Viva la Guardia Civil

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Mira que me han puesto alguna multa que considero injusta, mira que a veces su protocolo les puede convertir en antipáticos, mira que a veces podemos pensar que su trabajo es poner multas, … Sin embargo, de repente llegan gestos y actuaciones que nos despejan cualquier duda y nos hacen sentir orgullosos de gente así y creer, aunque sea un poquito, en el ser humano.

Dámaso Guillén era hasta el fin de semana Guardia Civil. Hasta que un desalmado decidió que la vida del Guardia Civil no valía lo suficiente y lo arrolló con su vehículo. Guillén, probablemente, podría haber salvado su vida, pero hacerlo habría conllevado una desgracia mayor y él no dudó. Se mantuvo en su puesto para proteger la seguridad de los jóvenes participantes en una prueba ciclista en Asturias. Dámaso Guillén descansa ya en Bailén, pero su recuerdo será eterno. Lo será para los niños que participaban en una prueba ciclista, para los organizadores y para los aficionados y familiares, pero lo será también para cualquier persona de bien, porque gestos como éste no son tan habituales.

Por desgracia, el lunes nos conectábamos al televisor. Y sí, glosaron su figura e, incluso, su trágica muerte fue objeto de algún debate. Sin embargo, su heroicidad se fue diluyendo a medida que pasaban las horas. No así el interés periodístico por la supuesta maternidad de una artista a través de “gestación subrogada”. Por si fuera poco, la clase política (¡qué poca clase!) lo alentaba comentando el asunto cual ‘alcahuetas’. Mira que tenían una buena oportunidad para mostrar a la sociedad el ejemplo del Guardia Civil fallecido en acto de servicio, probablemente, salvando la vida de otras personas, niños incluidos, pero no. No me pidan que entre en más detalles de eso de la gestación subrogada, porque los desconozco. No sé muy bien lo que es ni sé el por qué de tanto interés para llenar espacios y espacios televisivos, radiofónicos y de papel, muy por encima del gesto de un Guardia Civil que entregó su vida en acto de servicio para salvar la vida de otros. Siendo fiel a sus principios, siendo fiel a los principios del cuerpo que ha defendido con orgullo, porque gente de ese calibre se siente orgullosa de aquello a lo que pertenece. Ese sentido de identidad que, por desgracia, cada vez perdemos más en todos los ámbitos: en la empresa, en la familia, en la vida en comunidad…

Ese sentido de identidad siempre caracterizó a la Guardia Civil, aunque en los últimos años, también debido a la utilización política que se ha hecho del cuerpo, parece haberse perdido. Porque sí, la Guardia Civil ha sido para los últimos gobiernos un estamento al que intentar manejar y utilizar, la mayoría de ocasiones sin tener en cuenta que está a punto de cumplir casi dos siglos de historia (o, precisamente, por eso). Esta circunstancia, y los nuevos tiempos, obviamente, hacen que el instituto armado experimente cambios lógicos, pero casos como el que estamos viendo aquí dignifican sobre manera a la Institución y le devuelven la identidad de la que hablamos.

Pero esta circunstancia transciende a otros ámbitos y uno de ellos es el que no quiero dejar pasar, por lo que nos puede afectar como profesionales de la información. Desde que era niño, recuerdo siempre escuchar a aquellos periodistas exitosos responder a la pregunta aquella de “¿qué noticia te gustaría dar?”. De hecho, creo que en la Facultad también hablábamos largo y tendido sobre ello. En aquella época: “el fin del terrorismo”, “entrevistar al Papa”, … Así, un sinfín de proposiciones. Todas ellas tenían siempre un algo de buenismo, de ilusión, de positivismo, de trascendencia.

El otro día, mientras consumía la información respecto al fallecimiento de este ‘héroe’ miraba a los presentadores de la televisión y pensaba en ellos y en los responsables de sus programas. ¿En qué momento se fue a la mierda aquella ilusión? ¿En qué momento una noticia como ésta dejó de tener la máxima importancia? ¿Cuándo, quién y por qué decidió llenar y llenar programas de basura dándonos la tabarra con la maternidad ‘subrogada’ de una persona? ¿Qué lleva al ser humano a preferir la mortadela al jamón ibérico? Esto será como los agentes telefónicos, que siempre tienen un responsable por encima que no está para atendernos. No quiero culpar a nadie. Supongo que todos tenemos nuestra responsabilidad y que tenemos que (sobre)vivir como mejor podemos.

Pero esa información de la maternidad subrogada no debería pasar del ámbito particular. No es que el tema no sea importante, es que si en vez de llamarse Ana García Obregón la madre se llamara Milagros Sánchez, no habría ocupado esta semana un segundo de actualidad y eso es lo que me da una rabia que me hace renegar, en ocasiones, de la profesión. ¿En qué momento una acción como la de Dámaso Guillén pasó a tener una importancia menor? Señores, lo que hizo este hombre debería llegar a todos los rincones del país. A las aulas de los más pequeños y a todos los mayores. Debería hacernos verter ríos de lágrimas a los más sensibles y debería ser un ejemplo para cualquier persona que se precie de tener un mínimo de humanidad.

No quiero convertirme en moralista ni dar lecciones ni a compañeros ni a nadie, pero desde aquí, al menos, quiero rendir mi pequeño homenaje a un hombre que entregó su vida por los demás, haciendo honor al cuerpo al que defendía.

Y si me perdonan, aprovecharé para entonar un …

¡Viva la Guardia Civil!

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.