TE-TAS

- en Firmas

Parafraseando a Rigoberta Bandini:

No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas.

Cualquier cosa es buena para crear polémica. Pero, ojo, parece que las polémicas sólo las crean determinadas personas basadas en otras muy concretas y de un lado de la “balanza” determinado. Las polémicas propias, los escándalos propios, esos, no son importantes.

Como dice la canción de Rigoberta Bandini, no entiendo el miedo, la repulsa que provoca el cuerpo femenino.

Es algo contradictorio e incoherente porque bien que se aprovechan de nuestro cuerpo cuando les interesa (que es siempre).

Compran nuestro cuerpo para obtener placer sexual de forma unilateral, siendo el sexo ni consentido ni deseado por parte de las mujeres.

Compran nuestro vientre escudándose en un derecho que no existe como tal, pues es más bien un deseo.

Esculpen nuestro cuerpo de acuerdo a unos cánones establecidos por los hombres según la época histórica en la que nos encontremos.

Nuestras tetas dan alimento cuando nacemos en la mayoría de las ocasiones, da igual que nazcas hombre o mujer.

Nuestras tetas son motivo de deseo y proporcionan placer. A nosotras también.

Nuestras tetas poseen pezones que tienen diferentes formas, igual que nuestros pechos.

No tienen una única forma ni contorno. Ahí está la belleza de los cuerpos: en sus diferencias.

Las mujeres tenemos tetas, vulva, pelos, culo, se nos pueden caer los pechos como consecuencia de la gravedad y del paso de tiempo. Las estrías también forman parte de nuestro cuerpo.

Aida do Santos lo explica muy bien en su post de Instagram del martes siete de febrero:

(…) la incredulidad ante unos pezones sólo puede ser propia de quién ha visto toda la vida a las mujeres de lejos. De quien ha visto toda la vida unas tetas sólo para colmar su deseo sexual. La incredulidad sólo demuestra que ignoran la existencia del cuerpo de las mujeres más allá de la instrumentalización a la que lo someten. (…)

Por más vueltas que le doy, no entiendo la polémica en torno a que una mujer no lleve sujetador y se le noten los pezones.

No decimos nada cuando a ellos se les marca excesivamente su paquete o les podemos ver la raja del culo, como si fuera la ranura de un datáfono por el que pasar la tarjeta de crédito, cuando se agachan. Tampoco decimos nada de aquellos hombres que se bañan con calzoncillos y bañador.

Todo esto provoca que nos cuestionemos eternamente nuestros cuerpos en base a comentarios y opiniones de otros.

Todo esto hace que nuestros cuerpos femeninos, aún sean un tabú. Y, obviamente, lo seguimos pagando nosotras.

Recomendación musical: Ay mamá de Rigoberta Bandini.

Autor

Doctora en Derecho y Ciencias Sociales por la UNED, Licenciada en Derecho por la USAL, Máster en Derechos Humanos y Máster en Malos Tratos y Violencia de Género por la UNED. Técnica de proyectos en prevención y sensibilización en materia de igualdad, violencia de género y sexual.