EL FARO DE ALEJANDRÍA: ¿Eres merecedor y digno del esfuerzo que los demás hacen por ti?

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¿A que muy pocas veces te habrás preguntado si eres merecedor y digno del esfuerzo y sacrificio que otros- nuestra familia, amigos y también compañeros de trabajo- hacen por ti de forma natural? Lo que sí te aseguro es que hay personas (que no son pocas) que jamás se lo han planeado… ¡y ni siquiera les preocupa!

Pertenecen a esa tipología de personalidad en la que lo que para ellos vale, es todo aquello referido a su persona y sus circunstancias. La importancia de la vida para ellas solo ocurre cuando tiene que ver con ellos, además de estar muy pendientes de la “tajada” (nunca mejor dicho coloquialmente) que pueden sacar, o sea, cómo pueden aprovecharse de una nueva situación que se les presenta.

Su comportamiento típico se traduce en que siempre esbozarán una sonrisa o darán una palmadita en la espalda, a sabiendas que la bondad del otro o de los otros, sean familiares o esos amigos y también sus colegas del trabajo, les permitirán obtener un beneficio. Así de claro. Ver lo que se puede obtener sin importar lo que los demás hacen por él.

Pero, considerando muy optimistamente que no son mayoría, que justamente el “gran público” al que todos pertenecemos tenemos más sensibilidad ajena (nos preocupa el otro), igualmente pareciera que no somos conscientes o incluso peor, a veces no le damos la importancia que deberíamos darle. Como si fuera algo que los demás están obligados por el solo hecho de tener determinado vínculo con nosotros. ¿Por qué nos ocurre esto?

Si nos mirásemos más a menudo hacia nuestro interior (lo que llamamos técnicamente tener en cuenta nuestra visión interior) buscando los valores y principios que guían nuestra vida, nos ayudaría mucho a ejercer ese reconocimiento. Porque si tenemos muy en cuenta la manera en qué pensamos, los impulsos que nos llevan a actuar de determinada forma y las acciones que emanan desde lo más profundo de nuestro espíritu, seguramente encontraríamos muchas razones que subyacen en nuestras propias raíces, para dar las gracias. Ser conscientes para sentirnos agradecidos y hacérselo saber a quién o quiénes merecen saberlo. Que sepan que les reconocemos lo que han hecho o lo que hacen por nosotros. Es importante decirlo.

Vamos a un ejemplo concreto, como fue la terrible plaga de incendios que nos azotaron este verano en varias Comunidades Autónomas. La pregunta que te hago es: ¿te parece que les hemos reconocido y al mismo tiempo agradecido suficientemente a los bomberos y cuerpos de seguridad, así como a la Unidad Militar de Emergencias (UME)? Me parece que no. Es más… mayoritariamente, las personas ni siquiera se les ha pasado por la cabeza, quizás porque consideren que es su trabajo y que para eso se les paga, aún a sabiendas que es una profesión que conlleva un elevadísimo riesgo para la vida de los abnegados profesionales que han combatido la España que ardía el pasado verano.

Pero en el plano personal, cuando las ayudas de las personas que se esfuerzan por nosotros y no hemos sido capaces de reconocer hasta ahora, son errores que nos pesarán en la vida cada vez que cumplamos más años y seamos reacios a reconocer y agradecer. A dar un abrazo fraterno cuyo valor no tiene precio en dinero, pero que sí llena cualquier corazón.

Cuántas veces nos hemos detenido al recordar o expresar el nombre de un ser querido que ya no está, como queriendo pedir perdón por todo aquello que no hemos agradecido suficientemente.

Decía un poeta anónimo mexicano que “los mausoleos de los cementerios contienen infinidad de frases y despedidas que jamás hemos pronunciado”. No debemos arrepentirnos de las palabras que decimos, sino de aquellas que no hemos tenido el valor o la honestidad a veces, para gritarlas y que el resto del mundo se entere.

Aquel compañero de equipo que está siempre en todas las ocasiones en disposición de ayudar a otro, que, por el contrario, huye cada vez que puede de esos encuentros necesarios, cómo, por ejemplo, encontrar el momento de expresar la gratitud por una acción realizada en su beneficio.

Son de esas personas que ante un favor de un compañero en el trabajo dicen: “pero si solo me ha cambiado su hora por la mía, no es para tanto”. ¡Pues sí que lo es! Porque esa persona cambió su tiempo de trabajo y también de su vida (algo ha sacrificado) por el tiempo de su compañero, que a lo mejor lo necesitaba para una cuestión tan noble, como llevar su hijo al médico.

Pero no es menos noble la acción de esa persona que ha permitido que tú puedas haber ido a la consulta de ese médico en un horario que originalmente no podías. Puedes pensar que “con un dar las gracias es suficiente”, Pero ¿qué te parece si lo expresas, por ejemplo, diciendo: estoy en deuda contigo, menos mal que me has cambiado el turno, porque no podría haber ido al médico. Gracias”. ¿Es esto pedir demasiado?

También es cierto que en los ambientes de trabajo existen jefes que piden y piden mucho más de la obligación que tiene el empleado y no agradecen jamás. ¿Consecuencias? Se va resquebrajando la confianza en el grupo, se pierda ese clima agradable que genera una comunicación directa, sincera y especialmente sensible, a los problemas que plantea el equipo. Por supuesto que sí se corroe irreversiblemente la confianza en esa persona.

¿Pero sabes lo que es más importante si nos hacemos merecedores y dignos del esfuerzo de los demás? Que ese favor que nos hacen, ese esfuerzo y sacrificio, caso de los padres para que los hijos tengan una carrera, se convierte en un necesario camino de apoyo que nosotros daremos a los demás, y que como los que antes lo hicieron con nosotros, no pediremos nada a cambio, solamente diremos: sé merecedor y digno de este esfuerzo. Ser dignos en la vida es vivir con honor, más allá de riquezas y otras formas de poder.

Lo importante es entenderlo temprano en la vida, no tarde. A mí me ocurrió ya hace muchos años por un comentario de una persona que me hizo reflexionar sobre esto que estamos debatiendo hoy. Era una persona allegada a la familia de un miembro muy conocido en el barrio en que vivía que había fallecido del cual dijeron: “1.600 personas estuvieron en su entierro…esto da idea de su carácter y de lo que significó para todos nosotros”.

Para ese agradecimiento póstumo y por supuesto, reconocimiento como persona, no cabía duda alguna que tenía que ver más allá de su carácter y de esa expresión que se dice siempre “qué buena persona era”, de que finalmente al final de su vida pesaba de manera tremendamente positiva y ejemplificadora, cómo se había comportado con su familia, amigos y compañeros de trabajo. De ahí el impacto que a todos les produjo su muerte.

Si has llegado hasta aquí en la lectura (es lo que espero), estoy seguro que te habré hecho reflexionar e incluso recordar a quién o quiénes debes ir corriendo y darles un abrazo de agradecimiento por lo que ha hecho o han hecho por ti.

Sin duda ¡te vas a sentir mejor! Pero no debes hacerlo para que tengas este sentimiento de estar mejor contigo mismo, sino de que esa otra u otras personas realmente reciban tu reconocimiento y tus sinceras gracias expresándoles cuán importe es para ti lo que han hecho, que no solo no lo olvidarás nunca, sino que te ha servido de guía y estímulo para hacerlo con los que vienen detrás. Sean tus hijos u otras personas no tan cercanas, pero que sabes que tú sí estás en este momento en condiciones de repetir lo que hicieron por ti.

La vida es un “toma y daca”. Agradecer no es una obligación escrita. Es un deber moral y ético. Y ante la pregunta de mi aportación de hoy ¿eres merecedor del esfuerzo que hacen los demás por ti?”, reacciona de manera que, si eres totalmente consciente de ese esfuerzo que esa o esas personas más o menos próximas a ti han hecho e influenciado positivamente en tu vida, reciban el alivio de que no se equivocaron, porque eres digno de ello. Que lo merecías y que tu actitud noble de agradecimiento y reconocimiento a su vez engrandecerán aún más tu dignidad como persona.

Autor

Vicepresidente del FORO Ecofin y director de www.ecofin.es , CEO de www.demuestra.com, Presidente del Instituto Ecofin de Liderazgo, coordinador académico de la Red e Latam del grupo Media-TICS. Puedes enviarme comentarios y consultas a jzunni@telefonica.net