Cien años de la fundación de la UD Salamanca… Y parece que fue ayer

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Union deportiva Salamanca anos 70

Dice la historia que un 9 de febrero de hace cien años se formó la primera junta directiva de la Unión Deportiva Española, con Federico Anaya (que fuera también alcalde de la ciudad), como presidente. O como se suele decir, se fundó la Unión Deportiva Española, precedente, antecedente o primer nombre (como ustedes prefieran) de la Unión Deportiva Salamanca. Por lo tanto, hoy, la UD Salamanca cumple cien años. Y digo cumple porque es la realidad. Luego ya, cada uno que interprete la historia como quiera, pero que se cumplen cien años de aquella efeméride no da lugar a engaño. Y no, no pienso entrar a discutir si vive, si murió en 2013, si algún club es su continuidad o deja de serlo. Siempre he dicho que en 2013 debió abrirse un debate, pero un debate de todos para consensuar el futuro del fútbol en Salamanca. Para ir todos a una, para fomentar la UNIÓN de todos en busca del interés común.

Importante el detalle de que Federico Anaya fuera alcalde e importante el nombre que siempre lució la palabra UNIÓN, el verdadero sentido de su existencia. Porque el arraigo, al final, es importante y el retorno, al menos de ilusión, también lo es.

Pero la Unión Deportiva Salamanca, al menos hasta el 2013, fue algo más que un club o un equipo de fútbol. Fue el verdadero reflejo de la ciudad y de la provincia. El Calvario, primero, y el Helmántico, después, se convirtieron en el centro de reunión de los salmantinos y el club, en todo un referente. Tras décadas y décadas en un segundo plano, fue a partir de la década de los sesenta cuando empezó a vislumbrarse la posibilidad de alcanzar la élite de la Primera División y, al final, de la mano de la construcción del Helmántico, poco después se lograba el ansiado ascenso. Quizá no le hayamos dado la importancia que merece este acontecimiento, pero, probablemente, estemos ante uno de los momentos más importantes de la historia de Salamanca. El Salamanca no sólo subió a Primera División, sino que se ganó un lugar en la historia del fútbol español. Empezaron a llegar grandes futbolistas, estrellas, y el equipo se granjeó la simpatía de muchos aficionados al fútbol en todos los rincones de España. A partir de los años ochenta el primer equipo vivió un sube y baja de categorías y de emociones. Porque si bien ocupaba una parte del corazoncito de cada salmantino, también pasó por momentos de soledad, en los que ya parte de la grada del Estadio (entenderán lo de la mayúscula) se mostraba vacía.

Tuvieron que llegar los noventa para que toda la ciudad se volviera a unir en torno a la UD Salamanca, con dos ascensos consecutivos para volver a sentir la gloria de la Primera División. Y todo ello con jugadores modestos, de esos que se dejaban la piel, de los que supieron integrarse en una ciudad acogedora. Tampoco duró mucho la alegría, pero nunca nadie pensó que iba a suceder después con la entrada en Ley Concursal y la posterior fase de extinción en la que, si no me equivoco, todavía está inmerso. Del resto, si me permiten, prefiero ni hablar ni opinar.

La Unión Deportiva Salamanca, al fin y al cabo, fue eso, una unión de sentimientos. Todos con la misma ilusión y sentir. Lejos de lo que hemos vivido posteriormente. Como decía ayer y ya he manifestado en más de una ocasión, respeto máximo a cómo interpreta cada uno los últimos años. Lo único que no puedo respetar es a los que no se respetan, de uno y otro bando. La Unión Deportiva Salamanca nacida en 1923 fue/era/ o es más que un equipo de fútbol. Fue/era/ o es el espejo de Salamanca y fue la forma de abrir Salamanca al resto de España. Nos puso en Primera División y no sólo en lo deportivo. La entidad alcanzó la altura de las Catedrales, de la Universidad, de la Casa de las Conchas, de la Plaza Mayor. Se instaló en la realidad de varias generaciones que recuerdan a infinidad de jugadores que han pasado por sus filas, que han vestido la ‘blanquinegra’, que han lucido con orgullo el que, a buen seguro, y en eso coincidirán todos, es el escudo más bonito que hay. De hecho, hay un litigio abierto por él. Como se instaló el Helmántico, que también ha superado los cincuenta años.

Espero que estos cien años se celebren como merecen, pero no para que nadie se apropie de ello, sino para que cada uno eche la vista atrás y sonría y recuerde lo que un día nos unió a todos. Gloria eterna a todos los que de una u otra forma defendieron a la UDS, a los que nos han ido dejando a lo largo de los años. Alguno puede decir que no tiene nada que celebrar, pero estoy seguro (o al menos quiero quedarme con ese pensamiento) que en lo más profundo echará la vista atrás y tendrá un pensamiento para alguien, para algún momento que vivió en torno a la Unión. Aquella Plaza Mayor llena en las alegrías, aquellos goles, aquellos cánticos en compañía de amigos… o de desconocidos a los que un día unió la UNIÓN. Esa que hoy cumple cien años. Ojalá algún día toda Salamanca se una en torno a un mismo sentimiento. Mientras tanto seguiremos teniendo este 9 de febrero como una fecha fundamental para entender la historia de Salamanca y de los salmantinos.

¡¡¡Felicidades!!!

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.