Compartir es una palabra mucho más importante que lo que representa cuando le das al icono por el que compartes una foto o un comentario en cualquier red social.
Compartir es sentir la presencia de aquellas personas con las que quieres celebrar y desde el interior de tu alma quieres abrazar a los seres queridos como recriminándote a ti mismo “por qué no lo he hecho más a menudo”. Hoy es el momento, para los que estén a tu lado físicamente, como para los que están lejos, pero a través de la pantalla del móvil puedes tocarlos, sentirlos, verlos y hablar con ellos y ellas.
Pero lo que te vengo a decir en este día tan especial, en el que estamos ilusionados por entrar a un nuevo año al que le pedimos suerte en las cosas que estamos emprendiendo, desde ya salud para todos los miembros de tu entorno más cercano, pero este 31 de diciembre de 2022 y mañana 1 de enero de 2023 apelamos a la esperanza.
¿Es que me he vuelto tan sentimental? ¡Pues claro que no! Aunque probablemente sí me he vuelto más sensible. Quiero para ti y para todo el mundo lo mismo: esperanza. Para que a las personas que conocemos, las más próximas y las que no lo están tanto, se les puedan abrir ante sus ojos un pasillo de luz real (no es una metáfora) en el que vean cómo se van a ir encaminando sus vidas. La esperanza es un motivador increíble que nos recuerda que estamos vivos y que queremos vivir.
La esperanza depende de la buena voluntad que tengamos y que haya también muchos más hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo (que seamos mayoría) para desterrar las adversidades injustas.
Cuántos hechos sucedidos que nos muestran año tras año que las cosas por las cuales los políticos y líderes mundiales se comprometen, siempre las medidas aplicadas (los resultados en la práctica) quedan lejos de esos objetivos que se han fijado. Y así transcurren los años y seguimos esperando, y como para “muestra basta un botón”, no tienes más que recordar las metas que en las últimas dos décadas se vienen permanentemente actualizando por falta de cumplimiento del Plan Millennium de Naciones Unidas, porque jamás se termina de erradicar la pobreza, ni las enfermedades, ni el analfabetismo, ni tantas calamidades en una cantidad de regiones en las que vivir en conflicto o en guerras locales es lo habitual. Ya lo asumimos como algo que está ahí y que no se puede modificar, lo único es que a lo mejor el porcentaje de muerte de niños por hambruna en África ha descendido un punto, pero desde ya que sigue siendo insuficiente e inaceptable.
La esperanza que hoy queremos celebrar en España y para el mundo entero, es que prevalezca la justicia y la paz, pero para que ello sea posible, debemos esforzarnos todos y todas en dar un mensaje a las autoridades locales, nacionales e internacionales (especialmente de nuestra Unión Europea) que hay que hacer un esfuerzo aún mayor para el bienestar de las personas que conformamos las sociedades y los países. No queremos tener esperanzas fallidas ni promesas que siempre terminan siendo cumplidas a medias por parte de la clase política o ni siquiera iniciados los caminos para solucionar los problemas y enfrentar los retos que los ciudadanos requieren.
Hemos perdido la esperanza en la clase política en general (siempre hay excepciones, especialmente en los ayuntamientos y gobiernos autonómicos, en los que hay más proximidad a la ciudadanía), pero a nivel nacional los políticos están lejos de la gente, de ahí la falta de confianza, la pérdida de credibilidad que sobre la clase política tienen los ciudadanos, reflejándose una y otra vez en las encuestas que les ponen notas muy bajas en cuanto a la valoración que merecen.
Por ello, cuando hablamos de esperanza, no podemos ser tan ingenuos como para no llamar la atención (darles un buen tirón de orejas) a los políticos para que sepan que antes que nada debe prevalecer la credibilidad en su gestión, que sus gobernados no son un número ni una estadística, sino personas.
Creemos en una nueva generación de políticos que tengan una profunda convicción y determinación hacia el servicio público, con una marcada responsabilidad sobre sus actos, lo que sí es sin duda una razón de esperanza.
Esperanza es que también los buenos datos que nos está dando el gobierno en estos días, que ha bajado la inflación, o que la energía está más barata en las últimas 48 hrs., pueda seguir la tendencia favorable para que no se sigan perjudicando en su poder de compra las clases medias y trabajadoras que son las que pagan finalmente el llamado impuesto inflacionario.
Estoy seguro que una buena cosa que pueden hacer las autoridades nacionales, es hacer pedagogía, explicar en detalle qué medidas se van a tomar a partir de enero de 2023 para evitar que la inflación no vuelva a dispararse, cómo va a quedar en los próximos meses el coste de la factura de la luz, etc. Es verdad que el gobierno a dado explicaciones, pero en mi opinión habría que ser más didácticos y dar aún más. Porque cuando se disipan los nubarrones sale el sol, o sea, que cuando se toman medidas en aras de la estabilidad y se ve claramente la convicción con la que actúan las autoridades, la incertidumbre (esos nubarrones) nos permiten percibir una mayor estabilidad (días soleados). Entonces se recupera la confianza y ayuda al bienestar anímico de los ciudadanos.
También esperanza en una oposición política responsable, no solo hurgar en la herida, por ejemplo, buscando siempre el error “del contario” sino que pudiera haber unas coincidencias programáticas básicas con un gran consenso en las cuestiones fundamentales que España debe asumir.
Esperanza para los nuestros, los que conocemos, sean nuestros vecinos, personal de la oficina con la que no tenemos mucho trato, porque si bien no sabemos lo que nos depara este año en el que estamos entrando, pido que al cruzar el umbral de la puerta de 2023 esta noche, deberíamos estar allí en los días y meses sucesivos los unos para los otros. También pedimos que se repita la esperanza ya demostrada por la ayuda y la solidaridad con la que el pueblo español siempre ha estado presente en momentos de catástrofes o como en la terrible pandemia en la que hubo un sector de la sociedad, como es el sanitario, que nos ha puesto el listón muy alto.
Esperanza en que una entrada más de año a veces puede parecernos que no tiene importancia, pensamos en la celebración y brindamos emocionados, pero lo importante es que a los tuyos les digas y claramente que “nuestro vínculo durará toda la vida”.
El año que estamos cerrando es uno de esos que van a pasar a los libros, porque sin duda, la situación mundial es complicada por culpa de la Guerra de Ucrania, por supuesto, no de los ucranianos, sino de la ambición desmedida, autoritaria y dictatorial de Putin. No sabemos lo que va a venir ahora, más aún después de los últimos bombardeos masivos durante estas Navidades en suelo ucraniano, pero vamos a hacer fuerza para convertir las bombas y misiles en palomas de paz. El milagro dependerá de la buena voluntad de los dirigentes del mundo, y especialmente del núcleo duro que rodea a Putin para que le haga retroceder en sus locuras expansionistas.
La esperanza y profundo respeto como admiración a los seres queridos que se esfuerzan día a día por cada uno de nosotros, a los que debemos dar las gracias por seguir siendo nuestra inspiración y motivación hoy y todos los días. Por ello, entiendo que tú como yo debemos decir a esa persona con la que compartimos cada día, los buenos y los malos, los confinamientos del Covid y la libertad de movimientos, que “no quiero pensar en un 2023 sin tu compañía y tu cálido resplandor. Porque siempre tu brillo ilumina nuestras vidas aquí en nuestra casa”.
¡Os deseo queridos lectores/as toda la paz, felicidad y prosperidad para 2023! Tengo la esperanza que gran parte de lo que hemos compartido hoy pueda cumplirse. Por tú bienestar y el de todos los tuyos, por el bienestar de todos.
¡Alcemos la copa con esperanza y humildad! Que Dios proteja vuestros hogares
