Uno trabajando y cinco mirando. España, país de tópicos

- en Firmas
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No puedo por menos. Llevo varios días dándole vueltas a la cabeza sobre este artículo y, les voy a confesar, no he podido evitar echar unas risas. Es algo recurrente cuando escribo para NOTICIAS Salamanca, sobre todo cuando son cosas vividas o de nuestra (mía, en este caso) infancia o cuando es algo habitual en la mayoría de nosotros.

En esta ocasión todo vino cuando estaba esperando a que me atendieran en el banco. Sí. Ustedes pensarán que eso ya no se hace, pero sí. En el banco te atienden y, como en todas partes, unos mejor y otros peor. En mi caso, no tengo queja… depende con quién de. Pero mientras hacía cola me vinieron a la cabeza imágenes de profesionales trabajando y el pensamiento que tiene el resto de la gente de ellos. Así que no pude por menos que hacer un repaso a las más conocidas, o aquellas que están en boca de todos.

Porque siempre se ha dicho que cuando en España hay una obra, uno trabaja y hay diez a su alrededor hablando o dando instrucciones. Y, créanme, sin ser una ciencia exacta, a veces pasa sin que ello tenga que ir en menoscabo de los trabajadores, pero es un tópico que se repite a menudo. No sé si ha pasado una vez, cien o es algo habitual. Sin duda, es, probablemente, el más común de todos ellos.

Junto a él está el de la telefonista, con los cascos puestos y limándose las uñas mientras. Masca chicle y contesta con cierto desaire. Por experiencia propia puedo decirles que no es así, al menos en los casos que yo he conocido y, sobre todo, hoy en día, cuando se impone el telemarketing. Les puedo asegurar que trabajan, y mucho, sin tiempo a veces casi ni para respirar. Pero seguro que tienen grabada esa imagen en la cabeza.

No falta el futbolista. En más de una conversación de taberna se ha escuchado que sólo trabajan una hora diaria y ganan una “milloná”, además de tener detrás de ellos a una legión de fans locas por ellos. Bueno. He conocido de todo, pero la mayoría trabajan más de esa hora diaria y, muchos de ellos, se llevan el trabajo a casa cuando las cosas no van bien. Recibir insultos los domingos, por mucho que algunos opinen que sí, no debería ir en el sueldo y no a todos les entra por un oído y les sale por otro. Lo de las millonadas queda para los elegidos y lo de ligar pues supongo que unos más, otros mucho y otros menos.

Dentro de las profesiones opinables ‘top’ no podía faltar la del funcionario. ¿Quién no ha opinado alguna vez que en su horario laboral se van a hacer compras y que se toman cafés interminables? “¡Y pagados con el dinero de todos!” A mí siempre me ha encantado eso de que “me han dicho”. En el caso de los funcionarios, todos tenemos a alguien que un día fue a no se qué organismo y tuvo que esperar infinidad de tiempo y el funcionario de turno se despedía de su pareja a la entrada y entraba con bolsas que delataban que se había pasado media mañana comprando. Servidor, como su padre fue funcionario, pues tiene un gran respeto por ellos, así que cada cual que juzgue, pero como un día me contaba alguien… “Las plazas de funcionario están ahí, sólo hay que sacarlas, así que el que quiera o piense eso ya sabe lo que tiene que hacer”. Y razón no le faltaba.

En la misma posición que el funcionario se encuentra el del banco. Así, directamente, “el del banco”, o “el de la caja”, que se pliega a las demandas de los ricos y a los que no tenemos un taril no nos hace ni caso. Otro pensamiento frecuente. Claro que… hay que estar allí para saberlo.

Y, tratándose de un periódico, no podemos faltar los periodistas, ‘plegados’ al poder, a la subvención, y recibiendo todos los días cestas de Navidad y regalos para que la información sea más o menos amable según si han pasado por caja o no.

Queda dicho que, si bien me han tratado muy bien muchas personas a lo largo de mis años de ejercicio, todos sus ‘agradecimientos’ han sido ‘a posteriori’ y tampoco se crean que han pasado de un agradecimiento personal, algún correo electrónico y, sí. En una ocasión un señor me regaló medio lomo ibérico. Excelente por cierto, pero yo creo que es todo lo que ha servido para chantajear a un servidor y tengan ustedes claro que había resaltado sus enormes méritos pero, como dice la propia palabra, por merecimiento. Del resto, creo que poco más a nivel individual distinto de los detalles con los que algunos organizadores te suelen obsequiar en ruedas de prensa que no dejan de ser eso, detalles. Nada parecido a lo que todo el mundo podría entender por ‘corruptelas’. Nada que ver con esa imagen del periodista a sueldo de una empresa o institución. Al menos es mi caso. Si en otros compañeros sucede, pues que levanten la mano y no se si repudiarles o darles la enhorabuena, porque tal y como está la cosa…

¿Y los médicos? Esos “que cuelan a los visitadores médicos porque les dan regalos y a nosotros nos tienen esperando largas horas, allí, muriéndonos…”. La verdad es que soy afortunado de tener el médico que tengo, conocer a los amigos médicos que conozco y sólo puedo estarles agradecido por la empatía y por el enorme trabajo que realizan, sacrificando a diario su vida personal por ayudar a los demás. Como ustedes sabrán, hace ya tiempo que los visitadores médicos acuden a horas en las que no hay cola, que guardan respetuosamente su turno y que, creo que es ilegal lo de que ofrezcan ‘prebendas’ a cambio de promocionar sus productos si alguna vez lo hicieron.

No me quiero olvidar de las secretarias, ligando con esos grandes empresarios. Esas faldas cortas, esos escotes… Ni de los pescadores, que en cada puerto tienen una mujer, ni de…

Qué fácil es juzgar a los demás y qué difícil hacerlo a sí mismo.

Pero, por si acaso, voy a ponerme a currar, no siendo que alguno me saque cantares.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.