Te fuiste, dejándonos al mundo entero sin palabras.
Pero tu extraordinaria voz, tu indiscutible fuerza encima del escenario,
tu alocada melena y tus maravillosas piernas, que sin ser demasiado largas, eran las más sexis del Rock, perdurarán por siempre en nuestra memoria.
Con tu metro sesenta y tres de estatura, no eras grande.
Eras gigante, Tina Turner.
Nunca tuve el privilegio de verte en directo, pero tus canciones me han acompañado a lo largo de mi vida siempre a tope de volumen en mi radiocasette.
No sé la de veces que he cantado con un boli en la mano delante del espejo, la canción Proud Mary, que sin desmerecer ni un ápice la versión original de la Creedence Clearwater Revival, con tu voz y estilo personal, la elevaste a los cielos.
Llevo todo el día escuchando hablar de ti en la radio y la televisión, lo divertida, cercana, espiritual, cariñosa y buena gente que eras.
Siempre agradable y con una gran sonrisa en tu cara, haciendo brillar tu bonita y blanca dentadura.
Con tu particular manera de mover las piernas, de transmitir tu música y de recorrer el escenario arriba y abajo sin parar, te ganaste el apodo de La Abuela del Rock..
Tuviste una vida muy dura, pero siempre luchaste por brillar como te merecías.
Naciste una noche de noviembre del año treinta y nueve, en Brownsville, Tennessee.
Anna Mae Bullock, te llamaron y te imagino canturreando por tu casa, quizás con un boli en la mano también, solo que tú con un inmenso talento y yo sin rastro de él.
Hasta que con dieciocho años, le haces los coros al hombre que te hizo conocer las mieles del éxito sobre un escenario y la oscuridad más profunda y dolorosa tras miles de palizas.
A pesar del horrible infierno que pasaste, tu voz nunca se apagó y nos regalaste a todos los mortales tu arte y tu talento.
Cantante, bailarina y actriz. “Cabatriz” , que diría algún gracioso…
Nos demostraste que eras artista, hicieras lo que hicieras.
Bicheando en internet he encontrado un anuncio de Pepsi del año ochenta y cinco, junto al no menos grande, David Bowie.
De fondo se escucha el tema, Modern Love.
En él, el señor Bowie aparece ataviado con un traje blanco, gafas y pajarita roja.
Quiere crear con su máquina psicodélica a la mujer perfecta.
Para ello, va introduciendo hojas en una impresora con imágenes de unas bonitas piernas, unos bellos ojos, una linda cara, un corazón rojo y en un cajón que cierra con una sonrisa, mete unos botines negros de cuero con tachuelas.
En un descuido, se le vuelca la botella de Pepsi y el líquido se derrama encima de la máquina provocando un cortocircuito.
Saltan miles de chispas y tras una explosión, que logra arrancarle el traje blanco descubriendo otro negro debajo, aparece una Tina Turner calzando los botines de cuero y tachuelas y vistiendo una minifalda de vuelo blanca, luciendo piernas.
Como no…
Soy más de Coca Cola que de Pepsi, pero reconozco que el anuncio es cojonudo.
Y es que Tina era así: alegría, frescura y una pizca de descaro.
Grandes voces del panorama mundial actual, como Beyoncé, han tenido la suerte y el honor de cantar junto a ella.
Un dúo de “monstruas” sobre el escenario.
En mi humilde opinión y salvando las distancias, a Beyoncé se la puede considerar la Tina Turner del siglo XXI.
Aunque Tina, es y será única e irrepetible.
Inspiran mis palabras, por supuesto su música.
Aquí estoy tecleando el ordenador mientras escucho en Spotify sus grandes éxitos.
The Best, Proud Mary, We Don’t Need Another Hero, I Don’t Wanna Lose You, What’s Love Got To Do With It…
Y tantos y tantos temas que le han puesto banda sonora a mi vida.
Os confieso, que con ganas me quedo de agarrar el boli, a modo de micro, poner a toda caña Proud Mary, no podía ser otra, y desmelenarme bailando y gritando, que no cantando, este pedazo de tema por el salón de casa.
No tengo su energía, ni sus piernas, ni mucho menos su voz.
Pero la emoción que me han transmitido siempre sus canciones, hace que se me salten las lágrimas, elevando los ojos al cielo y tirándole un beso.
Y es que Tina, Simply The Best.