El Faro de Alejandría: Revisa tus pequeños paradigmas para poder alcanzar el éxito

- en Firmas

En nuestra vida siempre hay esos momentos desapercibidos, que no les damos importancia o, peor aún, no nos percatamos de ellos, y que son los que pueden guiarte al éxito.

Seguramente habrás escuchado en los últimos tiempos, especialmente a partir de la pandemia, una palabra que pretendía explicar qué era lo que nos estaba pasando como sociedad a escala global. Esta palabra era y sigue siéndolo, por supuesto, “paradigma”. Aclaremos que según lo que nos indica la Real Academia Española, en una primera acepción se refiere a que significa “ejemplo” o “ejemplar”, dando a continuación unos sinónimos como prototipo, modelo, arquetipo, muestra, pauta y canon. En una segunda acepción dice la RAE que es una “Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento”.

También cuando buscas más allá de su significado, la aplicación que podemos hacer de la misma, nos encontramos con definiciones tales como que “con significado de paradigma se usa hoy día en la investigación científica para explicar o los cambios o “revoluciones científicas”.

Pero lo que nos importa desde “El Faro de Alejandría” es la implicación que pueda tener en tu vida personal, querido lector/a, porque lo que siempre persigo es el bienestar de cada uno de vosotros/as.

Sin duda estamos viviendo en los tiempos actuales una implosión (nunca mejor dicho) desde dentro de la sociedad, como consecuencia de la “invasión” o también “impacto” que el cambio excesivamente acelerado del que somos testigos a diario como consecuencia de las nuevas tecnologías, termina produciendo en nosotros (explosión, porque viene de fuera).

Por tanto, cuando escuchas que debemos cambiar el paradigma o que los grandes paradigmas que nos rodean están cambiando con demasiada frecuencia, sería importantísimo para ti que conozcas cuál podría ser uno alcanzable para que guíe tus logros personales, pudiendo convertirlo en un muy buen comienzo.

Iniciemos esta andadura por la palabra éxito y la búsqueda que de ella hacen las personas

O sea, no solo comprenderla, sino más bien lograr ese éxito que toda persona quiere conseguir. Natural, todos y todas lo buscamos. Estando en mejores o peores situaciones. Si estamos en unas circunstancias favorables, seguramente queremos mejorarlas aún más. Si éstas nos son desfavorables, entonces más se justifica que busquemos afanosamente ese camino del éxito.

Cada vez que aparece en tu vida (en tu mente) la palabra éxito, te preguntas si hay alguna forma para entender cuál es la clave para lograrlo, sea a nivel personal o junto a un equipo en la empresa en la que trabajas.

Siempre pretendo “atraparte” (hacerte reflexionar) con la foto de portada. La de hoy es muy elocuente: dos personas en absoluto silencio (la belleza de la naturaleza puede hacernos enmudecer) y que le están dando, como la batería de tu móvil cuando lo pones a cargar, una recarga que les hace sentir bien a ellos mismos. Parte de nuestro éxito en la vida, es justamente eso: sentirnos bien con nosotros mismos, con lo que somos y lo que hacemos. A veces, tardamos años en darnos cuenta o en darle el valor que realmente tiene lo que hacemos.

Nos desmerecemos (no porque queremos, sino porque somos humildes) y quizás no estamos valorando lo que nuestra forma de actuar y ser tiene para los demás. Los más próximos y los que no los son tanto.

Queremos que las cosas nos vayan bien

Pero volviendo a la cuestión que hoy te planteo, es una actitud natural que nos esforcemos cada día en querer que las cosas nos vayan bien. Ponemos lo mejor de nosotros, en cuanto a capacidad, conocimiento y especialmente integridad moral (quizás uno de los valores personales más importantes).

Ahora bien, en ésta búsqueda es bastante probable que dejemos de lado cosas pequeñas, que no les damos importancia, porque estamos pensando a lo grande. También es normal que así proceda la mayoría. Pero no valoramos los pequeños momentos, justamente esto es lo que nos ocurre a todos y todas. ¡Nos creemos que no tenemos tiempo…que no podemos perder un minuto en esto o en aquello! Y en las pequeñas cosas que rodean nuestras vidas -aunque con frecuencia no nos damos cuenta- se encuentra, sino el éxito en valores absolutos…al menos…momentos que nos reconfortan. Por eso te ruego que le prestes atención a mi propuesta de hoy.

Siempre busco en mis lectores/as despertar emociones, que ayuden a sobrellevar, sencillamente el día que están teniendo. Especialmente, si sirven de reflexión para cómo estás llevando tu vida. Pretendo que tu nivel de bienestar y satisfacción, esa que proviene de nuestro interior, la que no estamos evaluando en cuanto a su aporte material a nuestra desarrollo y crecimiento personal (un ascenso, un nuevo negocio, la venta de una casa que no podíamos realizar y un largo etcétera), se nutra de aquellos intangibles que no pueden cuantificarse monetariamente, pero como verás, al final, tendrán mucho más valor para ti que muchas otras cosas materiales que te rodean y por las cuales peleas a diario.

Pero yo…que soy un espíritu inquieto y que estoy recorriendo el mundo de las ideas, especialmente de las historias reales, del conocimiento en general, pero muy especialmente, el que podemos aplicar en nuestras vidas para mejorarlas, te voy a llevar a un terreno que te será común y que estoy seguro que te va a atrapar. ¡Eso es lo que espero!

Se trata que revises tu paradigma actual

Te recuerdo que como decíamos más arriba, es tu modelo de actuación, los principios y valores sobre los que te basas para hacer todo lo que haces cada día, tanto en el plano laboral como personal. Se trata que reflexiones sobre tu vida y que encuentres en tu memoria más reciente (o la que no lo es tanto) aquellos momentos que seguramente se produjeron y que a ti te pasaron desapercibidos. ¿Es posible? ¡Pues claro que sí!

No nos damos cuenta, pero dejamos pasar minutos y horas cada día en los que no le damos alternativa a la alegría para que se convierta en un momento concreto. Puede que esté rondando en nuestra cabeza (pensando, por ejemplo, qué bien que por fin me han dado nuevas responsabilidades, lo que puede significar un impulso en mi carrera en la empresa). Pero esta noticia, si bien muy buena para ti, ¿es suficiente para sacarte de esa tención negativa que invade nuestro cuerpo por las tareas y responsabilidades que tenemos? Todas ellas corresponden a esa cantidad de cosas sobre las cuales nos esforzamos con toda nuestra energía, pero nos está pesando esa sensación negativa de que últimamente no nos salen como quisiéramos.

Pues bien…te voy a relatar una experiencia estrictamente personal (puedes deducir que me ha ocurrido a mí o que es la vivencia de otra persona de la cual soy testigo). Esto te lo dejo para tu imaginación.

La cuestión es poder hacer un diseño de paradigma en el que tomes consciencia en el que realmente vives, y que es posible revisarlo, por supuesto, también cambiarlo. Pero principalmente, cuando eres consciente de los pequeños detalles y momentos, podrán hacerte reflexionar sobre esas obsesiones de mejora, cuando en realidad estás mejor de lo que creías. Esto nos sucede a todos en algún momento, por aquello de que quejarse es gratuito.

En un café céntrico en esta estación de otoño, se encontraron de forma casual dos viejos amigos que hacía un tiempo no se trataban, no por nada, sino por aquello que sucede a menudo, que las obligaciones, viajes y un sinfín de cosas nos alejan incluso de familiares más próximos.

Cuando se ven, uno le dice al otro:

– ¡Qué alegría verte…hace mucho que no sabía nada de ti!

– Igualmente te digo…una satisfacción que seguimos “vivitos y coleando”.

– ¿Cómo van tus cosas? Le preguntó quién recién llegaba al lugar buscando una mesa.

– En realidad, no como quisiera, porque justamente hoy me han comunicado que no se va a renovar mi contrato.

Quién estaba sentado tenía una expresión tensa en el rostro (obvia cara de preocupación). El que recién llegaba y se sentó a su lado, inquieto por la circunstancia que atravesaba su viejo amigo, demostró interesarse por cuál era la situación real y modestamente, en qué podía ayudarlo.

– Lamento tener que deprimirte con mis historias, dijo manteniendo su rosto con esa expresión dura que quería disimular su frustración.

– No te preocupes, quizás al escuchar lo que tienes que contar, encontremos un camino en que podamos ayudarnos mutuamente. Porque todos, de una u otra manera necesitamos del otro…no nos olvidemos de ello.

– Bueno, con todo este currículum y acreditada experiencia que tengo, la empresa por mala gestión ha decidido reducir costes y me ha tocado a mí ser parte de la reducción de plantilla.

– Tal vez te han hecho un favor. En un momento en el que falta el talento y los empresarios se quejan de que no encuentran las personas con la capacitación que requieren puestos que tienen que cubrir, creo que no vas a tener dificultad alguna en volver al mercado (te sientes expulsado) en menos de lo que canta un gallo.

– ¡Espero que así sea! Porque no están los tiempos como para no tener ingresos o sentir que tienes un mínimo de estabilidad.

– Eso es relativo (decía el amigo que le estaba atentamente escuchando y tratando de aconsejar), ya que a menudo hay que arriesgarse, salir de la zona de confort, y si lo haces porque tu así lo has decidido, o como realmente ha sido, te han empujado a ello (como es tu caso), a nadie le importa más que ver tu actitud ganadora, tu expresión de éxito que debes hacer volver a tu cara.

Quién estaba preocupado pensaba en silencio mientras escuchaba los consejos de su amigo, que esta casualidad podría convertirse en “un momento curiosamente oportuno”, ya que sabía perfectamente en la buena posición profesional que se encontraba su momentáneo consejero.

– Y éste le preguntó a su amigo angustiado: ¿te has preguntado cómo se define el éxito? Y una segunda cuestión: ¿Te has preguntado que es realmente el éxito para ti?

Se quedó un poco en blanco…como viéndose obligado a contestar con cierta precisión, no diciendo tonterías ni quejándose en exceso, por lo que, con toda calma, demostrando una actitud muy moderada y profesional le respondió:

– Tal vez el éxito no se mida en logros, ni en “ser feliz con uno mismo”, ni en ninguno de los clichés al respecto que se encuentran en los libros de autoayuda. Los objetivos y la paz con uno mismo son indicadores egoístas, y no quiero decir que el egoísmo sea algo malo, para nada. El egoísmo es el eje de la humanidad, desde los tiempos de los hombres de las cavernas hasta la era de los astronautas, pasando por los santos en vida. Los logros individuales traen aparejados logros comunitarios, que, su vez, traen logros mundiales. Pero todos los logros del universo tal vez no lo hagan sentirse exitoso a uno mismo, ¿no es cierto?.

Fue tal el asombro (la respuesta le impactó de tal manera) que el amigo que estaba haciendo de consejero y formulaba preguntas realmente complicadas, termina siendo vapuleado por una toma de posición que le hizo valorar a la persona que tenía delante, como un auténtico talento, porque se dio cuenta que tenía toda la prestancia y la categoría para gestionar cualquier situación por más crítica que fuera. Y entonces le dijo:

– No esperes ni un minuto más, mañana a las 9.00 hrs te pasas por mi despacho, que vamos a ver cómo arrancamos en esta nueva colaboración entre mi empresa y tú, porque estoy seguro que mi intuición no falla.

La historia personal o no, es real. Y desde este poderoso Faro de Alejandría quiero decirte que puede ocurrirte a ti mañana mismo.

Querido lector/a ¿supongo que habéis comprendido el mensaje? ¿Le damos la importancia que requiere cada pequeña cosa que hacemos, y muy en particular, aquellas que compartimos, como la del encuentro café de por medio? ¡Pareciera ser que no!

En dicha reunión en la cual la escucha activa (demostrando sensibilidad e interés) de las circunstancias que atravesaba un viejo amigo, terminó convirtiéndose en una revisión de paradigma. ¿Por qué? Porque el discurso tan correcto que lanzó no lo hubiese hecho si se hubiera mantenido solo en el café, lamentándose de su situación, y no teniendo que dar explicaciones a nadie. Pero esto le hubiese hundido aún más, cuando lo que ocurrió de verdad es que, ante la exigencia por una pregunta directa, salió no solo el carácter ganador sino la auténtica dignidad que tiene una persona. Y ese es el momento en el cual de la revisión de tu paradigma tomas la decisión de la acción. La que demuestra tu carácter y valía. La que siempre emprende el camino del éxito.

Cuando te formules preguntas tales como ¿si realmente sabes cuál es la clave del éxito?, te sugiero que te detengas unos minutos y verás un comienzo. 

¡Dime que he acertado y que le estás dando unos minutos a esa reflexión sobre los momentos tuyos! Esos de hoy…de ayer…de siempre, que te han pasado desapercibidos, pero que en realidad han sido importantes para ti…te han ido dando el sentido de tu existencia…han estado describiendo fielmente cómo te conduces en tu vida…por qué eres una buena persona…por qué no te obnubila solo lo material y la satisfacción que de tu interior aflora cuando tiendes la mano a un amigo, a un familiar o a ese acto de generosidad que has hecho en el día de hoy, como ayudar a una persona que necesitaba esa pequeña ayuda.

Autor

Vicepresidente del FORO Ecofin y director de www.ecofin.es , CEO de www.demuestra.com, Presidente del Instituto Ecofin de Liderazgo, coordinador académico de la Red e Latam del grupo Media-TICS. Puedes enviarme comentarios y consultas a jzunni@telefonica.net