Autor: Valeriano Hernández Fraile
Inauguración: 22 de marzo de 1997
Ubicación: Plaza de San Cristóbal
Escultura de Cristóbal de Licia, santo cristiano que descrito como un gigante cananeo, que tras su conversión al cristianismo ayudaba a los viajeros a atravesar un peligroso vado llevándolos sobre sus hombros. Se dice que en una ocasión, ayudó al niño Jesús a cruzar el río; sorprendido por el peso del infante, éste le explicó que se debía a que llevaba sobre su espalda los pecados del mundo, tras lo cual bautizó al gigante y le encomendó la prédica.
Predicó el evangelio hasta que el emperador romano Decio ordenó perseguir a los cristianos y ofrecerlo como sacrificio a sus dioses paganos. Dagón, que era prefecto de Licia, cumplió con el encargo del emperador, profanó iglesias y casas de cristianos. Cristóbal vio que pronto sería prendido y se arrodilló a orar. Cristo entonces se le apareció lo levantó y le dijo: «No temas, que estoy contigo».
Primero fue flagelado con varillas de hierro, durante la cual no cesaba Cristóbal de cantar himnos a Dios, después le fue colocado sobre la cabeza un casco de hierro al rojo vivo, más tarde fue tendido sobre una parrilla enorme para que ser quemado a fuego lento, la cual se derritió, sin que él sufriera quemadura alguna y luego le fueron arrojadas innumerables flechas, atado a un árbol, sin que ni una sola diera en el blanco, pero sí una en un ojo del prefecto…
Y entonces, la voz del mártir resonó vibrante: «El Señor prepara ya mi corona… Cuando la espada separe mi cabeza de mi cuerpo, unge tu ojo con mi sangre, mezclada con el polvo, y al punto quedarás sano. Entonces reconocerás quién te creó y quién te ha curado». Al día siguiente fue decapitado y Dagón hizo lo que indicara Cristóbal, recuperando la vista y convirtiéndose al cristianismo.
San Cristóbal es patrón de los viajeros, los automovilistas, los barqueros, los marineros… y suele ser representado con un niño pequeño sobre sus hombros.