El Faro de Alejandría: Hoy he aprendido la lección… ¡sentirme feliz por un día!

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¿Eres de los que piensan que la felicidad es una meta a la cual quieres llegar? Si perteneces a esta categoría, te voy diciendo que vas un poco equivocado en tu vida emocional.

Ahora bien, si nos referimos a las diferentes formas de conseguirla, o los diversos caminos que las personas por sus circunstancias particulares deben escoger, entonces vemos claramente que la felicidad es un proceso, es un camino, que debemos darnos cuenta que la tenemos delante y la mayoría de las veces no somos conscientes de ello.

Por tanto, un buen consejo que tengo para ti hoy, es que cuando aprendes a sentirte bien a pesar de tus circunstancias particulares que estás viviendo, entonces, esta actitud te será clave en cuanto al mantenimiento de tu salud física y mental. Una vida de la cual, simplemente vivirla te haga sentir bien.

¿Te parece razonable esperar que la felicidad llegue un día (que la estés esperando) como esperas una compra que has hecho en Amazon? ¡Pues claro que no! ¿Pero sabes tú cuando llega…o caso contrario…si ya se encuentra anidando en tu vida?

Las personas siempre quieren aprender lecciones de felicidad, pero hay cosas en la vida que son muy difíciles de lograr, si es que te empecinas en buscar esa felicidad casi única, digamos que un poco exagerada, cuando en realidad, al día a día hay que sacarle partido de otra manera.

Te sorprendería la cantidad de cosas simples a las que ya tienes acceso diario o a las que puedes acceder sin dificultad y que te ayudan a llevar una vida feliz.

Con frecuencia no las vemos…o estamos ciegos frente a cuestiones que nos impiden que esa felicidad, razonable, pero felicidad al fin, la sintamos y también la reflejemos en nuestro rostro. Ese sentirse bien que, valga la redundancia, tan bien queda mostrar a los demás. Con prudencia, no hacer demostraciones ostentosas, conduciéndose de manera de no molestar a nadie ni crear envidias estúpidas, por lo que la felicidad que puedas sentir también la disimulas e incluso, la escondes.

Es normal, como cuántas cosas escondemos frente a los demás, porque no queremos que invadan nuestra intimidad. Y la felicidad se trata no de algo público, sino íntimo. Es parte de nuestro gran interior que no se ve, pero se siente. También lo siente una madre cuando ve a un hijo que es feliz. Él no necesita decírselo, pero ella bien que lo sabe.

Por eso me parece adecuado recordar a Albert Camus (1913-1960) que fue un novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés nacido en la Argelia francesa que afirmaba que “nunca serás feliz si continúas buscando en qué consiste la felicidad. Nunca vivirás si buscas el significado de la vida». En términos más sencillos: quieres subir al cielo, te empecinas en hacerlo, cuando ya estás en tu cielo particular y no te has dado cuenta. Siendo tal vez lo peor, no valorar lo que tienes en este momento en tu vida.

¿Alimento para el pensamiento?

Sin duda, cuando nos sentimos felices estamos mejor predispuestos para afrontar cualquier tarea, por más complicada que sea. Si es en el trabajo, nos concentramos mejor. Si es para resolver un conflicto familiar que nos ha sobrevenido, esa felicidad que llevas dentro por tu estabilidad emocional, te ayudará a sortear esos obstáculos en los que tropieza la mayoría, porque vas a priorizar cuál es el problema que hay que resolver.

De ahí, que podemos decir que una de las maneras de entender la felicidad es darnos cuenta que viene a nosotros por la forma en la que se nos presenta. Seamos conscientes de cuál es nuestra actitud (también nuestra capacidad) para enfrentarnos a los retos y el camino elegido para resolver el problema. Porque justamente, ese problema que lo vemos como tal, a lo mejor va a representar la oportunidad que no creíamos que iba a llegarnos.

¿De verdad que para ser felices necesitamos algo que resolver? Vamos a un principio elemental de nuestra relación con el resto de personas, más o menos próximas: la buena comunicación y el establecimiento de relaciones interpersonales sinceras, transparentes y oportunas. Si la palabra clave es “resolver”, nos está indicando que no por no tener un problema en ese momento no vas a sentirte bien. ¡Para nada! Lo que venimos a decir, es que en vez de evitar enfrentarte a ese problema que te agobia (te hace infeliz) debes ser determinante. Decir “voy a coger el toro por los cuernos”. Si no lo haces por temor a molestar, por ejemplo, a un jefe en el trabajo, te seguirás sintiendo mal, incluso miserable. La salsa secreta está en resolver los problemas, no en no tener problemas en primer lugar.

Pero cuando los problemas están porque la vida es así y no se pueden evitar, tienes que buscar la salida de esa situación, sino, perderás no solo los nervios, aunque no estalles y te los comas, ya que realmente estarás secuestrando tu felicidad. A la felicidad hay que dejarla salir, darle la oportunidad de que se manifieste, que opine, porque es tu interior el que está hablando. El que dicta el corazón acompañado de esos otros valores que forman parte de tu personalidad.

Cuando perdemos ilusión porque se nos caen las expectativas

¿Sabías que la felicidad es predicha por nuestras percepciones? Shawn Achor, director ejecutivo de Good Think Inc., investiga y enseña sobre psicología positiva, y afirma que mirar el entorno de alguien sólo explica el 10% de sus niveles de felicidad, mientras que el 90% de nuestra felicidad a largo plazo no lo predice el mundo externo, sino la forma en que nuestro cerebro procesa el mundo. O sea, que una vez más, lo que viene de nuestro interior. Pero además sostiene un principio que me resulta muy interesante porque no solo lo comparto, sino que lo he escrito en varias ocasiones en los últimos años: dice que debemos revertir la fórmula de la felicidad y el éxito. Porque la felicidad impulsa el éxito, no al revés. Y esto no deja de ser una verdad como un templo, porque no me vas a decir, que, si estás absolutamente desmotivado en el trabajo, sea por las responsabilidades que has debido asumir y que no te gustan o no estabas de acuerdo en cómo se te asignaron, obviamente no se puede hablar de satisfacción, motivación por lo que haces, y menos todavía, compromiso con la dirección de la empresa.

Estás siendo infeliz, aunque no sea tu destrucción como persona, pero te está influyendo, duermes mal, estás tenso, no puedes resolver este problema en tu cabeza por más que le das vueltas porque no encuentras la salida.

¿Qué sucedería si hubiera un cambio en la dirección y de la noche a la mañana se te pide tu opinión y que propongas una nueva manera de abordar tus tareas y responsabilidades? Te sentirás mejor, un alivio como de esos que respiras profundo después de haber subido cuatro pisos por la escalera, pero esta tensión que liberas resoplando en busca de más oxígeno, en realidad, lo que está haciendo tu cuerpo y mente es renovar no solo el aire, sino tu mente.

Se ha liberado esa presión que sentías y ves una luz al final del túnel, porque por más que te va a representar más trabajo y responsabilidad con la misma retribución (al menos por ahora), sí empiezas a ver unas expectativas claras de progreso, un propósito que tienes delante que quieres cumplir, porque te interesa evolucionar en la empresa, hacer carrera. Todo este gran intangible que sientes y que a veces no puedes explicar las sensaciones que te produce, es la felicidad.

Una vida laboral de éxito requiere también que priorices tu felicidad

Sabes perfectamente que siempre te ha gustado estar entre los mejores, no solo sentirte que juegas en las grandes ligas, sino que te respeten por ello. Estamos hablando de una vida laboral que sea productiva y exitosa, para lo cual la felicidad es la principal de las prioridades. Sé que me vas a decir: “pero si no tengo mi nivel de formación y capacitación como el que poseo en realidad, además de mi actitud y responsabilidad, entonces, ¡cómo voy a hablar de felicidad!”.

Te respondo: quieres estar en lo más alto, moverte en el nivel que sabes que estás perfectamente capacitado, si te sientes feliz, vas a liberar toda tus energías y experiencia al servicio de la excelencia que pondrás a tu trabajo y a la organización. Caso contrario, en el que te sientes sin felicidad alguna, esta limitación y carga que sientes, no te energiza, te limita, más bien te está frenando y hay una alta probabilidad de que pueda dañar tu creatividad y tu carrera. Las personas creativas son esencialmente libres, o sea, se sienten que gozan de una libertad para pensar y dar lo mejor de ese don que tienen para favorecer al equipo, la empresa, etc. Se sienten libres, se sienten felices.

Es verdad que te preguntarás “¿qué hago cuando nada parece que me vaya bien?”. Te aflora la pregunta entonces “¿cómo voy a hacer para conseguirlo, cuando siento que todo está en mi contra y que nada parece que vaya a salir como me gustaría?”.

A continuación, la pregunta casi desesperada que te viene a la boca es “¿cómo puedo salir de las profundidades de la desesperación y reír de nuevo?

En términos prácticos, has tocado fondo desde el punto de vista emocional. Pero la buena noticia, es que justamente ante las dificultades siempre se sacan fuerzas y de ellas hay que hacer un aprendizaje.

Te darás cuenta que finalmente eras más fuerte de lo que creías. Que has sido capaz de resolver el problema que te estaba atormentando y estás viendo nuevamente la luz. Las circunstancias te han dado un respiro, pero no como una tómbola que te dio el número ganador, sino que fuiste partícipe y responsable directo del cambio en la coyuntura de situaciones enrevesadas que se estaban apoderando de tu día a día. Los tiempos difíciles siempre nos dan una lección. Nos muestran lo fuertes que podemos ser y cómo podemos adaptarnos para mantener la cabeza a flote.

Una solución: las cosas simples siempre ayudan a reencaminarte

Siempre me esfuerzo en leer opiniones y especialmente en recoger las historias que nos ilustran, porque pertenecen al universo de personas, para ver cómo actuaron, cómo reaccionaron frente a determinado problema.

Hay una de estas historias (una de tantas), anónima porque desconozco quién la planteó de la manera que la voy a exponer, pero es una que sirve para inspirarnos. Alguien se refería a la felicidad como que hay que reconocer un “triángulo dorado” que cuenta con tres lados: el hogar, el amor y el trabajo. No por simple, deja de ser cierto, pero es que como decimos más arriba, justamente es lo simple de la vida lo que nos salva de sentir los demonios de la noche, nos echa luz.

La filosofía de vida que transmite este triángulo dorado, es que, si uno de los lados no va muy bien, pero los otros dos están estables, todos están bastante bien con el mundo. Digamos que se logra mantener una estabilidad. En el caso de que sean dos los que no funcionan como debieran, es cuando las cosas se vuelven desafiantes. Y ante la situación de que ya no funcionen los tres, sin duda, la sensación que tendremos es que se nos está desmoronando todo nuestro mundo. Cuando se apodera de nosotros este sentimiento, parece que incluso temblamos (aunque no lo hacemos físicamente) como si el suelo trepidase por culpa de un seísmo.

Ponía por título de “El Faro de Alejandría” casi una afirmación de que así va a suceder con la expresión “Hoy he aprendido la lección… ¡sentirme feliz por un día!” ¿Te parece poca la pretensión de sentirse feliz por solo un día? Si relees una y otra vez, verás que lo que en todo momento he pretendido es que busques en las cosas simples, las que pasan desapercibidas, a las que incluso no les prestas la debida atención, con frecuencia las minusvaloras. Por contrario, es ahí en dónde parte el proceso, ese largo camino que es nuestra vida, en el cual aprendemos del camino, nos equivocamos de rumbo muchas veces y rectificamos, cambiamos de opinión porque capitalizamos los errores del pasado y las lecciones que hemos aprendido a fuego.

Si has aprendido hoy la lección, se operará en ti ese milagro que hará que cada día signifique todos los días que te toquen vivir. Estarás dándole a tu vida esa espontaneidad, esa pertenencia a una categoría humana sensible a los detalles, en el que las pequeñas cosas y especialmente los pequeños gestos que hagamos, cuentan. Y en el momento que sí has comprendido que cada día por el solo hecho de contar con todas estas pequeñas cosas, eres feliz, porque alimentan tu bienestar y te dan energía para seguir tu trayecto de vida, entonces, habrás comprendido el sentido de la vida y la felicidad al que Camus se refería, que una gran mayoría lo está buscando toda su vida, como ese cielo alto al que nunca puedes llegar y te hace infeliz. ¡Brindo por tu día feliz de hoy y los que vengan! ¡Solo tú puedes lograrlo!

Autor

Vicepresidente del FORO Ecofin y director de www.ecofin.es , CEO de www.demuestra.com, Presidente del Instituto Ecofin de Liderazgo, coordinador académico de la Red e Latam del grupo Media-TICS. Puedes enviarme comentarios y consultas a jzunni@telefonica.net

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