La tarta de la Unión Deportiva Salamanca

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Aficion Union Deportiva Salamanca

El 9 de febrero de 1923 nacía la Unión Deportiva Española, precursora o antecedente o primera denominación, como ustedes prefieran, de la Unión Deportiva Salamanca de la que hace mes y medio hemos celebrado el centenario, cada uno a su modo, pero el hecho de que se cumplían cien años de la fundación parece algo que está fuera de toda duda.

Allá por 2013, la Unión Deportiva Salamanca jugó su último partido con esa denominación y el concurso de acreedores en el que se encontraba inmerso embocaba hacia la fase de extinción, en la que se encuentra inmerso, salvo que alguien me demuestre que estoy equivocado y que ya ha llegado a su fin ese concurso.

Hubo un día en que la UDS fue de todos y para todos los salmantinos. Esa expresión tan utilizada en numerosas situaciones. Fue de todos porque en el entorno, los que pudieron echaron una mano, de una u otra forma; y fue para todos porque los que no podían colaborar económica o altruistamente, sentían y se beneficiaron de la repercusión del equipo que, como ya he dicho en alguna ocasión, puso a Salamanca en Primera División y no me refiero solo a lo futbolístico.

Después de esos momentos de gloria, las cosas vinieron mal dadas y, como hace poco me decían que señalaba el recordado García Traid se quedaron los cuatro mil de siempre, una cifra que yo siempre he defendido. Desde entonces, salvo el último lustro de los noventa, con el retorno en dos ocasiones a la máxima categoría, la Unión Deportiva Salamanca fue perdiendo fuelle social y, sobre todo, económicamente.

Es entonces cuando los aficionados empezaron a mirarse de reojo, a echarse culpas, a buscar responsabilidades. Quizá sin darse cuenta de que la deriva del club entraba en una espiral de la que luego se ya nunca saldría. Es entonces cuando empezaron a echarse en cara cosas, viajes, salmantinismo, … En definitiva, sin ver que la UDS lo que quería en realidad es que todos juntos la quisieran, un poquito cada uno, que estuviéramos juntos. Pero no supimos verlo, ni los socios, ni la sociedad salmantina, no sé si desengañada o desconfiada. A lo mejor lo asocian más a ese “qué hiciste tú en 2013” o “por qué no lo hicieron en 2013” o “si lo hubieran hecho en 2013, la UDS seguiría…”, que vuelven a estar de moda.

Que si yo soy más de la Unión que tú porque soy abonado de tribuna y tú de fondo, que si yo soy más de la UDS que tú porque he hecho no se cuantitos viajes con el equipo, que si yo no abandoné a la UDS en Segunda B, que si tal y que si cual”. Y así sin tener en cuenta las condiciones personales del resto, simplemente, buscar quién era más que el otro (muy de por estos lares, por cierto).

Curiosamente, ha llegado el momento en el que la UD Salamanca se puede asemejar a una tarta de la que hoy todos quieren coger un pedazo de forma directa o indirecta.

Es triste que aquello que un día fue de todos hoy se haya convertido en una especie de objeto de rapiña del que todos buscan coger su trozo para irse a una esquina a devorarlo sin darse cuenta que, en el camino, la tarta se despedaza y son muchos los que, a pesar de su legitimidad, se quedan sin probarla o, lo que es peor, se les atraganta y prefieren marcharse al nido.

Desde fuera vemos cómo unos quieren su parte de tarta pues se sienten o están legitimados para mantener el legado a través de inversiones económicas. Lucen su porción, la quieren disfrutar en solitario. Tienen un nido que sirve de reclamo para nuevos polluelos y tratan de hacerse valer. Tratan de reivindicar su historia como propia, su escudo como propio, su vestimenta como propia. Para eso han hecho la inversión económica.

Luego hay otros que prefieren parar el reloj en 2013. Consideran que la UDS debe quedarse allí y dicen homenajearla… a su modo, aunque, indirectamente, todo son referencias a la Unión. A pesar de defender una cosa, el hecho de querer homenajearla ya es servirse de ella para darle base a su proyecto.

Aparece también una tercera vía (Manifiesto por un proyecyo de Unidad) en la que parece que privilegiados (digo privilegiados porque considero que haber lucido la camiseta de la UDS es un privilegio) que tuvieron el honor de vestir esa camiseta quieren tener su hueco para defender un proyecto por y para Salamanca. Nunca es tarde y bienvenidos sean también pues tiene todo el derecho. Desconocemos las premisas. Desconocemos la financiación. Desconocemos si el proyecto se ciñe a un equipo de élite o tienen también pensado trabajar con la cantera. Desconocemos si la solvencia económica de algunos formará parte de ese presupuesto o si al final es hacer un proyecto con el dinero de otros. Si se trata de gestionar el equipo y poner el nombre, pero que lo patrocinen “Pepe, Silvestre, Grupo Andrés, ,… ”. Hombre. Ese parece un camino recto. Al final siempre es más fácil disparar con pólvora ajena. Esperaremos a conocer los pormenores. Expectantes estamos, pero si echamos la vista atrás, lo cierto es que el Salamanca nunca llegó a tener patrocinadores fuertes y, parece claro que las inversiones en el fútbol moderno de hoy en día suelen ir acompañadas de asumir parte de la propiedad.

De momento. El Helmántico y el propietario del escudo y del patrimonio es la misma persona. Es cierto que su gestión no parece la mejor, pero también es cierto que tampoco parece que ni vaya a vender ni vaya a ceder, por lo que habría que buscar nuevos escenarios.

El cuarto y último pedazo que queda ahora mismo es el que queda sin tocar. Ni tiene dueño ni se le espera. Es del de aquellos que han sido de la Unión de toda la vida pero que, cansados de la división, cansados de que nadie dé su brazo a torcer, cansados de no encontrar un proyecto que se adecúe a sus pretensiones, empiezan a bajarse del barco, no ya de la Unión Deportiva Salamanca, su memoria o lo que finalmente quede, sino del fútbol salmantino. Cada día hay más desencantados. Los dos proyectos dominantes (el tercero lo conoceremos hoy) están totalmente enfrentados y no parece que atraviesen su mejor momento. No da la impresión de que, al menos en un tiempo cercano, tengan un margen de crecimiento suficiente para tener un equipo que aspire a lo más alto. Y lo de unirse parece que tampoco va a ser. Este grupo, preocupantemente, es cada vez mayor. Su pedazo de tarta ahí se queda sin posibilidad de que la coja nadie y sin ganas de degustarla. En realidad ellos no quieren ningún pedazo, sólo querían ver la tarta entera esperando a que llegara el que cumple los años para hacer los honores. Sólo así la degustarían. Pero ven cómo uno intenta coger un trozo de chocolate, otro unta un dedo en la nata y así, la tarta se va deshaciendo.

Es una triste realidad. Sí, pero es la realidad que vivimos y no parece que vaya a cambiar haya tres proyectos o haya ciento. De momento sí parece que vamos coincidiendo todos en que para llegar a la élite hace falta presupuesto y que ese presupuesto tiene que llegar de mano de inversores externos. Hasta un sector de aficionados de Unionistas, los más reacios por sus estatutos y por la escencia de su club, lo demandan. El tema es la capacidad de la ciudad. La fuerza del Salamanca siempre fue la UNIÓN. El remar todos en el mismo barco. El detectar el problema y trabajar todos a una para solucionarlo, un escenario que ahora no parece tener cabida en nuestra querida provincial.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.