Os voy a contar una historia sobre fútbol salmantino…

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Estadio Helmántico de Salamanca

Empezó un domingo cualquiera de mediados de los 80, en la que un niño de 4-5 años empezó a acudir de la mano de su padre a ver jugar a un equipo de fútbol…la UD SALAMANCA… yendo en un viejo Renault 7 hasta las afueras de la ciudad…hasta el Estadio Helmántico.

Poco a poco ese niño se fue enganchando de aquella atmósfera invisible que iba rodeando a ese club, ese escudo, ese equipo, ese estadio, esa afición, esos colores, esa ilusión, esa historia…y acabaría atrapándole para siempre.

Cada domingo le preguntaba a su padre…»¿PAPÁ ME LLEVAS A VER A LA UNIÓN?.

Él era abonado a Fondo Sur desde hacía muchos años y le contaba historias de cuando ese equipo jugaba en El Calvario, de cuando estuvo en Primera muchos años atrás, de cuando iba a verles cuando era jóven, de partidos épicos con el Helmántico a rebosar, de cuando venían a jugar el Real Madrid y el Barcelona…

Siempre le educó bien a su hijo diciéndole…»CARIÑO, PRIMERAMENTE HAY QUE SER DEL EQUIPO DE TU TIERRA, DE TU CIUDAD, QUE HAY QUE DEFENDER LO NUESTRO, Y LUEGO YA SI QUIERES, DEL EQUIPO GRANDE QUE TE GUSTE«.

Le hizo caso, y puso SIEMPRE a la UDS por delante del REAL MADRID.

Ese niño, como todo chaval de la época, jugaba al fútbol en la plazuela, en los descampados, en el patio del colegio y siempre soñaba con jugar en ese equipo.

Ya de adolescente empezó a ir con amigos al Helmántico y siguió comtemplando su magnífico verde, su viejo cemento, su frío en invierno, sus porterías con postes detrás, sus vallas de publicidad de chapa, su túnel de media luna, sus banquillos semienterrados. Le gustaba como sonaba el himno cuando salía el equipo y se tiraba confetti y rollos e papel higiénico, su marcador en la zona de acreditaciones, el olor a puros Farias de la gente de los pueblos que venían a pasar el fomingo, los anuncios por megafonía de ciertas empresas de «dudosa moralidad«…

Entre tanto, el equipo vagaba penurias entre las categorías de Segunda B y Segunda A, en esos años como el de No ascenso ante el BURGOS en la última jornada del 1987, o temporadas de acabar en mitad de la tabla sin pena ni gloria en Segunda…

Y llegó otro descenso el del año 1991, pasando tres largos años en el pozo de Segunda B, cayendo en aquel playoff maldito a final de temporada. Se asciende de nuevo en 1994  a 2A, y a la temporada siguiente llegó el SOÑADO ASCENSO A PRIMERA, con aquel inolvidable gol de Ismael Urzáiz en la última jugada del descuento de la vuelta de la Promoción…que hizo que aquel niño gritara como nunca jamás he vuelto a hacer por el fútbol (Casi ni en el Gol de Iniesta…) y el festival goleador en la prórroga en Albacete, que hizo que la alegría se desbordara.

Desciende la UDS al año siguiente siendo yo abonado y nuevo ascenso en VITORIA en 1997, al que no pude ir por estar de exámenes en el Instituto.

Nueva época dorada de varios años en Primera, con las recordadas victorias a los «equipos grandes», y de nuevo a Segunda División, tras un año de tremenda desilusión (el del 2000) y quedarnos a las puertas del ascenso en la última jornana ante el Eibar. Poco sabía aquel chico que se estaba haciendo mayor aquella tarde de lunio en plenos exámenes de la Selectividad, al salir triste del Helmántico, que iba a ser la última oportunidad que tocariamos el cielo…

Vinieron los años 2000, y nunca faltaba tres o cuatro tardes al año a ver a la UDS, estando presente en el descenso ante el Ciudad de Murcia en el 2005, y viviendo desde Palencia el ascenso al año siguiente ante el Sevilla B (de nuevo los exámenes esta vez de Facultad le impidieron vivir in situ aquella alegría).

Más años por Segunda División, nunca faltando algunos partidos sueltos por el «TEMPLO»…y viajando a Villarreal en aquel «MATAR O MORIR» de la última jornada del 2010, en el que nos salvamos de caer al pozo y lo celebramos entre lágrimas de alegría como si hubiéramos ganado la Champions…

Lamentablemente aquel club ya tenía la estocada «hasta la bola» y tres años después, en junio de 2013, con la desaparición del Club, aquel niño lloró como muchos otros esa tarde… aquel niño ERA YO.

Me ilusioné de nuevo con la refundación posterior e incluso volví a ser abonado varios años y llegué a ser uno de los patrocinadores del club, viviendo el inolvidable y sufridísimo ascenso del 2018 en Compostela.

Los años posteriores hasta llegar a día de hoy y aunque el Escudo y el Estadio «tiran», son otra travesía por el desierto de la que no sabemos cuando será su fin…

Este es mi pequeño Homenaje a los 100 años de la UDS.

Roberto de Dios García

Autor

CEO de Control Energía. Ingeniero de Montes e Ingeniero Técnico Agrícola, Aficionado taurino y amante del fútbol.