Hay que marcar el rumbo

- en Firmas

Soy mujer y, como tal, de forma consciente ahora, pero, sobre todo, inconscientemente, he sido objeto de la violencia que cometen los hombres de diversas maneras.

Las mujeres plantamos cara a aquellas personas que dicen que la violencia no tiene género; cuando sabemos que el género nos marca y hace que nos humillen, nos insulten, nos manipulen, nos sometan, nos dominen, nos violenten de mil formas diferentes porque somos mujeres.

Las mujeres plantamos cara a un tipo de violencia de la que somos objeto únicamente nosotras, por el hecho de ser mujeres. Porque durante muchos siglos nos han considerado seres inferiores, carentes de razón, incluso de alma. Seres débiles que necesitan una continua y constante protección y cuidado.

Nos ponemos delante de aquellos que tienen por bandera el machismo para decirles alto y claro que nosotras somos capaces, que se acabó el silencio, que vamos a ocupar los espacios que nos corresponden y que, si queremos, vamos a pelear por nuestro desarrollo profesional rompiendo moldes, estereotipos y roles.

Las mujeres plantamos cara a aquellos que quieren comerciar con nuestro cuerpo de mil formas diferentes. Porque es mi voz, y, por tanto, mi decisión. Porque mi cuerpo es mío y de nadie más.

Plantamos cara a la centralización de todos los recursos. Al poner el foco en un único lugar, o al tomar como medida un único territorio, se está olvidando la problemática que atraviesa a cada población, eludiendo las dificultades y los obstáculos que nos encontramos en el medio rural.

Las mujeres plantamos cara al mal llamado SAP (síndrome de alienación parental) con uñas y dientes, porque las y los menores son seres sagrados. Tenemos que ser más inteligentes y buscar los distintos recovecos para proteger a nuestras hijas e hijos, para luchar por ellas y ellos, y, a la vez, por nosotras mismas.

Las mujeres, desde diferentes ámbitos, plantamos cara a ser revictimizadas constantemente. Cuando alguna de nosotras no puede hacerlo, tiene un ejército a su alrededor que lo hace por ella de distintas maneras.

Como siempre, plantamos cara a ser cuestionadas y prejuzgadas por todo el mundo cuando denunciamos violencia de género o violencia sexual. Nosotras somos las víctimas y el dedo tiene que señalar a la otra parte, las miras tienen que ir hacia nuestro agresor para demostrarle que no es aceptada su conducta, que es recriminada por el resto de la sociedad en su conjunto.

Responsabilizarnos de la denuncia a nosotras es contraproducente porque es volver a poner el foco y la responsabilidad en quien lo sufre; es señalar que si continuamos soportando esa violencia es porque nos gusta, porque nos lo hemos buscado, por mil y una razones que el patriarcado y el machismo pone en boca de los palmeros para despistar y desviar la mirada del auténtico objetivo y es que nosotras ya no aceptamos, no toleramos que todo el peso caiga sobre nuestras espaldas. Porque la sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad de acabar con la violencia de género y la violencia sexual.

Nosotras marcamos el rumbo siendo dueñas de nuestras vidas, de nuestros sueños, de nuestros cuerpos, de nuestras decisiones.

Repetimos, sin cansarnos, que las mujeres no somos menos, no somos seres que necesitan protección y ayuda constante porque no tenemos alma ni consciencia suficiente y, en consecuencia, nuestro lugar sigue siendo en el ámbito privado, haciéndonos cargo de la casa y todo lo que ello conlleva. Se ha demostrado que el ámbito privado, capitaneado por los cuidados, tiene un poder inmenso y que es la base de cualquier sociedad.

Ponemos el rumbo en seguir luchando por el reconocimiento y la dignificación de todos los ámbitos que se han denostado durante años y que hemos ocupado nosotras. Porque, repito, los cuidados, entre otros, son la base de nuestra sociedad.

Si nosotras paramos, se ha visto, se para el mundo.

Marcamos el rumbo exigiendo buenas leyes y su cumplimiento completo. No vamos a dejar de pelear y de luchar porque se ejecuten como es debido. No nos sirve sólo el papel, sino que exigimos que lo que en él se refleja se haga realidad y se pongan todos los medios posibles para que se ejecute cuanto antes. No queremos que se creen recursos y que luego no se doten ni de presupuesto ni de personal cualificado y especializado. Pero tampoco aceptamos que existan estos recursos y que las profesionales sean ninguneadas y no se las cuide como es debido para que den un servicio de calidad para el resto de mujeres que lo necesitan.

Marcamos el rumbo incitando a los hombres a que asuman su parte de responsabilidad. Necesitamos a los hombres de y a nuestro lado. Su implicación real y efectiva. Que no lo digan en un susurro, sino que realmente alcen la voz y pongan en su sitio a aquellos compañeros que siguen defendiendo que nosotras somos menos, somos dóciles, somos sumisas, somos un objeto que se puede manipular, vapulear, apartar, desprestigiar e insultar cuando no cumplimos las normas establecidas, cuando alzamos la voz reclamando nuestros derechos, que son nuestros y de nadie más.

Marcamos el rumbo siendo sororas con las compañeras, acompañando, apoyando, dando voz a las sin voz, gritando por aquellas que no están, luchando, sin descanso, por nuestros derechos que siempre son pisoteados y ninguneados.

Marcamos el rumbo exigiendo una educación de calidad que tenga en cuenta la perspectiva feminista que debe atravesar todas las áreas en todas las etapas de la vida educativa de las personas.

Marcamos el rumbo exigiendo y proclamando que la sociedad tiene que ser feminista para que sea más justa y equilibrada, para que sea una sociedad mejor donde todo el mundo tiene cabida. Luchamos por erradicar las desigualdades y las discriminaciones, abrazando la diferencia.

Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar y, como tales, no nos van a callar.

 

Recomendación musical: “En guerra” de Mafalda

Autor

Doctora en Derecho y Ciencias Sociales por la UNED, Licenciada en Derecho por la USAL, Máster en Derechos Humanos y Máster en Malos Tratos y Violencia de Género por la UNED. Técnica de proyectos en prevención y sensibilización en materia de igualdad, violencia de género y sexual.