El Retablo Mayor de la Iglesia de Macotera

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Macotera Iglesia de Nuestra Senora del Castillo 06

Como podéis observar el retablo de la capilla mayor es de gran altura y cubre completamente el lienzo recto del presbiterio. Se construyó en 1751, desconocemos el nombre de su autor, aunque por el aire que se da con el retablo de la iglesia de San Esteban de Salamanca, tallado por José de Churriguera, seguramente, fue labrado por alguno de sus seguidores.

Se colocó al año siguiente 1752, y Juan de Horcajo, albañil macoterano, fue quien levantó su altar. Como es natural su colocación fue un acontecimiento y todo el pueblo, junto con las autoridades y sacerdotes, acudió a los actos programados; se abrió el día con la bendición del retablo y con la celebración de la santa misa, en la que actuó, como orador sagrado, el padre Francisco Juan Vilar, predicador mayor y General del convento de San Francisco de Salamanca. La construcción de retablo importó once mil reales de vellón.

Durante nueve años, el retablo mantuvo el tono propio de la madera, con la presencia, únicamente, de Nuestra Señora del Castillo en su trono, y el tabernáculo o sagrario. En 1762, se manda que, con caudales de la iglesia, se haga
dorar el retablo mayor, para que esté más decente; el dorado del retablo importó 11.900 reales de vellón, y se incluía en dicha cantidad, la hechura y dorado de Nuestra Señora de la concepción (1763), la de san Juan Bautista (1763) y la de san Ildefonso (1762), y retocar la imagen de Nuestra Señora del Castillo (1760) y el dorado de los marcos del altar mayor.

Firma el recibo el salmantino, Diego Enríquez, que es el encargado de llevar a cabo el trabajo. El retablo es de madera dorada y policromada. Consta de un enorme banco, un gran cuerpo central y un ático de medio punto, abrochada su clave por una tarjeta (adorno) con el anagrama mariano en su centro y decorada con hojas carnosas. El banco tiene en sus laterales dos puertas, decoradas con placas, adornadas con follaje; sobre ellas hay dos veneras,
rodeadas de hojas carnosas y en los lados colgaduras de hojas, en las que se lee, en la de la izquierda “se doró año de
1763” y en la de la derecha, “se colocó na (nuestra) se (señora) la concepción”.

El cuerpo está dividido en tres calles por cuatro columnas salomónicas, siendo la central más ancha y profunda que las laterales, profusamente decoradas con adornos ovalados, pámpanos y racimos de uvas y espigas, (símbolos de la Eucaristía), hojas carnosas y cabezas de angelitos; Las columnas se apoyan sobre ménsulas con adornos de hojas y con un ángel alado en sus frentes. la calle central alberga el sagrario y la hornacina con la imagen de la Inmaculada Concepción. El sagrario es un tabernáculo flanqueado por cuatro columnas, asentado sobre tres gradas, y que muestran dos cortinajes recogidos. Sobre él, está la hornacina, que acoge la figura de la Inmaculada, rodeada de una orla de cabezas de ángeles; otros cuatro sujetan dos cortinones a los lados, que rematan, en la parte superior en una Gloria con la paloma del Espíritu Santo, rodeada de nubes, flores y cabezas de ángeles.

En las calles laterales, hay dos hornacinas con las imágenes de san Ildefonso, en la calle de la derecha, y san Juan Bautista, en la calle de la izquierda; bajo las hornacinas hay sendos espejos (adornos) decorados con un jarrón de flores, hojas carnosas y cabezas de ángeles en la parte inferior; sobre las hornacinas figura un sol dorado, orleado de nubes y cabezas de ángeles, y con uno regordete columpiándose en la parte inferior.

Dos pilastras dividen el ático en tres calles; las dos laterales tienen forma semicircular, decoradas con jarrones de azucenas (símbolos de pureza), rodeados de caprichosos follajes; delante de las dos pilastras y cabalgando, sobre repisas, hay dos angelotes con las alas desplegadas, que llevan en sus manos dos varas con flores.

La hornacina, que acoge la imagen de Nuestra Señora del Castillo, está flanqueada por dos pilastras decoradas con follaje.

Iconografía

Este retablo, por los símbolos que muestra, es una exaltación del dogma de la Inmaculada Concepción (la Virgen concebida sin pecado). Esta idea la avalan la presencia de la Espíritu Santo en forma de paloma sobre su cabeza; la presencia de los jarrones de flores o azucenas (símbolo de pureza), la presencia de la serpiente (símbolo del pecado original); la compañía de la figura de San Ildefonso no es capricho de Diego Enríquez, pues el Santo, en el siglo VII, profesaba una profunda devoción a la Inmaculada Concepción, muchos siglos antes de que se proclamara como dogma de la iglesia (08/12/1854).

Y sobre la Virgen concebida sin pecado original, publicó su tratado “De Vírgine Sanctae Mariae”; como tampoco es caprichosa la figura de san Juan Bautista, su sobrino, como testigo de su concepción en la “Puerta Aurea”; el coro de ángeles, que orlan su imagen, la presencia del sol (símbolo de pureza), las nubes y los ángeles, salpicados por todo el retablo, la muestran como Reina de los Cielos.

Boletín informativo: Asociación Cultural «Amigos de Macotera», nº 200.

Autor

Maestro. Escritor e investigador. Realizó estudios de Historia del Arte en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca. Ha publicado varios libros sobre Macotera y comarca.