Teresa de Jesús, religiosa y escritora mística

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Santa Teresa de Jesús

Teresa nació una fría madrugada, el 28 de marzo de 1515. La historia nos cuenta que nació en Ávila, pero es posible que su nacimiento en realidad fuera en una casa de campo de la localidad abulense de Gotarrendura, y fue bautizada en la Iglesia de San Juan de la ciudad de Ávila.

Según cuenta la propia Teresa al que fuera su confesor, ya en su más tierna infancia demostró ser una niña con una gran imaginación, visiblemente vehemente y apasionada.

Fue su padre un gran aficionado a la lectura, quien le contagió de su pasión por los libros que se mezcló con su carácter piadoso, despertaron en Teresa su corazón e inteligencia con solamente seis o siete años.

Le llenaba de curiosidad la vida de los santos y le impresionaba cómo anteponían su vida, antes de renegar de su fe. Ocupaban también sus pensamientos que el infierno y el paraíso fueran para toda la eternidad. Aquellas fantasías que ya plagaban su cabeza de niña provocaron una escapada de Teresa con su hermano Rodrigo para explorar la “tierra de moros”, pero su aventura duró poco al ser descubiertos por su tío y devueltos a casa con la correspondiente reprimenda de sus padres.

Perdió a su madre siendo adolescente, y su desmedida imaginación dio pie a que le pidiese a la Virgen María que fuese su madre. Tras esta terrible y traumática pérdida se aficionó a jugar al ajedrez, ​juego que influenció una de sus obras “Camino de perfección”, en la que hace una metáfora con el ajedrez y la vida espiritual: “hay que apropiarse del rey”, que sería el “Rey de los Cielos”; la reina es capaz de poner a las otras piezas en apuros, pero siempre de forma oportuna, y desempeña el papel de la humildad.

Por expreso deseo de su padre, Teresa ingresó en el Convento de Nuestra Señora de Gracia como alumna en 1531, donde se enseñaba a las jóvenes labores de bordado y prácticas religiosas, mientras estaban en espera de casarse instruidas por una monja de nombre María de Briceño, cuya labor era la de instruir a novicias y alumnas. María de Briceño fue una de las personas que más influyeron positivamente en la vida de Teresa para que se iniciara en la oración y la vida espiritual. Pasó entre las paredes del Convento dieciocho meses, tras los cuales, influenciada por María de Briceño, tomó la decisión de que no quería casarse y su resolución fue la de convertirse en monja.

Pasados los años, Teresa se vio afectada por una enfermedad de la que apenas se tiene información, la cual provocó que volviera a casa. Se detuvo unos días en casa de su tío, en una pequeña aldea de nombre Ortigosa, donde pasó tiempo leyendo las Epístolas de San Jerónimo. Se instaló en la casa de campo de su hermana María de Cepeda y su marida Martín de Guzmán y Barrientos en Castellanos de la Cañada.

Ya recuperada, Teresa regresó al hogar paterno y se ocupó durante tres años de hacer las labores de casa. En el transcurso de estos años, comunicó a su padre su deseo de no casarse, al cual su padre se negó en rotundo, pero su denuedo y su vehemencia, hicieron que no cambiase de opinión.

El 2 de noviembre de 1535, Teresa entró como postulanta en el Convento de la Encarnación, de Carmelitas, en Ávila. Teresa comenzó su noviciado el 2 de noviembre de 1536 y profesó como monja en 1537, tras lo cual su salud empeoró padeciendo desmayos y una cardiopatía.

Su consagración a Dios fue tan radical que perdió su jovialidad, le invadió la tristeza y sus penitencias corporales, no terminaban de satisfacer su búsqueda de amor e intimidad con Dios, lo que desencadenó un desequilibrio psíquico y físico.

Se trasladó de nuevo a Becedas, para ponerse en manos de una curandera, que le administró todo tipo de hierbas, aun así, Teresa empeoró, sufrió un ataque repentino y violento, en la que llegó a perder el conocimiento, llegando a recibir la extremaunción. Esperaron varios días antes de enterrarla, por decisión de su padre, y estando con su hermano fue cuando Teresa recuperó el conocimiento, en realidad había sufrido un coma profundo durante cuatro días, una experiencia muy dura debido a su juventud que le dejaría marcada de por vida, padeciendo diferentes dolencias y con un «miedo a la muerte» que solo desapareció con la gracia mística.

Vuelve al convento aún convaleciente, donde pasaría en cama durante tres años, tras los cuales pasaría de nuevo a su vida activa en el convento, atribuyendo su mejoría a la intercesión de san José.

La vida en el convento no era en absoluto austera, lo que permitía la visita de los familiares de Teresa, e incluso la salida del convento para visitar a sus familiares o a personas vinculadas a la orden. Fue entonces cuando Teresa regresó a su hogar a cuidar de su padre, gravemente enfermo falleciendo en diciembre de 1543.

Contaba Teresa que fue en ese año cuando se le apareció Jesucristo reprendiéndola por desatender su labor en el convento, así como la aparición de un sapo gigante, siendo Teresa muy escéptica con este tipo de apariciones.

En 1554, volvió a su rutina de ejercicios espirituales, como la meditación, y en 1555 decidió dedicarse a la vida espiritual de forma más estricta.

En 1558 vivió su “primer rapto” y su primera “visión del infierno”. Teresa nos cita: “vi una cavidad sucia, maloliente, parecido a un horno oscuro” con reptiles en el suelo, para luego llegar a un lugar donde sufren su pena los condenados en el fuego.

La siguiente aparición de Cristo tuvo lugar en junio de 1559 mientras estaba rezando, teniendo la sensación de que le tenía a su derecha y que le hablaba.

Fue en 1560 cuando Teresa, junto con varias monjas deciden formar un nuevo convento con nuevas reglas de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, volviendo a la austeridad, la pobreza y la clausura, el auténtico espíritu carmelita, pero no fue hasta 1562 cuando consiguiera fundar el convento, cambiando en dicho año su nombre por el de Teresa de Jesús. Pasaban los días dedicadas a la oración, la lectura de libros religiosos y al trabajo. Innovaron dedicando tiempo al recreo, a Teresa le importaba mucho que las monjas estuvieran alegres, y dedicaban estos ratos a cantar y a organizar concursos poéticos.

Otra de las innovaciones de Teresa, fue la de caminar descalza, la cual les otorgó el nombre de carmelitas descalzas, siendo en 1567 autorizada a formar otros conventos de carmelitas descalzas en Castilla, Alcalá de Henares y Toledo entre otros posteriormente.

Fue ya en 1570 cuando fundó el Convento de Salamanca, de los que aún se conservan algunos restos y de este convento se trasladaron al de Cabrerizos (Salamanca).

Ya en 1571 la Santa decidió fundar el convento de Alba de Tormes, no sin algunas reticencias, ya que Teresa consideraba Alba de Tormes como un lugar muy pequeño para vivir de las limosnas, y era reacia a fundar conventos con rentas, aun así, animada por el Concilio de Trento le permitió crear el convento acordando con ellos las rentas del convento.

En 1572 San Juan de la Cruz, paso a ser el confesor y director espiritual de las monjas de la Concepción.

Pasó a ser persona de confianza de la duquesa de Alba, trasladándose a vivir una temporada con ella en el palacio de dicha localidad, donde comenzó a escribir su libro sobre las fundaciones.

Se inició su proceso de beatificación en 1595, respondiendo a los testimonios de que Teresa levitaba y se elevaba por encima del suelo.

Dejó de ser priora del Convento de la Encarnación de Ávila el 6 de octubre de 1574.

Continuó su labor durante los años posteriores fundado otros conventos, entre ellos lo de Sevilla y Córdoba. Ya con la salud muy deteriorada fundó el de Burgos,

Regresó a Alba de Tormes en septiembre de 1582, quedó postrada en cama el 2 de Octubre recibiendo la extremaunción el 3 de octubre, falleciendo en los brazos de Ana de San Bartolomé el 4 de octubre del mismo año Juliano, siendo sustituido este al día siguiente por el año calendario Gregoriano en España, por lo que se considera el día de su fallecimiento el 15 de octubre de 1582.

El cuerpo no se embalsamó, siendo enterrado en Alba de Tormes a decisión de los duques, envuelto su cuerpo en una tela dorada y depositado en un ataúd de madera, sepultada en un nicho construido en un muro que separa la capilla del coro de las religiosas quedando rota la tapa del ataúd, las monjas protestaron por que el cuerpo de la santa quedara enterrado así, y fue al exhumar su cuerpo el 4 de julio cuando se encontraron a Teresa como si estuviera recién enterrada, con su cuerpo completamente intacto.

Para disponer de reliquias, Jerónimo de la Madre de Dios cortó la mano izquierda y el dedo meñique. Envolvió la mano en un pañuelo y luego en papel, la metió en un cofre y se la dio a las carmelitas descalzas de Ávila. Envolvieron el cuerpo de la Santa en un sayal, lo metieron sobre una mula entre dos pacas de paja y lo llevaron a Ávila. Mandaron hacer un arca para meter el cuerpo.

En Ávila se interpretó como un milagro el agradable olor que desprendía el cuerpo de la Santa tres años después, terminando el cuerpo de la santa en esta ciudad.

El cuerpo fue examinado el 25 de marzo de 1588, a petición del obispo de Salamanca, Jerónimo Manrique. El jesuita Francisco de Ribera estuvo en aquella inspección y escribió sobre el estado del cuerpo y de la reliquia del brazo en aquel entonces. El brazo era envuelto en un paño que se iba cambiando y que se entregaba a los visitantes como objeto de devoción.​

En 1588 unos médicos le extrajeron el corazón. Este se encuentra en un relicario de 1671 en el convento de Alba de Tormes.

El sepulcro de Teresa de Jesús está custodiado por nueve llaves, de las que tres están en posesión de la Casa de Alba.

En la actualidad hay reliquias del cuerpo de la Santa en diversos lugares de España.

Autor

Apasionada de la lectura y de la música. Aficionada a escribir relatos cortos.