Pues resulta que desde hace unos años vengo sufriendo las consecuencias de ser alérgico y digo hace unos años porque a mí estas cosas antes no me pasaban y mucho menos con esta intensidad desmesurada del estornudo reiterado y canalla que hace que mis narices parezcan las del gran Berto Romero o el mismísimo Franco Battiato.
Termino los días primaverales con las narices exactas a las de Calamardo, el personaje de la serie “Bob Esponja” que es un calamar. Pues como ese. Aunque de color se asemejan más a Patricio, una estrella de mar tonta lista que también sale en la serie.
Una vez hecha la introducción previa desarrollo una historia real que ocurrió en casa de mis padres un día cualquiera de primavera. Me encuentro estudiando en mi habitación para los exámenes finales de curso y oigo un continuo estornudar por parte de mi señor padre que me provocaba, he de confesar, especial gracia. Los estornudos no cesaban y fue entonces cuando decido salir de mi guarida de adolescente y observo a mi padre en el sofá del salón estornudando con un pañuelo de tela, así a modo sábana, tipo la serie cuéntame.
He de deciros que la escena era bastante parecida a una película de Berlanga dando lugar a unas carcajadas por mi parte atronadoras casi al mismo nivel que los estornudos de mi padre.
Es en ese preciso instante en el que mi señora madre entra en el salón y contempla el show cantando la canción de los payasos de la tele “Como me pica la nariz”. Aquello era un circo. Un gran espectáculo digno de cualquier Late Night de cadena americana. Mi padre cabreado y enrojecido le increpa a mi madre diciéndola que la planta que le produce alergia es la que ha comprado por la mañana y ha situado malamente al lado de su sofá. Donde el acostumbra a ver todos los programas posibles de tarde hasta la hora del parte.
Las risas de mi madre se oían hasta el piso de abajo. Estoy convencido que ningún monologuista le hubiera arrancado tales carcajadas como las de aquella tarde. Después de unos segundos de auténtico show, mi madre zanja la situación diciéndole a mi padre que la planta es de plástico comprada en el bazar chino de la esquina.
Y así sin más termina la situación más esperpéntica a lo que alergia se refiere vivida en mis propias carnes.
Ahora soy yo quien sufro esos estornudos y hacen que me acuerde de mi padre con cariño y mucho humor. Bendita alergia.
Moraleja:
Reír es importante en nuestras vidas. Casi tan importante como estornudar, digo, como respirar…