En nuestro caminar por la vida hacia Dios necesitamos paciencia y fortaleza en las dificultades de cada día.
“En la paciencia, afirmaba Garrigou-Lagrange, se encierra algo del acto fundamental de la virtud de la fortaleza: soportar las realidades penosas sin desfallecer”. Y al ser humano le gusta ser héroe, sueña con grandes proezas y a veces las logra, pero es incapaz de soportar con paciencia los mil pequeños problemas de la vida cotidiana.
Cristo asume y experimenta la debilidad humana a lo largo de su vida en la tierra, como en la oración en el huerto de Getsemaní (Mt 26, 38 ss.), pero se mantiene firme en el cumplimiento de la voluntad del Padre y se identifica con ella, acepta la cruz y aconseja lo mismo a sus discípulos: “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno” (Mt 10, 28).
Cristo, después de su resurrección y ascensión al cielo, envía el Espíritu Santo a sus discípulos, y, con él, la fuerza divina que los fortalece interiormente (Ef 3, 16) y les da valor para proclamar el Evangelio, incluso a costa de la vida. El que tiene fortaleza vence el temor y hace frente a las pruebas y persecuciones.
La fortaleza está íntimamente relacionada con la esperanza de la vida eterna.
La fortaleza es una virtud cardinal que tiene por función superar el temor, que provoca un retraimiento frente al mal que amenaza y moderar la temeridad. La esencia de la fortaleza no es vencer dificultades, sino obrar el bien cueste lo que cueste. La virtud de la fortaleza nos hace fuertes para la lucha por ser fieles a Dios, pero normalmente no evita la angustia, el miedo y la repugnancia ante el sufrimiento.
La fortaleza en santa Teresa de Jesús la denomina determinada determinación, es una de las características fundamentales en la vida de la Santa. La determinación es todo lo contrario a la indecisión, tibia, falta de compromiso. Es típica en Teresa la expresión determinada determinación, que es una actitud de fortaleza ante acontecimientos y proyectos de la vida. Encontramos esta palabra, en los escritos de la Santa, cuando se refiere a momentos cruciales de su vida: entrada al convento, fundación de san José, profesión religiosa. Ella tenía un carácter fuerte y un teólogo de su tiempo la calificó: “varón de los muy barbados”. A sus hijas las aconsejaba que se mostraran como varones esforzados (C 7,8). Vivió los primeros años de su vida religiosa y toda su vida con gran determinación. Y cuando se encuentra con el Tercer Abecedario se determinó a seguir aquel camino con todas sus fuerzas (V 4, 6).
El día 15 celebraremos la fiesta de santa Teresa de Jesús. Pidamos a Dios que, a imitación de santa Teresa, podamos seguir a Jesús con todas nuestras fuerzas. Ella fue una mujer fuerte que se fio de Dios y puso de su parte todo el ánimo y fuerzas para seguir a Jesús.
