Tumbada en el sofá te espero
mientras mis cabellos rozan
atrevidos mi tez.
Rostro de una niñez ausente,
que recuerda, te recuerda.
Estás en las entrañas de mi alma,
donde los anhelos se ocultan.
¡Te veo! ¡Te siento!
Pero de repente mi lánguida mirada
percibe que es solo un cruel sueño.
Pétalos de rosa inexistentes
esparcidos por la almohada
acarician mi mejilla.
Esencia olvidada en el tiempo,
aroma que no volveré a oler.
Mis manos tiemblan
al sentir que solo,
soñé que te amé.
Y mientras vago,
entre los recuerdos de un ayer,
En voz baja, a mi alma, susurré.