Los imprescindibles (In Memoriam Nacho Campo)

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La gente imprescindible suele llegar sin hacer ruido y se va de la misma forma. Nadie debería sobrevivir a sus ascendientes ni morir joven, ni dejar ese vacío enorme que queda cuando se marchan, pero es algo que sucede por desgracia más a menudo de lo que nos gustaría. Es eso que, para encontrar una justificación, decimos o que es ley de vida o que las cosas pasan. Lo cierto es que ni hay ninguna ley que haya que cumplir al respecto ni las cosas tienen por qué pasar de esa forma, pero lo cierto es que pasan.

A menudo hablamos en este rincón de www.noticiassalamanca.com de fútbol. Casi siempre. En nuestros últimos artículos hemos tratado de dejar claro la importancia de algunas personas en los clubes. Sin duda, entre esos que son fundamentales, entre esos imprescindibles, están los aficionados, los que transmiten el verdadero ADN a generaciones posteriores, porque como os contaba el otro día, y con todo mi respeto hacia los futbolistas, éstos vienen y van. Y no quiero decir con ello que no tengan su cariño al club, pero hablar de ADN es otra cosa, es como un don que perdura a lo largo de la vida de muchas personas y los futbolistas, por las características de su profesión, no siempre pueden permitirse tener ese ADN que, a muchos, estoy seguro le gustaría tener.

Pues entre ellos se encuentran también otra serie de personas necesarias para el buen funcionamiento del club. Recuerdo que antes era muy difícil que esas personas tuvieran el reconocimiento público. Siempre recuerdo a los técnicos destacar la labor de sí mismos (bueno, ellos lo amplían al equipo técnico), los futbolistas de sus compañeros (y del entrenador en ocasiones), todos ellos de la afición, pero nunca escuché en un agradecimiento público de algunas de las personas que desarrollan funciones vitales en los clubes (bueno, ahora, en alguna ocasión parece que se van acordando de ciertos elementos). Esto último depende de la empatía que hayan establecido.

Sin embargo, esa labor es necesaria. Unas veces es interna (pertenecen a la entidad) y otras, externa (a través de empresas que colaboran con ella), pero en ambos casos, sin su participación, sería imposible llegar a la meta. No siempre reciben el agradecimiento al trabajo que hacen. De hecho, suelen ser los primeros a los que ‘atornillan’ los responsables de los clubes, pues suelen ser los eslabones más débiles. Es más fácil exigir responsabilidades a la de la lavandería que a la estrella del equipo. Al final se les acaba criticando a ambos, pero a unos se hace de manera pública y a otros en pequeños corrillos (no vaya a ser que se enfaden y se líe gorda). Económicamente sucede lo mismo. Muchos de ellos son los primeros en sufrir los retrasos en los pagos cuando hay algún apuro económico, aunque sean las cantidades más pequeñas y más necesarias para vivir.

Así, podría enumerar profesiones y funciones, pero no. En este caso voy a ver otro aspecto. A lo largo de mi experiencia en el deporte, desde dentro y desde fuera he conocido a centenares de personas que han hecho de todo en los clubes, en categorías amateur y en profesionales. Desde los que han pasado el rastrillo al campo de tierra a los que se ponían en la puerta para cobrar la entrada. Desde los que ponían su tiempo y dinero para transportar a los futbolistas que no tenían coche, a los que se encargaban de atender el bar para conseguir algún dinero extra. Desde los que preparaban las líneas del campo hasta los que llevaban al jugador lesionado a la clínica. Desde los que mediaban en las discusiones entre aficionados a los que ayudaban al presidente de turno para tomar decisiones. Desde el que cuidaba el césped de forma profesional al que se encargaba de que todo estuviera listo a la hora de que el futbolista desarrollara su labor.

Éste último caso es el que, por desgracia, nos ocupa ahora. Nacho llegó en silencio. Recuerdo cuando un día me mete en el vestuario del filial y me enseña las fotos de cada jugador en la pared del vestuario, para que los chicos se sintieran mejor, para mejorar su autoestima. En ese momento, Josito era el utillero del primer equipo y Nacho se ocupaba del filial. Ambos hicieron la labor de todos mucho más fácil. Nacho siempre estuvo cuando se lo pedimos. Recuerdo que colaboraba con los compañeros de redes cuando el equipo jugaba fuera. Recuerdo mandarnos vídeos y fotografías. Recuerdo su talante, su amistad con muchos futbolistas del filial y del primer equipo, su buena ‘vibra’ con muchos jugadores mexicanos. Recuerdo cuando me enteré que era hermano de Marta. Luego me enteré que era tío de María Palmira, a la que yo conocía por motivos ajenos al fútbol. Le recuerdo asesorarme para comprar coche, pero le recuerdo sobre todo con su sonrisa. Me acuerdo cuando estuvo a dieta y perdió catorce kilos. El otro día, cuando me enteré de la triste noticia de su fallecimiento, me acordé de la grabación del vídeo que hizo Óscar cuando el Salamanca UDS fichó a Memo Madrigal. No pude por menos de esbozar una sonrisa. Siempre dispuesto, siempre colaborativo. A su familia, en especial a Marta y a María Palmira, toda la fuerza del mundo. A ti, Nacho, allí donde estés… Descansa en Paz.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.