Odio

- en Firmas

Siempre he pensado que la palabra “odio” es muy fuerte. Es demasiado dura y potente como para emplearla a la ligera.

Odiar: Tener odio.

Odio: tener antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea.

A pesar de todo ello, hay una canción de Carlos Goñi (Revólver), titulada “Odio”, que me gusta bastante. Por ejemplo, dice: “(…) odio a los violentos que golpean encubiertos por la ley a sus familias en sus casas. (…) Odio a los torturadores pistoleros y asesinos les deseo cien años de soledad.”

¿Incongruencia? Puede ser. O no. La vida está llena de ellas.

Aunque hasta aquí puede estar todo correcto, sigo pensando que es demasiado potente tanto la palabra como el sentimiento.

¿Deseas el mal a los violentos, a los torturadores, a los asesinos? Entonces, ¿en qué nos diferenciamos de ellos?

Sigo creyendo que cuando a alguien le dices que le odias, estás empleando palabras mayores.

Como dice la RAE, tienes antipatía, la cual, te lleva a desear un mal a esa persona.

Llamadme ingenua, inocente. A pesar de todo, sigo creyendo en la bondad humana. ¿Utopía? Quizás. Pero la esperanza es lo último que se pierde. O, al menos, eso dice el refranero popular.

A lo largo de mi vida me he encontrado a personas que quizás se merecieran ese adjetivo o calificativo. Pero también pienso que es una pérdida de tiempo y energía dedicarle un sentimiento como éste (o como cualquier otro) a aquellas personas que no han aportado nada a mi vida o que lo que han aportado, no ha sido positivo. Po lo tanto, decidí en su momento pasar del tema y hacer borrón y cuenta nueva.

Más que odiar, hay determinadas cosas que no me gustan, que no las soporto, que trato de evitarlas.

Bueno, cosas y personas.

Es por el bien propio, pero también por el común. Si yo estoy bien, eso se refleja a mi alrededor.

Desgraciadamente, hemos tenido que legislar para penalizar lo que se llaman delitos de odio. Hasta este punto hemos llegado por la existencia de personas que, sin motivo aparente, tienen antipatía y aversión hacia determinadas personas y que, incluso, les desean y les provocan un mal.

Insultos, humillaciones, golpes, comentarios racistas y/o xenófobos, agresiones, … Hasta este punto llegamos en esta sociedad en la que nos jactamos de llamar civilizada.

No sólo tenemos que legislar, sino que, en Europa, se ha señalado un día en el calendario donde se sensibiliza, dando más publicidad, contra los delitos de odio. 22 de julio.

Como dijo Nelson Mandela: “Nadie nace odiando a otra persona. La gente tiene que aprender a odiar. Y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”.

Así que, ya sabéis, amad y enseñad a amar.

 

Recomendación literaria: Migrantes de Issa Watanabe

Recomendación cultural: Exposición en la Biblioteca Municipal Torrente Ballester (Salamanca)

Autor

Doctora en Derecho y Ciencias Sociales por la UNED, Licenciada en Derecho por la USAL, Máster en Derechos Humanos y Máster en Malos Tratos y Violencia de Género por la UNED. Técnica de proyectos en prevención y sensibilización en materia de igualdad, violencia de género y sexual.