Pau Gasol y los ‘valors’ de verdad

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Pau Gasol

No por esperado me causó menos sorpresa, pero el pasado lunes, mientras conducía y escuchaba la radio asistí a uno de los espectáculos más lacrimógenos de los últimos tiempos. Digo lacrimógenos para mí, que soy de ‘gatillo’ fácil y que me cuesta reprimir mis emociones. Y esta lo merecía.

Fan de Laguía y Perico Delgado, durante los noventa me acompañó siempre la figura de Miguel Induráin. Habrá tiempo para repasar su palmarés y ponerlo en su sitio. Pero no olviden que el ‘mayor espectáculo del mundo’ es una carrera que se llama Tour de Francia y que el gigante navarro la dominó ‘de cabo a rabo’ durante más de un lustro.

En los últimos años, Rafael Nadal se ha convertido en deportista de cabecera de casi todos los españoles. Su naturalidad, su sinceridad, su solidaridad y sus múltiples éxitos han enaltecido todavía más el orgullo de ser español.

Pero durante más de veinte años me ha acompañado en mi imaginario deportivo otro gigante. En este caso también en lo físico con sus 2,15 de altura. El pasado lunes, mientras conducía pude escuchar su emotivo adiós de las canchas. Unas canchas donde ha sido todo un pionero y un auténtico triunfador abriendo fronteras donde no las había. Cuando alguien habla de éxitos habría que entender la verdadera dimensión que tiene la NBA. Llegar a ella es un éxito, sin duda, pero ser uno más en el firmamento estadounidense es algo que sólo está destinado para los elegidos. Y este Pau Gasol lo hizo desde el momento en que fue elegido en el tercer lugar del Draft. A partir de ahí tuvo una carrera imparable que le llevó por los mejores equipos del mundo y que le permitió cosechar dos anillos de campeón de la NBA junto a su recordado amigo Kobe Bryant, cuyo recuerdo hizo que ese mar de lágrimas fuera todavía mayor este lunes. Para colmo, Gasol acompañó esa trayectoria en clubes con otra paralela en la Selección Española, una trayectoria impecable junto a una (o más de una) generación de oro, siempre flanqueado por su amigo Juan Carlos Navarro, por su hermano Marc Gasol y por el incombustible Felipe Reyes, entre otros.

Al término de su despedida me llamó la atención una foto en la que aparecía posando junto a Rudy Fernández, ‘Felipao’ y Raúl López, jugadores que han defendido los colores del Real Madrid, máximo rival del FC Barcelona, equipo del alma del de Sant Boi. Me llamó también la atención en su alocución la presencia de entrenadores de cuando era niño, las lágrimas de su padre, que siempre se mantuvo presente en su carrera pero en un segundo plano y el recuerdo a amigos y rivales de su carrera.

También ayer, echando un vistazo a las redes sociales, observé cómo desde su cuenta personal fue dando las gracias a todos y cada uno de los equipos en los que había desarrollado su carrera deportiva.

Y es que si hay un legado que ha dejado Pau Gasol no es el deportivo. Su legado va mucho más allá y es el personal. Desde el comienzo de su carrera, el catalán se rodeó de un equipo de profesionales que han conducido su carrera y que le han ayudado a conducirse en la vida. Fisioterapeutas, preparadores físicos, expertos en comunicación… Desde el principio, Gasol asumió que su faceta pública debía estar en manos de profesionales y eso le ha permitido ser la persona que es hoy. Alguien digno de admirar y que ha conseguido ser un auténtico referente por su saber estar en todas y cada una de las situaciones.

Entiendo la pasión del deporte. Entiendo que la celebración de un gol de Cristiano Ronaldo puede ser muy llamativo para los jóvenes, que tratarán de emularlo en situaciones similares. Entiendo que Beckham eligiera ser un icono a su manera, trascendiendo lo futbolístico, entiendo que haya boxeadores y otros deportistas que hagan de comportamiento irreverente y desafiante el ‘leitmotiv’ de sus carreras.

Gasol eligió la dignidad y la humildad. Con sus éxitos deportivos, con su dimensión podría haber sido una estrella repleta de extravagancias y nadie le podría haber reprochado nada. Pero el prefirió apostar por dar otro tipo de ejemplo. Apostó por trasladar al resto unos valores de incalculable valor y lo llevó hasta ese último día, con su hija en brazos y rodeado de los suyos, demostrando que tras sacrificar y hacerlos parte de ese sacrificio prefería entregarse a su compañía y cuidado en vez de elegir otra vida más disoluta.

Eligió trasladar la cultura del esfuerzo. Cuando peor se le ponían las cosas, más trabajaba. Cuanto más graves eran sus lesiones, más empeño ponía en recuperarse. Y el que ha tenido lesiones de gravedad sabe lo fácil que es muchos días tirar la toalla. El jamás pestañeó.

Eligió amar inmensamente a sus equipos, pero respetar a sus rivales, y así se lo han reconocido en todas partes. Sobre todo en la pista del Real Madrid, donde el año pasado, en el que se intuía sería su último encuentro allí, le dedicaron una sonora ovación. Se lo ha reconocido la NBA, se lo han reconocido todos los conjuntos en los que ha estado, sus compañeros y sus rivales. Se lo han reconocido los aficionados a su deporte y a otros deportes pues su figura trasciende más allá del baloncesto. Es un icono mundial.

Eligió ir de frente en lo social. Eso significaba respeto, pero no sometimiento. Pocos deportistas han sorteado tan bien el tema del independentismo catalán como lo ha hecho él y nadie, ni unos ni otros pueden decirle absolutamente nada. Ha sido un ejempló de que se puede ser un orgulloso catalán y, a la vez, un auténtico y también orgulloso español. El pasado lunes, en el turno de ruegos y preguntas se alternaban las que eran en español y las que eran en catalán. ¿Ha pasado algo? ¿Alguien se ha molestado? No. Ha vuelto a ser un ejemplo de cordialidad y convivencia.

Esos y muchos otros son los valores que Pau Gasol ha sabido transmitir sin envolverse en ninguna manera. Ese es el verdadero legado de una figura que trasciende cualquier frontera.

Cuando piensen en el mejor deportista de la historia, no olviden que ha habido un tal Pau Gasol que está en el podio. Ustedes elijan el lugar según sus preferencias o según detalles que entiendan que debe estar el primero, el segundo, o el tercero, pero jamás olviden su obra, la deportiva y la extradeportiva, porque son un verdadero ejemplo de valores positivos que, ojalá, sigan vigentes siempre en nuestra sociedad. Y que, ojalá, los más jóvenes asuman como propios en el presente y en el futuro.

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Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.