LAS COSITAS DE JES: Las boyas y los Minions

- en Firmas
Las bollas y los minions.docx

Pues resulta que el otro día estando tranquilamente en el mar pegándome un maravilloso chapuzón y me da por mirar las boyas amarillas, esas que parecen Minions flotantes, que delimitan con claridad la zona de baño y se me ocurre la fantástica idea de probar mis habilidades acuáticas intentando nadar hasta una de ellas. ¿Tonto? Pues puede ser.

Aprovecho para decir que esto, sobre todo los niños, no lo intentéis en casa por razones obvias. La primera que el mar es muy peligroso y traicionero y la segunda que en casa no hay mar con lo cual no te va a salir la cosa aunque lo intentes.

Una vez que os he puesto a todos en situación comienzo a detallar la historia.

Después de un largo tiempo sumergido en el mar me da por decirle a mi cuñada que si se atrevía a acompañarme nadando hasta la boya con la esperanza que su respuesta fuera totalmente contraria a lo que en mi cabeza se mascaba. ¡Pues ir! claro está.

Su respuesta fue clara y contundente: “Vale”. Mira. De repente me cayó un sudor frio por la frente que contrastaba con el agua calentita del Mediterráneo. ¡Vaya! ya podía haber dicho que no. Pero no. Dijo que sí. Claro está que si esa respuesta sale de alguien que vive allí, conoce el mar como nadie y para más inri va con gafas de sol y sombrero playero al estilo Isabel Pantoja, pues te fías y piensas que en realidad es algo fácil de conseguir sin mayor esfuerzo alguno.

Decidimos comenzar ante los numerosos avisos por parte de mi cuñado de que tuviéramos cuidado, de que la mar es muy traicionera, que si no estas preparado, que no sabes de corrientes marinas, que si quieres que os acompañe con el churro… Al final creo que decidimos hacerlo para alejarnos de mi cuñado y sus continuas negativas a que realizásemos tal aventura.

Nada más comenzar observo a mi lado a una señora entrada en años con gafas de sol y una sonrisa un tanto discordante que nadaba de forma paralela a mi persona. Al principio no le di importancia pero al cabo de diez minutos observo que en mi lateral izquierdo me seguía tranquilamente dicha señora mientras que mi cuñada iba un poco más adelante con su sombrero tan ricamente. La cosa se pone extraña cuando decido emplearme a fondo pues ya saben todos ustedes que soy un chico preparado físicamente y observa que la señora sigue ahí sin despegarse con una sonrisa de oreja a oreja. Mira. Ya comencé a dudar de que si era realmente una señora o era un preludio de demonio que venía a por mí previendo el final de tal acontecimiento.

De repente unas barquitas muy majas pasan frente a la boya produciendo un oleaje extraño que conlleva su correspondiente chupo de agua salada que casi me hace vomitar. Estuve a punto de llamar a Pamela Andersón para que viniera al rescate. A todo esto la señora había desaparecido y ya si que me acojone vivo. Dije: “Ya está” “Hasta aquí la bobada”.

Al mirar al frente observo que mi cuñada toca la boya con su sombrerito y todo. Más maja. Y es entonces cuando me vengo arriba y decido llegar yo también. En mi cabeza sonaba la banda sonora de Rocky que no venía a cuento pero que queréis que os diga si en mi cabeza sonaba. Yo soy así. Al final llegué con la cara desencajada a lo Jim Carrey en La máscara o a lo Carmen Borrego sin película alguna.

Después de unos segundos de euforia por lo logrado me di cuenta de que había que volver. Me entraron los siete males. Que no mares. A todo esto mi cuñada seguía con su sombrerito y sus gafas. Muy mona ella.

A lo lejos se oyen voces y mira que alegría cuando veo aparecer a mi cuñado con el churro llegando a por mí. El día se tornó en felicidad y entusiasmo como el final del Rey León. Claro está que llegamos de vuelta, sanos y a salvo y sin rastro de la famosa señora que nadaba en paralelo.

Moraleja:Si decides no hacerte el machito en el mar tampoco pasa nada ya que no hay mar que por bien no venga”.

 

Comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *