Espacio Nuca celebra sus diez años de actividad con la muestra Naturaleza Inherente

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Agustín Serisuelo, Arturo Doñate, Julio Sarramián, Lucía Moya, María Acuyo, Rebeca Plana y Ruth Morán son los reconocidos seleccionados por Nacho Tomás, con textos de Joan Feliu.

La muestra es un proyecto de Marte feria de arte contemporáneo en colaboración con Espacio Nuca y se podrá visitar hasta el 18 de Noviembre en horario de galería.

En la naturaleza todo está calculado. Todo pasa por algo y todo se aprovecha. Es un excelente modelo a imitar en todos los aspectos de nuestra vida, nos lleva millones de años de ventaja.

Las personas, y también los artistas (que también son humanos) hemos aprendido observando y sirviéndonos de la naturaleza, de modo que cuando vemos que algo funciona de forma eficiente en la naturaleza tendemos a copiarlo.

La naturaleza siempre ha sido un referente y la principal fuente de inspiración a lo largo de la historia. Las obras que aquí se muestran tienen su origen en la inspiración natural, por muy diferentes que parezcan. Algunas ofrecen una mirada nostálgica, como podrían sugerir los trabajos de Agustín Serisuelo; otras son representaciones utópicas como las de María Acuyo o Julio Sarramián; la mayoría, sino todas, son imaginadas, como las de Lucía Moya o Ruth Morán; y también las hay abstractas, como las de Arturo Doñate o Rebeca Plana. Aunque, en realidad, todas participan en menor o mayor medida de las distintas categorías en las que se ha distribuido la exposición. Según las ciencias naturales, la naturaleza no es más que el universo junto a las leyes que lo rigen. Desde este punto de vista todo, absolutamente todo, es natural. Incluso un teléfono móvil sigue las reglas del universo.

Hay obras de arte, como las de Agustín Serisuelo, que nos parecen especialmente nostálgicas. Paisajes con historia, muchas veces terrible, bélica, donde la naturaleza, por poco espacio y tiempo que se le deje, siempre se recupera y adquiere protagonismio. Piezas que son propicias a hacer pequeños elogios del pasado, a evidenciar de la necesidad que tenemos, a veces, de mirar atrás para ver de dónde venimos y el camino que debemos escoger; arte para darse cuenta de cómo pasa el tiempo y de qué forma todas las cosas que nos rodean cambian o evolucionan. De Homero a Kavafis, de Safo a Pasolini, el ser humano es un animal nostálgico, no puede vivir en el presente, lo hace entre la expectativa anticipada del futuro (como decía Kant) y la nostalgia de los orígenes (como explicaba Mircea Eliade). La nostalgia se adapta a lo que era, concierne al pasado, aunque le pese a Borges, que escribió un poema sobre la nostalgia del presente donde el deseo luchaba con la realidad en una insinuación de no vivir lo suficiente, de no tener ningún rastro de lo que está sucediendo, como si hubiera terminado antes de que estuviera completamente realizado. Pero en esta exposición se plantea una reflexión más íntima y cósmica; es más de En busca del tiempo perdido de Proust, y concierne más a ese sentimiento de distancia temporal, al deseo de recordar para revivir, porque el pasado no vuelve y eso es bueno. Lo malo es olvidarlo, negarlo.

En términos sociales tener una utopía en nuestra mente no deja de ser una crítica a una situación vivida, pasada, contestada. Y a veces se vuelve universal. El deseo secreto de Tomás Moro: anteponer una realidad ante otra realidad no aceptada. En las pinturas de María Acuyo, con referencias paisaísticas oníricas, la intuición de este otro lugar, del lugar como deben ser las cosas, o como deseamos que sean, se manifiesta como solo posible a través del imaginario.
Es decir, las utopías con las que miramos la naturaleza son la manifestación de una energía que canaliza posibilidades en el orden simbólico por medio de una voluntad individual que muchas veces se transforma en una voluntad colectiva. Es la energía del soñador, del revolucionario, pero está presente también de manera implícita en nuestro comportamiento cotidiano.

La percepción de la naturaleza, como las historias ficcionales es, en todo caso, una construcción, tal y como se evidencia en la obra de Ruth Morán. Sus tramas lineales enmarañadas, sus construcciones tectónicas densamente estratificadas que gravitan sobre el espacio vacío son ejemplares. Inventamos cuando describimos la naturaleza,
cómo no vamos a imaginar cuando la recreamos artísticamente. Según el humor y el estado ánimo, según el tiempo transcurrido, construimos una y mil versiones de lo natural; convertimos en relato aquello que, por algún motivo, nos resulta inexplicable.

Crear obras de arte no es sinónimo ni efecto únicamente de imitar la naturaleza, que también; la creación se puede producir mediante la relación de la geometría y el color, como en los trabajos de Arturo Doñate. Más allá de lo que para nosotros pueda significar la naturaleza, el arte puede ser un medio para integrarnos en ella. El artista de hoy al no copiar la naturaleza, la crea (algo así decía el pintor Manuel de la Cruz González).

Contemplar la obra de Doñate exige creer firmamente en la función del arte abstractogeométrico como vínculo de cercanía entre el espectador y el concepto de naturaleza. La búsqueda de soluciones pictóricas que ofrece la exposición parece, a primera vista, y de una manera amplia y práctica, una consecución de lo que planteara Kandinsky en su obra Punto y línea sobre el plano, es decir, que aunque no se tenga en cuenta su valor científico, que depende de un minucioso examen, el análisis de los elementos artísticos es un puente hacia la pulsación interior de la obra de arte. La afirmación, hasta hoy predominante, de que sería fatal descomponer el arte, ya que esta descomposición traería consigo, inevitablemente, la muerte de éste, proviene de la ignorante subestimación del valor de los elementos analizados y de sus fuerzas primarias.

La Naturaleza inherente es un viaje poliédrico por el arte que toma como referencia la naturaleza, por las múltiples sugerencias del mundo que nos rodea. Ben merece que nos paremos, aunque solo sea un instante, para disfrutar y de paso pensar un poco en el porqué de nuestra propia existencia.

 

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