro neurálgico de Garrido y nexo de unión de toda una generación de ‘garriders’. Allí creo recordar la presencia de la hija de don Vicente y de su pareja, Juanma, a los que estos días no he tenido el valor suficiente para saludar. Probablemente ellos ni me conozcan ni me recuerden y por eso el pudor o la vergüenza nos vence en ocasiones. Pero de él siempre hablamos cuando me junto con Cañada y Paco, mis amigos del alma, pues recordamos su etapa en el Metabos, donde coincidieron con aquellos Paco ‘Bull’ y su hermano Óscar (‘Bulín’), con Carlos Pollo y con otros tantos ilustres del fútbol charro. Probablemente leyendo esto a mí no me recuerden, pero seguro que sí le vienen muchos recuerdos a la cabeza. Algunas de esas reuniones con mis amigos han coincidido en el restaurante La Orquídea. Ayer coincidíamos en el velatorio con Quique, propietario, e hijo de Ángel, otro histórico directivo del fútbol modesto.
Ya la memoria no me alcanza, pero me gustaría recordar aquellas personas que lucharon por otro fútbol durante años. A veces, incluso, enfrascados en luchas internas a las que un servidor, afortunadamente, fue ajeno. Por eso, recordar la labor de Chuchi, Vicente Hernández, Carlos Sánchez, Ramiro, Ismael, Fede Paradinas, Ángel Hernández, Ángel (el padre de Quique ‘Orquídea’), Ángel Recio, Emilio el del Mesón y un largo etcétera de personas que en nuestros primeros años estuvieron siempre a nuestra disposición para tratar de poner en valor en el también recordado El Adelanto la importancia de ese otro fútbol. (Y permítanme un apunte personal que sólo los que han trabajado conmigo durante tardes y tardes de domingo en aquella redacción de Gran Vía. Si a todos ellos les ponemos el ‘don’ delante, seguro que a aquellos compañeros les sale una sonrisa).
Ojalá un día el fútbol ponga a todos ellos en su lugar y que me perdonen aquellos que me haya podido dejar en el tintero, pero la memoria es frágil y son muchas las cosas que nos ocupan. Sin embargo, hay momentos y personas que siempre quedan y una de ellas es don Vicente Hernández, con el cual, aunque hace años que no veía, siempre tuve una relación cordial, pero, sobre todo, un trato exquisito. Las veces que estuve con él fueron momentos de aprendizaje y amistad. Siempre me quedará grabada una teoría que me dijo respecto al fútbol: “Si yo tuviera dinero suficiente para invertir –decía- compraría el Prao Panaderos y haría allí unas instalaciones para alquilar con varios campos de fútbol y vestuarios. Estoy seguro que sería de lo más rentable”. Y, creánme que no seré yo quien le quite la razón. También me gustaría señalar que, el hecho de que nos centremos en su faceta de directivo del fútbol modesto, no debe opacar su labor en el fútbol federado, en el que, incluso, llegó a colaborar en la UD Salamanca.
A su hijo, Melo, lo conocí poco después, durante su etapa de futbolista en el Ribert. Era un delantero bravo, con un fuerte disparo lejano y gran facilidad para el gol. Poco después pasaba a engrosar las filas de mi querido Jai Alai. Entonces la amistad fue a mayores. Con él y con la que ahora es su mujer, que se encargaba, junto a otras féminas del club, de que al primer equipo nunca le faltara apoyo y aliento. Desde aquel momento hemos mantenido una relación que, aunque lógicamente ha sido más esporádica, siempre ha estado viva.
Por ese afecto mutuo, pero, sobre todo, por el grato recuerdo que nos deja, era obligatorio, desde la modestia, aportar nuestro pequeño grano de arena para recordar la figura de Vicente Hernández. Desde la humildad aprovechamos también la ocasión para transmitirle nuestro cariño y nuestro sentido pésame a amigos y, sobre todo, a sus familiares más directos.
In memoriam: don Benedicto Vicente Hernández Ramos