En nuestra última columna tratamos de ver la parte positiva del Salamanca UDS. Iba a decir del proyecto, pero este, si existe, no parece que sea futbolístico o, al menos, no parece tener ninguna verosimilitud con algo relacionado con el balompié, ni con la ciudad, ni con el escudo que luce. El equipo había jugado a poco en las dos últimas victorias caseras, y fuera cosechaba derrotas, pero el ‘pírrico’ triunfo ante el Santa Marta no dejaba de ser un triunfo y permite al equipo mantenerse en puestos de ‘play-off’. Además, llegaban varios jugadores nuevos con buena pinta y, ¿por qué no? Parecía el momento adecuado para pensar en positivo.
Pero luego llega la cruda realidad, el equipo viaja a León para medirse a un Júpiter cuasi último y ‘zas’. Nueva derrota y, de la mano, del gol de un charrito, Amis. Luego se pueden hacer las lecturas que se quieran hacer, los árbitros, la mala suerte, el no sé qué. Lo que ustedes quieran, pero la única realidad es que el equipo regresó con una derrota y, lo que es peor, con una nueva decepción. No olviden que hasta tierras leonesas se desplazó un autobús con aficionados y que fueron varios en coches particulares. Gente que no merece acumular un disgusto tras otro.
No se qué es lo que falla (o sí lo se, pero como el estadio es suyo y también compraron el escudo y demás, poco se puede hacer más que patalear. Pero me da la impresión que los que quedan, o quedamos, no somos de patalear), pero hay algo en este club que parece cambiar cada día, pero a lo malo. Como hemos hablado alguna vez, cuando parece que nada puede ir peor, pues va y sale alguna cosa peor.
Odio la palabra hazmerreír, pero siento que lo somos en muchas ocasiones y es una barrera que parece imposible de saltar.
Es que estábamos jugando con el Júpiter Leonés, cuando, en teoría, somos un equipo que tenía que estar midiéndose con la Cultural y Deportiva Leonesa, con la que ha mantenido duelos y hermanamientos a lo largo de la historia. Y ahora resulta que nos moja la cara su filial.
Entiendo la decepción de cualquier aficionado. Entiendo al que va a al campo, al que no va, pero lo que no acabo nunca de entender es el proyecto. Nadie lo explica en realidad si es que existe, nadie sabe de qué va, en qué se basa y cómo pretende implementarse. Se hacen plantillas con buenos jugadores que aquí no demuestran serlo; se fichan buenos entrenadores que aquí fracasan y, encima, salen huyendo y perdiendo prestigio. Queda claro que hay vida más allá del Salamanca. Muchos jugadores lo demuestran en ocasiones al salir de aquí.
Pero aquí pasa algo que impide crecer al proyecto, que en muchas ocasiones avergüenza al escudo, a la camiseta y a mucha gente. Y, en la semana del centenario, no voy a entrar a valorar si este equipo es o no es la UDS, porque eso es algo que forma parte, creo, del sentimiento individual y yo respeto lo que sienten unos y los que sienten otros. Lo que no respeto es que entre ellos no se respeten, pero allá cada uno. El escudo, guste o no guste, es el mismo y la camiseta también y el estadio también. Y todo ello merece un respeto de todos, los de fuera y los de dentro y, si los que gestionan no son capaces de que la gente se sienta orgullosa, quizá sea el momento de apartarse a un lado, porque llegará un punto en que la gente no aguante más y el rechazo sea unánime. De hecho, según informan varios medios, esta rabia ya salía el pasado fin de semana en León con un aficionado increpándole a alguien relacionado con la directiva. Ya en alguna ocasión se produjo un ‘encaramiento’ entre algún directivo y algún aficionado, incluso patrocinador; hace poco, sucedía lo mismo a través de las redes sociales, donde parecían citarse seguidores con alguna persona afín a Lovato. No es este el camino. El camino es o lograr levantar el proyecto o apartarse al lado. Claro que pueden caminar solos, estoy seguro, pero no es la forma de hacerlo. Estar en un sitio que no es el tuyo y en el que la gente no te quiere, tiene que ser duro para cualquier persona. Y lo es más cuando hace no tanto te han recibido con los brazos abiertos y se han puesto de tu lado para un proyecto que, de momento, no sólo se ha quedado a medias, sino que parece haber entrado en barrena y su decadencia parece no tener fin.