- Hace pocos días, se han vuelto a examinar el cráneo y piezas de hueso pertenecientes a un homínido descubierto hace 20 años en Chad. Mientras que por esa época ya se sospechaba que este espécimen pudo llegar a caminar erguido, y que sus similitudes con nuestra anatomía podían hacerlo un nuevo ancestro de los seres humanos. Los recientes análisis confirman las sospechas.
Antes de hablar del homínido, está claro que la Historia de la humanidad está repleta de oscuridad y niebla, que tanto los historiadores como los arqueólogos otean, intentando encontrar respuestas sobre ciertos periodos concretos. Pero si desde luego hay un punto de nuestra historia que no carece de misterio, es el tiempo aproximado en el que podríamos decir que los primeros homínidos erguidos, caminaron por primera vez.
Un misterio que no está sin justificar, si tenemos en cuenta que cuanto más nos alejamos en el tiempo, más difícil se hace el encontrar pruebas sólidas de nuestros orígenes. No solo por la sencillez de nuestros antepasados más antiguos, sino porque, como dice la expresión, “El tiempo no perdona”, la degradación del material orgánico o con poca resistencia ante los elementos, hace que sea como encontrar una aguja en un pajar, cualquier tipo de señal.
Solo debemos de pensar en lo difícil que ya es encontrar artefactos o restos de hace más de 2000 años, como para darnos cuenta de que un hallazgo, como es el de un espécimen con 7 millones de años a la espalda, es un verdadero golpe de suerte.
Los huesos examinados, más específicamente el fémur y cubito. Pertenecían a un individuo de la llamada especie “Sahelathropus Tchadensis”, al que algunos le han dado el nombre de “Toumaï”, que significa “hope of life” en la lengua Daza. Convirtiéndolo en el ancestro humano más antiguo conocido hasta el momento. Según los investigadores, esta especie, originalmente teorizada de haber existido hace 6 millones de años, no solo tuvo prevalencia hacía 7 millones, sino que aparte de poder moverse por el suelo sobre dos piernas, también era capaz de trepar a los árboles.
Tras agitados debates por parte de la comunidad científica cuando el espécimen apenas se había descubierto. Se llegó a concluir, debido a una discordancia entre el cráneo y la forma mal conservada del fémur. Que la especie no era capaz de caminar sobre dos patas. Sin embargo, el desacuerdo de algunos expertos, llevo a que, recientemente, se animaran a revaluar el espécimen con técnicas más modernas.
Es así, como un grupo de expertos de la Universidad de Poitiers, en colaboración con colegas de Chad, país donde se descubrió al homínido, y Etiopia, decidieron revisar de nuevo los restos.
Sin embargo, cuando se trata con restos tan antiguos, siempre hay que tomar ciertos riesgos y presunciones. Los expertos partieron de la base, de que, probablemente, las partes encontradas pertenecían a la misma especie.
A partir de esta presunción, procedieron a analizar el fémur del espécimen, que por su forma y curvatura, se asemejaba sorprendentemente a la del Australopithecus. De este modo, y con base en la morfología del fémur, los científicos concluyeron apoyándose en las similitudes óseas, que el individuo era capaz de moverse por el suelo sobre dos piernas. Tal como era capaz el Australopithecus.
La forma de los huesos del antebrazo, también parecían apuntar a la función estructural que desempeñan en la tarea de caminar sobre dos patas. Y los huesos, rara vez mienten.
Respecto a la teoría de que empleaban otros métodos de locomoción, junto con la moción bípeda. Los investigadores se basaron en el análisis de los ejes del cubito izquierdo y derecho, que contaban con una curvatura similar a la del “Ardipithecus Kadabba”, producida por la carga recibida al trepar a los árboles.
Este descubrimiento refuerza la idea de que la locomoción bípeda, fue uno de los aspectos que se manifestó de manera más temprana en la historia humana. A pesar de que se combinaba con otros medios de locomoción, que en mi opinión personal, debían hacer de nuestros antepasados, prácticamente todoterrenos.
Como conclusión, mientras que está claro que encontrar restos como estos son un golpe de suerte, encontrarlos de periodos aún más antiguos es una tarea casi imposible. Solo el tiempo dirá, si el pasado distante de los orígenes humanos nos oculta alguna sorpresa, pero las probabilidades no están a nuestro favor.
Lo que está claro, es que ya estaban pasando cosas con nuestros ancestros mucho antes de lo que la mayoría pensábamos, por lo que quien sabe que más podremos hallar.