«Mi madre nunca me quiso»

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«Había una vez un hombre dolorido, que se acercaba a diario a una piscina donde el ejercicio en el agua, le decían, podrá aliviar sus dolores…

Un día, pensó que si el programa era «terapéutico» sería más eficaz, y ni corto ni perezoso ¡se echó de nuevo a la piscina!

Así las cosas, un día nadando, se encontró en el agua con el espíritu de su amada madre, alguien que en el agua y en el aire, velaba siempre por él. Su madre no nadaba, sólo movía el agua, como un día hiciera Jesús en la piscina de Siloé, y esta vez, el cuerpo dolorido de nuestro protagonista, notó la «virtud» de su madre que las aguas le concedían. Así sostenido, arropado, circundado, empapado y rodeado por el agua, llegó a sentirse bien, y curado».

Una de las grandes desgracias que puede tener el ser humano es el no haber recibido el cariño y la ternura de la madre. Josef Fritzl, el ‘monstruo de Amstetten’, confesó: ‘Mi madre me maltrataba’ En su declaración ante el tribunal que lo juzga en la ciudad austriaca de Sankt Pölten, el ‘monstruo de Amstetten’ ha relatado la dureza del entorno familiar en el que creció y sus carencias afectivas. «Mi madre nunca me quiso. Ella ya tenía 42 [cuando nació Josef]. No quería ningún niño y actuó en consecuencia. Ella me maltrataba«, explicó a las preguntas de la juez Andrea Humer sobre su condición de hijo no deseado.

Hay personas que tienen el don de ser madres para los desheredados. El día que llegó el Papa Pablo VI a la India, Madre Teresa no se encontraba en el público. Estaba al lado de un anciano moribundo de nombre Onil. Madre Teresa le tenía cogidas las manos –totalmente descarnadas- y con gran ternura trataba de infundirle ánimo, afecto, amor. El anciano en voz baja antes de morir le dijo: “He vivido como un animal en la calle, pero ahora muero como un ángel…

Vivimos en una sociedad sin alma y la familia lo acusa, sobre todo los hijos. En muchos hogares no hay comunicación directa aunque todos estamos hipercomunicados por las nuevas tecnologías que dejan sin alma la comunicación de tú a tú. Ya lo decía Juan Pablo II en el Jubileo de las familias, el 15 de octubre de 2000: “Al ser humano no le bastan relaciones simplemente funcionales. Necesita relaciones interpersonales, llenas de interioridad, gratuidad y espíritu de oblación. Entre éstas, es fundamental la que se realiza en la familia: no sólo en las relaciones entre los esposos, sino también entre ellos y sus hijos”.

La madre debe responsabilizarse del crecimiento del niño y debe dedicar todo el tiempo a su hijo y dar la vida por él. Tanto se ha ensalzado la labor de la madre, que Miguel de Unamuno llega a decir: “Adán no tuvo madre” y “el hijo pródigo abandonó la casa de su padre, porque faltaba el calor de la progenitora de sus días”.

Hay madres excepcionales, yo diría que casi todas; pero no cabe duda de que las hay, también, que tendrían que aprender mucho de la Madre de todos los vivientes: María. Es terrible escuchar esta frase de una personas: “Mi madre nunca me quiso”.

Autor

Nacido en Blascomillán (Ávila). Carmelita Descalzo y Sacerdote. Licenciado en Espiritualidad. Estudió la carrera de música (piano y canto) en el Conservatorio de Madrid. Conocido internacionalmente por sus escritos, autor de muchos CDs y libros; colabora, además, en revistas y diversos medios de comunicación.