Las claves de la tauromaquia

- en Toros

Frente al repetido tópico de la pasión como revulsivo del entorno taurino, esta exposición sostiene la tesis de que, por el contrario, el equilibrio es lo que verdaderamente le engrandece. Ya se ha consignado, en tal sentido, la referencia a los elementos fundamentales de la función–toro, torero y público–, pero dicha exigencia también debe proyectarse a la estructura de la lidia, entendiendo el término como el conjunto de suertes practicadas con el toro desde su salida de toriles hasta el arrastre. La división en tercios de la corrida no puede confundirnos, porque la finalidad de todo lo que se hace en el ruedo es única: preparar al astado para la muerte. Tal propósito requiere ritmo en la sucesión de suertes y ello presupone equilibrio entre los distintos capítulos del acontecimiento.

La lidia necesita, primero, el encuentro toro-torero en la frontera del capote, como prólogo del castigo inmediato, entre quites desafiantes de la torería; después, el puente valiente y sin engaño de los pali-troques; y, por último, la preparación del sacrificio y consumación de la lucha entre el raciocinio y la furia. Pero para que tan apasionante tríptico se traduzca en la grandeza buscada, es imprescindible la armonía. Si nos planteamos una apreciación negativa del espectáculo taurino–aparte de la razones consignadas en relación con la exigencia taurocéntrica–debemos buscar su causa en el desfase entre lost ercios de la corrida.

La idea queda expuesta en «Taurología y pensamiento», donde sostengo que la deficiente transformación de la lidia ha supuesto, como nota fundamental, el incremento de la importancia del tercio de muerte, en detrimento del de varas, con lo que la fiesta ha perdido la emoción de la competición y el enfrentamiento entre sus protagonistas, convirtiendo el espectáculo en una sucesión de faenas, sin emotiva conexión, que muy bien puede originar tedio en el espectador si asiste con frecuencia a la plaza. Efectivamente, antaño, la suerte de varas se alargaba lo suficiente para que, en turno de quites, los tres diestros anunciados rivalizasen ante la misma res, y ello establecía una justa medida en la valoración de estilos, y se traducía en incremento de emoción y estética en el albero y de afición y entusiasmo en los graderíos.

La consecuencia de lo expuesto era que la duración de la faena muleteril, en el tercio de muerte, se reducía mucho, quedando en su extensión correcta para la finalidad buscada: cuadrar al morlaco adecuadamente ante la suerte suprema y decisiva, en la que las armas de los oponentes se cruzan fuera del respectivo campo de visión…

Fragmento del libro «Las claves de la tauromaquia», de Mariano Tomás Benitez.

Revista Lances de pluma y pincel – 21 de septiembre de 2022

Autor

Equipo de redacción de NOTICIAS Salamanca. Tu diario online. Actualizado las 24 horas del día. Las últimas noticias y novedades de Salamanca y provincia.