Seguramente, Fidel aficionado taurino donde los haya, desconoce la noticia y la anécdota. Fue el 13 de septiembre de 1954 en la “Glorieta” de Salamanca, El cartel de toros lo componían Antonio Bienvenida, César Girón y el salmantino, Victoriano Posadas, misacantano en la tarde. Se lidiaban toros de los hermanos Cembrano y uno de Lisardo Sánchez, en sustitución del quinto de Cembrano, por cojo. Lleno hasta la bandera.
Victoriano Posadas tomaba la alternativa en su plaza y obtuvo un triunfo sublime en arte, cortó en su primero, las dos orejas, rabo y pata. El público le pidió que matase el segundo, porque no había nada que rascar.
Cesar Girón saltaba con la vitola de triunfos por plaza, era el matador de moda. Se decía de él “está más bravo que los toros”, por su valor y arte. Cortó las dos orejas y el rabo a su primero, saltó peligroso el segundo, y, resarció al público regalando un sobrero de don Manuel González, que mandó al desolladero sin las orejas y ni el rabo.
Antonio Bienvenida estuvo en artistas, se le premió la faena de su primero con una oreja, y se hirió con el estoque la pierna izquierda en su segundo y ya no salió de la enfermería.
La plaza se rompió de locura y entusiasmo, y, al finalizar el festejo, buena parte del público saltó al redondel y tomó en hombros a los dos diestros y no los soltó hasta que llegaron al Gran Hotel.
La anécdota fue que algunos aficionados mostraron su delirio arrojando almohadillas al ruedo. La policía tomó nota y los denunció y tuvieron que abonar la correspondiente multa. Entre ellos, había un seminarista, seis jóvenes y una mujer.
Según el documento, que me han hecho llegar, la mujer era de Macotera, de nombre Remigia, de 38 años, casada, gran aficionada al arte taurino, que pagó la multa sin miramientos, porque aquella tarde apoteósica en arte, belleza y valor le quedó impactada por vida.
Publicado en el Boletín «Amigos de Macotera», número 201.
