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Recuerdo cuando éramos pequeños y la mayoría de los campos eran de tierra. Recuerdo las maltrechas duchas de los campos de la Federación. Lo más moderno eran los vestuarios del campo de Garrido, pero cuando te pasabas de un minuto, allí estaba el recordado Tonino para cortar el agua caliente. Era estricto, pero tenía las instalaciones siempre como el primer día.

Mis amigos que jugaban al fútbol se ‘mataban’ literalmente por jugar alguna vez en hierba, veces que apenas llegaban en una época donde llegué a conocer campos con grietas, inclinados, con elevaciones en la portería o en el centro del campo. Un auténtico espectáculo increíble hoy en día para nuestros jóvenes.

Por eso siempre me hace cierta gracia cuando algunos se envuelven en la versión romántica del fútbol y llegan a afirmar que el verdadero fútbol era aquel. Miren ustedes. Se ha luchado tanto por mejorar, por transformar los campos y por cambiarlos del marrón del barro al verde que cada vez que oigo a alguien afirmar lo que a mí me parece semejante idiotez, siento cierta hilaridad.

Y mira que hasta cierto punto entiendo su mirada atrás, pero la mirada, estoy seguro, que no es en realidad al campo, sino a una época que jamás volverá, la de la infancia y la adolescencia, la de aquel grupo de amigos que compartíamos pasión y sueños, donde nuestros ídolos de carne y hueso y los podíamos ver en el restaurante aquel que había junto a la Plaza del Mirto, o el domingo yendo a misa o paseando tranquilamente con sus mujeres.

Y os digo una cosa. Aquellos pasaron a la historia de mi club. Ahora ves futbolistas que se dan en La Perla Negra una trascendencia que luego, futbolísticamente no tienen. Claro que hay seguidores que almacenan en su memoria todos los nombres y acciones de los que han pasado por aquí, pero algunos preferimos quedarnos con los que de verdad trascienden y, de esos, poquitos, diría que cada vez menos, En realidad habría que separar los que trascienden en el campo de los que trascienden en el Kandhavia o en La Perla.

Y todo esto porque este debate es trasladable directamente a lo que está sucediendo actualmente en el seno de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y del fútbol profesional español. Se establece ese paralelismo entre los que valoran la entrada de un fondo de inversión (CVC) y los que no son capaces de entender la división del dinero que se ingrese.

Realmente lo de este país no tiene cura. Cualquier elemento de progreso arrastra una legión de detractores que repiten siempre un mantra. Que si el reparto debe ser la misma cantidad para todos. Pues no hombre, pues no. Tiene que haber unos baremos que valores todos los factores que rodean a cada club y eso hace que no todos los clubes aporten lo mismo al colectivo. ¿Hace falta explicar por qué Cristiano Ronaldo cobra más que sus compañeros? Pues porque aporta más goles y, sobre todo, confiere a sus equipos de una imagen que les permite alcanzar un valor en el mercado que sin ellos no sería posible. Posibilita la llegada de patrocinadores que, de otra forma no estarían. Y eso hace no sólo que Ronaldo pueda cobrar lo que cobra, sino que también lo hagan Chiellini o Bonucci. Que son muy buenos, sí: que tal vez sean imprescindibles, seguro que también, que dentro del campo son fundamentales, probablemente, pero que no generan lo que genera Cristiano Ronaldo es una obviedad, por mucho que los seguidores del Calcio pidan una cantidad muy alejada de lo que generan.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.