Jamás olvidará sus pasos,
en silencio vio su caminar.
Dulce niña de la Luna,
acaricio su tez sin pensar.
Sus manos bajaban por su espalda,
consiguiendo aquel cuerpo excitar.
No era un alma tenue y pasajera,
si era el corazón que él quería amar.
Jamás olvidará sus pasos,
aquellos gemidos al respirar.
Soñaba con sus húmedos labios,
ellos provocaron su deseo al despertar.
La tristeza su esencia invadía,
se marchó sin decir adiós.
El sonido de unos dulces pasos,
ya solo los escuchaba Dios.
Jamás olvidará sus pasos,
le hizo sin aliento otra vez el amor.
Fusionaron ambos su cuerpo,
recorriendo cada poro sin ningún pudor.