Vuela alto Ángel

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Angel Basas 6

A veces esta vida que llevamos nos impide estar al tanto de todo. Son tantos los ‘inputs’ que recibimos, que lo básico pasa sin que nos demos cuenta. Por eso me enteré ayer tarde de la muerte de Ángel Basas y su hijo. Ojalá no me hubiera enterado nunca, pero, por desgracia, la vida está marcada de momentos buenos, de momentos malos y de momentos horribles como este, momentos inasumibles, incomprensibles. ¡Dejan tanta vida atrás!, ¡se van con tanta vida por vivir!, que es imposible encontrar explicación.

No me las voy a dar yo de amigo de Ángel Basas, pero sí de persona afortunada de haberle conocido y de haber gozado de su amabilidad y de compartir sus experiencias. No es fácil la profesión de periodista muchas veces y encontrar gente que te la facilita es algo que no se olvida nunca. Ángel Basas era una de esas personas que siempre tenía abierto su teléfono y siempre lo hacía con una sonrisa, con una anécdota, con un esfuerzo por ayudar. Recuerdo los reportajes que le pude hacer cuando iba a algún Mundial, a algún Europeo y, sobre todo, a algunos Juegos Olímpicos. ¿Cuántos deja atrás? Los suficientes para demostrar que es un auténtico pionero.

Los que no estamos en el día a día del deporte, no nos damos cuenta de la importancia de su labor. Es sanadora, es necesaria y es muy personal. Mejora el físico de los deportistas, pero también los mejora como personas, porque un fisioterapeuta es algo más que un miembro de los servicios médicos, es un confesor, es un amigo, es un motivador.

Cualquiera de los deportistas que hayan pasado por sus manos durante todos estos años a través de la RFEA lo sabe. El atletismo no se puede comparar con otros deportes. Ha tenido que ir creciendo poco a poco en este tipo de actividades accesorias tan necesarias para preservar su forma física. Un día nos sentaremos a hablar de la figura de los ‘fisios’.

Pero es que en atletismo, para muchos deportistas, la Federación era su enlace con ese bienestar y en ese aspecto, Ángel Basas era la primera línea y no sólo en las competiciones. Se convirtió en una parte fundamental de cualquier expedición federativa, en uno más, en parte importante entre el atletismo de alta competición y la persona.

Fue un pionero y lo supo trasladar a todo aquel que le rodeaba. Miembro de una familia de prestigio en el ámbito sanitario, se abrió camino hace muchos años en el mundo de la fisioterapia. Pudo aunar sus pasiones, porque trasladaba la que tenía por su profesión, pero siempre fue unida a su deporte, el atletismo. Lo ‘mamó’ desde pequeño. En él aprendió a volar: Una zancada, dos zancadas y la batida final. El vuelo de un salto.

Supongo que lo conocí a través de Ángel Almedia, él fue el primero del que me acordé y no pude evitar llamarle. Seguro que fue en alguna gala de esas de Deportes de premiados interminables o en Las Pistas del Helmántico. Por eso me acordé de Carlos Gil. Me acordé de aquellos reportajes que le hice y de los que ahora os dejo unas fotos que él mismo me cedió. Ayer noche me puse a buscar de las que guardo de aquella larga y añorada etapa en El Adelanto de Salamanca. Tenía tantos recuerdos, que son las primeras que vi y no busqué más. Probablemente sean de los Juegos de Pekín, pero no sé. Entonces me acordé de un montón de atletas salmantinos. Me escribió mi amiga Rosa Colorado, santo y seña del atletismo español, impactada por la noticia, rota. Me contaba que había estado con él en Navidad, hablamos de su amor por Salamanca, me dijo que estaba tratando a un atleta suyo. Aunque se lo trasladé vía teléfono, desde aquí mi abrazo enorme para ella. Para ella y para tantos otros atletas y ex atletas que hoy pierden a un amigo, a un compañero, pero, sobre todo, a una gran persona, a lo que hoy llaman “persona vitamina”, a un salmantino orgulloso (en las fotos hay una que me traslada a la gran Salamanca de otros tiempos, en la que aparece con Paco Seirul-lo. Vaya orgullo de Salamanca ambos).

Recuerdo también cuando en su pueblo (no lo cito, porque no estoy seguro, han pasado ya unos cuantos años), empezó a organizar una carrera para los niños y me llamó para darle un poco de publicidad, para que los niños se sintieran reflejados y me enviaba fotografías.

En su época de atleta aprendió a volar. Sí. Nadie podía pensar que el vuelo que emprendía ayer le llevara ya hasta el recuerdo eterno. A ese donde están todos los grandes. Por desgracia, no se va solo. A su hijo no tuve la ocasión de conocerle, pero viendo como era Ángel no tengo pruebas, pero tampoco dudas de que tenía un futuro esperanzador, no sé si como profesional, pero seguro que como persona sí, pues de casta le vendría al galgo.

Sé que donde van no estarán solos, pero también sé que dejan un vacío muy grande y un dolor inmenso. Desde aquí sólo podemos trasladarle un abrazo sincero a sus familiares y a todos sus amigos que, me consta, que eran mucho.

Y desearle que en este salto hacia el cielo bata todos los récords. En la tierra ya lo hizo.

DEP. Ángel Basas y su hijo, Carlos.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.