Robert Maudsley: la historia real que hay detrás de «El silencio de los corderos»

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Su nombre es Robert Maudsley y es conocido por inspirar el personaje de Hannibal Lecter en «El silencio de los corderos».

Nació en Liverpool en 1953 y se crió junto a sus once hermanos, dentro de una familia trabajadora de clase media baja. Durante su infancia, fue sometido a diferentes abusos por parte de sus padres (le agredían con frecuencia, tanto mental como físicamente), por lo que lo trasladaron a la «Casa Nazaret», un hogar de acogida donde las religiosas lo cuidaban. Como consecuencia a lo pasado anteriormente, Robert tenía una mente inestable, y fue en esa casa donde intentó suicidarse en más de una ocasión. Diversos expertos hablan de que esos años iniciales de tortura y dolor marcarían al chico de por vida y sembrarían las semillas de una vida altamente criminal.

También se introdujo en el mundo de las drogas y desarrolló una terrible adicción. Para conseguir el dinero que necesitaba, el joven comenzó a tener relaciones sexuales con otros hombres.

En el año 1974 tuvo lugar su primer asesinato, cuando mató a un varón que lo había contratado para tener sexo con él, John Farrel, un agricultor. Robert había desarrollado un vínculo con el labrador, y asegura que el mismo era un pedófilo, que incluso le enseñaba fotografías de los niños de los que había abusado.

Fue por esta razón que el joven, enfurecido, lo estranguló hasta su muerte. Robert se declaró «inocente» y su caso fue concluido como homicidio involuntario, aunque fue destinado de por vida al Hospital Broadmoor, clínica especializada en demencia. Allí pasó los siguiente tres años.

Durante su estancia en el hospital, Robert se asoció con uno de los pacientes, y elaboraron un plan para matar a otro interno que había sido acusado de abuso sexual infantil. De esta manera, una noche, los dos chicos retuvieron al hombre y lo torturaron brutalmente hasta matarlo.

Tras esto, Robert fue enviado a la cárcel de Wakefield, lo cual no fue de su agrado. De hecho, escribió una petición para ser devuelto al hospital pero fue denegada. En la cárcel, fue vigilado mucho más de cerca y se intensificó la seguridad de la misma.

Una tarde de 1978, en la cárcel fue encontrado un cadáver en la mismísima celda de Robert. El joven había matado a Salney Darwood, un asesino condenado por torturar a su mujer, y lo había escondido bajo su cama.

Ese mismo día, nuestro protagonista buscaba su segunda víctima. La mala suerte se la llevó Bill Roberts, que había abusado sexualmente de una niña. Robert apuñaló a Bill con una cuchara hasta su fin. Sin mostrar ningún signo de remordimiento, entró en la oficina de uno de los vigilantes, dejó la cuchara en su mesa y le dijo que al pasar lista, no contara con dos presos.

Estos hechos provocaron un ambiente de tensión en la cárcel, hasta el punto de que muchos de sus compañeros pidieron a las autoridades que se lo llevaran. Así, se consideró someterlo a confinamiento solitario.

En el año 1983, se construyeron dos celdas debajo de la misma cárcel, donde Robert permanecería. La celda era como una «jaula de vidrio», lugar donde el infame personaje de Hannibal Lecter se mantuvo en la película de «El silencio de los corderos».

Ningún guardia tiene permitido establecer contacto con él. Robert pasa 23 de las 24 horas del día allí encerrado. La hora sobrante la utiliza para hacer ejercicio, siempre escoltado de seis oficiales. Las paredes de vidrio de su celda están fabricadas a prueba de balas y los guardias pueden vigilar qué es lo que hace todo el tiempo.

Robert llegó a pedir que le ofrecieran una cápusla de cianuro para terminar con su sufrimiento pero su solicitud fue rechazada.

Autor

Grado de Comunicación Audiovisual por la Universidad de Salamanca, Máster de Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela.