El tronco ajado
blanquecino y viejo
que desafía a la sierra
en Sequeros,
fue un árbol grande y frondoso
en otro tiempo.A su sombra,
latía el ser del pueblo;
tardes de cosecha,
trabajos, aperos,
testigo de charlas,
de risas, de juegos,
o del condenado
su hálito postrero.Historias en corro
pendencias, encuentros
amores prohibidos,
ternuras y besos…Fresca sombra en verano,
alegre, risueño
o vestido de blanco
los largos inviernos.Hoy es solo un tronco
breve, ajado, viejo,
pero tal vez en su alma,
entre sus huecos,
haya mucho de vida
latiendo;
quizá aún guarde memoria
de risas, de juegos,
de riñas, de amores,
de historias, de besos…Por eso sigue ahí
en el teso,
junto a la cruz de piedra,
mirando al cielo,
desafiando a la sierra
al sol, al viento.Por aquello que fue,
hermoso, espléndido,
por los años vividos,
por los recuerdos,
sigue el olmo erguido,
soñando en Sequeros.