El silencio es el protagonista más bello de muchos de nuestros recuerdos. No debo, ni quiero olvidar.
Porque la vida está llena de momentos inolvidables, únicos e irrepetibles.
Porque la vida nos da y nos quita, a veces, cosas, personas; regalándonos sabiduría, paz interior, lágrimas y sonrisas. Sin embargo, si nos ponemos a pensar en ello, al fin al cabo son regalos que debemos aceptar en silencio.
Me pongo a reflexionar y me doy cuenta de que el silencio en muchas cosas es necesario, es viajero en nuestra mirada y el protagonista de muchas conversaciones mudas. Es verdad que en ocasiones resulta aturdidor, pero otras veces nos aferramos a él como nuestro mejor consejero y es que en cierto modo lo es, porque es la calma de nuestro interior y nadie, ni siquiera nuestra madre, nos conoce mejor que nosotros mismos.
Nuestro corazón nunca ha sido buen compañero de la razón. Por eso optamos muchas veces por callarnos pensamientos que en silencio maduramos. Erramos, cuando no le damos la importancia que realmente tiene, pero casi siempre se encuentra a nuestro lado porque así lo hemos elegido.
¿Qué es para vosotros el silencio?
¿Os da respeto convivir con él?
La verdad que es un sentimiento que yo, personalmente, no quiero que habite dentro de mí durante mucho tiempo. Ya que la soledad puede ser su mejor aliada y nunca me ha gustado sentirme sola. No obstante, jamás huiré de él, porque muchos momentos de mis silencios han sido creadores de mis libros.
El silencio evita conflictos innecesarios, pero a veces, lo usamos mal. Sobre todo cuando mostramos indiferencia a alguien que queremos, hacemos empleo de un truco absurdo que casi siempre daña a la otra persona. Yo, me atrevo a recordaros que un abrazo se da en silencio y sin mediar palabra aliviamos demonios que no hablan, pero dañan. Así que aprendamos a utilizar bien nuestro silencio y nunca para restar en nuestra vida, sino para sumar.
Nos arrepentiremos en ocasiones de caminar por una travesía equivocada, e incluso de perder momentos y personas. Nuestro silencio quizá nos incita a pensar que otro camino era nuestra felicidad, que el eco de nuestra voz interior no retumbe en nuestra alma. Porque un silencio es para ayudar y jamás para desbaratar.
Aun así, debemos caminar por los senderos de la vida que cada uno de nosotros escogemos y guiarnos por nuestra intuición, que no siempre acierta, pero no suele fallar.
¿Es la historia de nuestra vida un libro sin final?
No lo sé, así que a pesar de los obstáculos de nuestro día a día, nunca dejéis de escribirla en silencio.
«Escucha los susurros del alba y los silencios de los latidos de tu corazón. Solo ellos son capaces de hablar sin decir nada».