Pandemias de ayer, pandemias de hoy

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“Nuestras armas contra las actuales epidemias son ciertamente superiores a las de los tiempos de Tucídides o Bocaccio, pero en el fondo siguen existiendo los mismos problemas”

La historia nos remite a unos 258 episodios que podrían ser tratados como pandemias. De todos ellos, me referiré sólo a aquellas en las que hay referencias a su extensión geográfica generalizada; y dada la lógica limitación de espacio a la que debo ceñirme, he querido restringirlas aún más: a las pandemias digamos “literarias”, es decir, aquellas que han encontrado una destacada pluma que las haya descrito. Entre todas ellas, me ha parecido oportuno quedarme con dos: la peste de Atenas del 430 a. C., narrada por Tucídides en su monumental Historia de la Guerra del Peloponeso, y la Peste Negra de 1348, descrita con todo detalle por Giovanni Boccaccio en la introducción a la Primera Jornada de su no menos monumental Decamerón.

La peste de Atenas asoló Grecia, pero fundamentalmente a la ciudad de Atenas, en el segundo año de la guerra del Peloponeso (430 a. C.), que enfrentó a Atenas, una potencia marítima, con la Liga del Peloponeso comandada por Esparta, una potencia terrestre. A partir de la descripción de Tucídides, no queda clara la naturaleza patológica de la epidemia; es patente que no se trató de peste bubónica; la mayoría de los autores se inclinan por una epidemia de fiebre tifoidea. Su carácter pandémico queda bien descrito por Tucídides cuando arma que la epidemia se originó en Etiopía, desde donde bajó a Egipto y Libia, extendiéndose después a todos los dominios del Gran Rey de Persia, con lo cual abarcaba las tres partes del mundo conocido de entonces: África, Asia y, por último, Europa.

La Peste Negra de 1348 fue un brote de peste bubónica procedente del Asia Central. Apareció en el enclave genovés
de Caffa (Crimea), asediado entonces por un ejército mongol, y en el asedio se arrojaron cadáveres infectados mediante catapultas para forzar la rendición. De allí se trasladó por vía marítima hasta llegar a Messina, en Sicilia, en 1347 AD, de donde pasó a la península itálica y, de ahí, a toda Europa. Se estima que produjo entre 50 y 200 millones de muertos. Su naturaleza patológica queda bien aclarada por la descripción que de la misma hace Boccaccio en la obra mencionada, entre otras razones.

Veamos ahora algunas características comparativas con la actual pandemia covid-19:

1. Ineficacia de la medicina convencional

Tucídides señala que “los médicos desconocían la enfermedad” y que “no se trataba de un mal ordinario”. Bocaccio, por su parte, señala que “no parecía que valiese o aprovechase consejo de médico o virtud de medicina alguna”.

Todos hemos sido conscientes de la oscuridad en la que se movía nuestro sistema sanitario en los primeros días de la pandemia. Se dudaba sobre la eficacia de medidas de con tención, del papel de las superficies, de la naturaleza de la transmisión aérea, etc. Por no hablar de la existencia o no de comités de expertos. Por otra parte, la elevada mortalidad de los profesionales sanitarios en los primeros momentos de la pandemia es indicativa de la naturaleza “sorpresiva” de la  pandemia.

2. Silenciamiento de otras patologías

Tucídides señala que “el año de la peste fue muy saludable en cuanto a otras enfermedades” y, evidentemente, se refería al mismo fenómeno que ha ocurrido con la pandemia covid-19: en primer lugar, los propios pacientes se resistían a acudir allá donde pudieran ser contagiados y, por otra parte, el sistema sanitario estuvo volcado en el tratamiento de la pandemia, con ocupación de UCI y quirófanos que, en otras circunstancias, estarían dedicados a otras patologías.

3. Inobservancia de leyes, divinas y humanas. Subversión del orden social

Los autores citados, tanto uno como el otro, nos señalan lo frágil del cumplimiento de la ley ante la realidad de la epidemia. Tucídides nos dice que “fue el comienzo de un mayor desprecio por las leyes”, mientras que Boccaccio señala la caída de “la reverenda autoridad de las leyes, tanto divinas como humanas”. Entre nosotros, las infracciones más habituales fueron las relativas al uso de las mascarillas, al mantenimiento de la distancia interpersonal o las aglomeraciones de personas por encima de aforos permitidos, además de botellones y estas “privadas”.

4. Abandono de la propiedad

Boccaccio describe cómo “las más de las casas se habían hecho comunes y así las usaba el extraño, si se le ocurría, como las habría usado el propio dueño”. En la actual pandemia covid-19, han aumentado los casos de ocupaciones ilegales de viviendas propiedad de particulares y empresas. En la mayoría de las ocasiones, quienes están detrás son mafias que hacen negocio facilitando el acceso ilegal. Es decir, el problema crónico de la ocupación ilegal se ha agravado.

5. Alteración de las relaciones familiares

Hasta los familiares abandonaron la costumbre de las lamentaciones por los muertos”, nos dice Tucídides; mientras que, en el Decamerón, a Boccaccio le asombra el hecho de que incluso padres y madres evitaban visitar y atender a sus hijos. En la pandemia covid-19, el aspecto más delicado de las relaciones familiares ha tenido lugar con motivo de los confinamientos.

En éstos, las relaciones en la vida familiar no han obedecido a un patrón común; bien intensificadas, bien iguales, o bien empeoradas, a partes iguales.

6. Degradación de los rituales

En las dos pandemias citadas, los autores muestran gran escándalo por la degradación de los rituales funerarios. Tucídides señala cómo se aprovechaban las piras funerarias ajenas y Boccaccio, las procesiones fúnebres. En la pandemia covid-19, la mayor tensión registrada en los ritos habituales de tránsito se dio en la primera oleada de la pandemia, cuando las agencias funerarias de las grandes ciudades no daban abasto en el manejo de la situación por el elevado número de entierros. De ahí que llamara la atención la portada de un diario que publicó el aspecto que ofrecía el Palacio de Hielo de Madrid, donde se acumulaban los féretros, así como el hallazgo, por parte de personal militar de la UME, de personas fallecidas prácticamente abandonadas en residencias de mayores. Igualmente se han visto afectado las estas tradicionales.

7. El enemigo externo

Una constante en prácticamente todas las pandemias, sobre todo ante la impotencia manifiesta que la sociedad constata ante el mal, es la búsqueda de un enemigo externo. En el caso de la peste de Atenas, la cuestión estaba clara: los peloponesios habrían envenenado los pozos. En la Peste Negra, aunque Boccaccio no lo recoge, las culpas fueron proyectadas muy frecuentemente sobre los judíos, víctimas de pogromos sobre todo en Europa Central, coincidentes con el movimiento de “Flagelantes”.

En cuanto a la pandemia covid-19, nos encontramos dos “enemigos externos”. Uno es la República Popular China. Ciertamente, la opacidad oficial del Gobierno chino no ha ayudado a despejar esta creencia; así como el hecho, indiscutible, de un origen cuando menos sospechoso: la epidemia surge en el mismo lugar en el que China mantiene un importantísimo centro virológico. Ha surgido también un “enemigo externo” de otra índole. Se trata del llamado Nuevo Orden Mundial (NOM).

Según estas creencias, el NOM sería el causante último de la pandemia para acelerar los fines de la Agenda 2030.

8. Los aprovechados

Boccaccio nos habla en el Decamerón de “la avaricia de los criados que por gruesos salarios y abusivos contratos servían”. Así, la Peste Negra fue la manera de acceso a la propiedad de muchas fortunas que luego surgirían en el Renacimiento. En la pandemia covid-19 han aparecido múltiples tipos de estafa relacionados con la pandemia. Los más habituales en nuestro medio han sido: (1) Realización de pruebas diagnósticas falsas; (2) falsificación de certificados médicos; (3) falsas vacunaciones; (4) el fenómeno de Corona-phishing: aparición de ONGs falsas que recaudan dinero para, presuntamente, combatir la pandemia; y (5) todas las relacionadas con las seudo-medicinas, que han proliferado al amparo de la pandemia.

Conclusión

El lector habrá podido constatar la vigencia del viejo dicho Nihil novum sub sole. Con esta pandemia hemos aprendido mucho, por una parte; mientras que, por otra, ha supuesto un baño de realidad, mostrando nuestra vulnerabilidad ante las infecciones. Nuestras armas contra ellas son ciertamente superiores a las de los tiempos de Tucídides o Bocaccio, pero en el fondo siguen existiendo los mismos problemas.

La próxima pandemia puede tardar cien años en aparecer; pero también puede hacerlo al año que viene. Espero que el mencionado baño de realidad nos sirva para algo.

Artículo de Enrique Battaner Arias, académico de la Real Academia de Medicina de Salamanca, publicado en la revista Salamanca Médica nº 75.

Autor

El Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Salamanca, corporación de derecho público con casi 130 años de historia y más de 2.800 médicos de Salamanca, es el editor de la revista "Salamanca Médica", publicación de Medicina y Humanidades.