El Niño de la Capea arrolló a su paso en la corrida de toros que conmemoró sus 50 años de alternativa en el coso guijuelense el pasado 19 de junio. Tres orejas y rabo fueron sus trofeos finales, que se antojaron casi anecdóticos en comparación con la dimensión que el veterano torero ofreció ante un coso que se vistió de sus mejores galas y que llenó sus tendidos casi al completo.
Tres meses de preparación física y mental, Pedro Gutiérrez Moya consiguió recuperar la ilusión por torear que se tradujo en la arena con un derroche de torería y raza que no dejó indiferente a nadie y sorprendió a quienes nunca habían tenido la ocasión de verle torear. A sus casi 70 años, mantuvo intacta su esencia, que fue capaz de transmitir frente a sus dos oponentes, de su propia casa. Acompañaron en su gesta al torero salmantino, su yerno, Miguel Ángel Perera, y su hijo, El Capea, lo que hizo más significativa y emotiva aún si cabe la tarde en cuestión.
El maestro Capea, vestido con un terno azul marino y oro, logró cuajar el primero de su lote, un toro de Carmen Lorenzo, en una faena que se fundamentó en tandas precisas que llenaron los tendidos de “olés”. El toro embistió con nobleza, lo que le permitió mostrar su registro marca de la casa. Cortó dos orejas y rabo, dejó el listón y la emoción muy altos para el devenir de la tarde.
Ante el cuarto firmó una bella labor. El maestro se mostró templado y con una actitud digna de un joven de 20 años que tuviese delante 30 corridas. Los tendidos respondieron de forma apasionada y entregada al toreo de un maestro en el que destacó su gran asiento y poso. Tal fue la emoción de la faena, que aún con el fallo a espaldas, el Niño de la Capea, se cortó la coleta en un acto que protagonizaron sus propios nietos y su hijo.
Sus compañeros de terna, tanto Miguel Ángel Perera como El Capea, cortaron cuatro orejas cada uno de lo que a la postre fue un excelente y noble encierro de la ganadería de Carmen Lorenzo y El Capea. Ambos prefirieron acompañar al maestro en su salido en hombros, pero a pie.
Se unieron el resto de toreros presentes que no quisieron perder la ocasión de portar en hombros a una leyenda viva del toreo como es el Niño de la Capea, protagonizando así, otra de las bellas estampas de una tarde en la que todo salió a pedir de boca.
Paula Zorita – Revista LANCES Feria de Guijuelo