La peregrinación mexicana que rinde culto a la Virgen de Guadalupe

- en Historia
M7N5WME2DNPFBEVLD4ZO3FJYWU

La gran fiesta anual de La Guadalupana acoge desde hace tiempo a miles de peregrinos que visitan a su Virgen en La Villa, Ciudad de México, para, el 12 de diciembre, mostrarle sus agradecimientos.

Como consecuencia de la pandemia mundial, esta celebración tuvo que verse parada, pero desde el año pasado, los peregrinos han vuelto a emprender su viaje a la Basílica cargados de fe.

Y es que desde la época prehispánica, los pueblos solían acudir en grupo a adorar a Tonantzin (vocablo náhuatl que significa «nuestra madre venerada»), pero el ritual se vio afectado por la evangelización que trajo la llegada de los españoles.

Diez años más tardes, la orden franciscana consiguieron en el Tepeyac, el llamado «Milagro Guadalupano», a través del cual, los indígenas habían dejado de alabar a sus dioses en el año 1531 para fundar el Pueblo de Guadalupe en 1533, donde se construyó una primera capilla que años después pasaría a convertirse en un gran templo.

Fue en 1676, cuando se decidió construir quince grandes monumentos sobre la calzada que unía Tepeyac con Tlatelolco, con la finalidad de que los peregrinos pudiesen parar por el camino para realizar sus rezos. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVIII, cuando el culto guadalupano llegó a su plenitud.

«Esta explosión del guadalupanismo novohispano propició que los virreyes, antes de entrar a la capital que sería la sede de sus mandatos, pasaran ante la imagen de la Virgen de Guadalupe a implorar la protección de su patrocinio», declaraba Guadalupe Lozada León, autora de Historia de la Villa de Guadalupe. 

Una vez consumada la independencia de México, la Virgen de Guadalupe se convirtió en un fuerte símbolo para exaltar la fe del nuevo país y se creó una Orden Imperial de Guadalupe, con la que se premiaba a quienes habían participado en la defensa de su patria.

Aunque el antiguo templo guadalupano tiene su origen entre los años 1792 y 1797, su inestabilidad provocó que en 1950, se diera paso a una colecta a nivel nacional para la construcción de una nueva Basílica.

En el siglo XX, durante el gobierno del presidente Miguel Alemán, tuvo lugar la modernización de la Calzada de Guadalupe, que supuso el derribo de las casas que obstaculizaban las vistas del templo por el camino, para construir frente a este el llamado «Atrio de las Américas» (1952), y de esta manera, también facilitar el acceso a los peregrinos.

Se volvió una tradición que año tras año cobra vida en sus fieles, quienes esperan con ansias la llegada del 12 de diciembre para llegar a La Villa y agradecer con fervor las peticiones cumplidas por la intervención divina de la Virgen de Guadalupe, madre de todos los mexicanos.

También en Estados Unidos, Filipinas, y otros muchos lugares del mundo, el 12 de diciembre se celebra el Día de la Virgen de Guadalupe, en honor a la imagen católica que tiene la tradición católica más importante y con mayor culto de México.

Autor

Grado de Comunicación Audiovisual por la Universidad de Salamanca, Máster de Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela.