DICYT En el marco de las “Ayudas destinadas a la realización de Investigación Industrial o de Desarrollo Experimental en el marco de la plataforma de dinamización de I+I Agraria y Agroalimentaria del ITA para promover la atracción de talento científico técnico” de la Junta de Castilla y León, la empresa Innovaciones Agroalimentarias S.L. junto con el Instituto de Investigación en Agrobiotecnología (CIALE) de la Universidad de Salamanca y el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL), han puesto en marcha un nuevo proyecto de investigación que pretende analizar el potencial del cultivo del amaranto. El objetivo de esta iniciativa es explorar la adaptación de esta especie a las condiciones edafoclimáticas de la meseta norte, evaluando su potencial agrícola y nutricional.
El amaranto (Amaranthus sp) está considerado un pseudocereal, porque sus semillas son como las de los cereales, ricos en materiales harinosos y aptos para la panificación, es decir que se comporta y se consume como un cereal, pero no lo es desde el punto de vista botánico. Los pseudocereales antiguos, y olvidados durante siglos, están haciendo una reaparición en las dietas occidentales, como una alternativa saludable a los granos tradicionales. Originario de México y Centroamérica, se desarrolla con temperaturas elevadas y no necesita mucha agua, de manera que los investigadores piensan que podría ser una alternativa rentable y sostenible para los campos de Castilla y León, de veranos cálidos y bajas precipitaciones, especialmente, a medida que avanza el cambio climático.
“Generalmente, a esta planta le gusta el calor y el sol, se suele sembrar en primavera, florece desde junio a agosto y se cosecha entre septiembre y octubre”, explica en declaraciones a DiCYT Pablo Albertos, investigador del grupo de Fisiología y Señalización Hormonal en Plantas de la Unidad de Excelencia de Producción Agrícola y Medio Ambiente AGRIENVIRONMENT de la Universidad de Salamanca. “Requiere agua al principio, cuando la semilla tiene que germinar, pero luego resiste muy bien el déficit de agua y, en general, el estrés abiótico”, añade.
Las semillas de esta planta tienen un alto poder nutricional, por su cantidad de proteínas, ácidos grasos polinsaturados y micronutrientes. Una opción es consumirlas directamente, por ejemplo, hervidas, pero también se pueden convertir en harina para fabricar otros productos, con la ventaja de que carecen de gluten. Debido a su coloración amarilla, se conocen como “el oro de los aztecas” y, comparadas con otros alimentos habituales, “tienen un perfil nutricional muy interesante”, destaca el científico. No obstante, hay otras formas de aprovechar este cultivo, por ejemplo, a través del consumo de brotes germinados y de las hojas tiernas, que son comestibles, porque pertenece a la familia de las espinacas.
En busca de variedades mejor adaptadas
El proyecto, titulado ‘Investigación y desarrollo del cultivo de amaranto (Amaranthus sp) en Castilla y León a lo largo de toda la cadena de valor’ y cuyo acrónimo es AMARCyL, acaba de arrancar, tendrá una duración de cuatro años e incluye la contratación de un investigador predoctoral. En este periodo, los responsables de la iniciativa trabajarán con distintas especies y variedades de amaranto, buscando “las más eficientes a la hora de integrarse en nuestros campos”, comenta Pablo Albertos.
El trabajo requiere una mejora genética a través de mutagénesis química, un método clásico que introduce mutaciones puntuales en el genoma de la planta gracias a un compuesto químico, y se combinará con nuevas técnicas de secuenciación masiva. A partir de ahí, “escrutaremos cuál es el fenotipo más favorable frente a las condiciones a las que lo vamos a someter”, comenta el experto, por ejemplo, la falta de agua. En los laboratorios del CIALE y el ITACyL, “nos vamos a centrar en la genética y la biología molecular, estudiando en detalle qué mecanismos moleculares podrían mejorar la implementación de este cultivo”. Entre otras cosas, los científicos estudiarán el aporte nutricional de todas las partes del amaranto, incluyendo brotes, hojas y semillas.
Los ensayos de campo, gracias a la dilatada experiencia del ITACyL, servirán para analizar el rendimiento de este cultivo para los agricultores, estudiando la productividad por hectárea y los recursos que consume, entre otras cuestiones. Para ello, ya se han sembrado las primeras parcelas. Por su parte, la empresa Innovaciones Agroalimentarias, especializada en asesoría agrícola y en el desarrollo e implementación de tecnologías innovadoras para el sector, aportará una visión aplicada al proyecto. A través de herramientas de agricultura de precisión, sensores de monitoreo y análisis de datos, facilitará la toma de decisiones en contacto directo con los agricultores.