Unionistas y Salamanca UDS, una escisión imposible de volver a unir

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Nacho Lopez - Salamanca UDS

Los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Los sentimientos, en cambio suelen ser inmortales. En junio de 2013, el sentimiento por la Unión Deportiva Salamanca se convirtió en un golpe en el corazón de los unionistas. En los de toda la vida y en los más jóvenes. Durante un año, la ciudad quedó huérfana de algo que le llevaba perteneciendo nueve décadas, de algo que sentía como propio, incluso aquellos a los que no les gustaba el fútbol, incluso aquellos que no habían pisado el Helmántico en su vida.

Unos pocos trataron de mantener viva la llama de la UDS a través de su filial. Otros decidieron esperar un año para rearmar un equipo que les permitiera seguir manteniendo un nexo común con el fútbol y decidieron hacerlo en forma de “homenaje a la UDS”.

Hasta ahí todo bien. Luego quedaron o quedamos los que siempre creímos la necesidad de un club común, que representara a la mayoría de los salmantinos, donde todas las partes se juntaran y tomaran el mismo camino. Entendíamos el fútbol como una prolongación de la ciudad, como un bien de valor incalculable en el que la marca UD Salamanca debería seguir existiendo por su capacidad de hacer crecer al proyecto futbolístico al ser una marca reconocida en medio mundo.

En estas llegó un empresario mexicano que decidió invertir en el Helmántico. La realidad es que lo compró por el precio. Estoy convencido de que si en vez de un millón de euros el precio hubiera sido de ocho, no lo habría comprado.

A partir de ahí la historia la conocen perfectamente. Los dos equipos fueron creciendo hasta alcanzar la Segunda B el mismo día (uno de diferencia, pero por mor de los horarios de la Federación). El fútbol charro volvía al punto de partida donde quedó en junio de 2013.

Antes se habían vivido dos episodios vitales. Los primeros pasos para imposibilitar la creación de ese club de fútbol único. Fueron dos derbis que si bien sirvieron para dar espectáculo, para ver la magia de fútbol, a muchos de los que sentíamos la UDS nos causó un inmenso dolor. Ver dividida a la gente que había compartido grada, ver odio reflejado en las miradas de muchos no tapará jamás el espectáculo futbolístico vivido dentro y fuera del terreno de juego.

Algo similar a lo que se vivió en Las Pistas meses después. El año pasado veía un mini vídeo en el que la gente increpaba a Miguel Ángel Sandoval (presidente de Unionistas) en el Helmántico. Increíble y duro lo que vivió Carlos Martín en Las Pistas y lo digo de buena tinta porque estuve a escasos metros.

Volvemos al momento del ascenso de ambos a Segunda B. Sin duda, ese era el momento clave. El Salamanca UDS tomó la iniciativa con una ‘supuesta’ apuesta económica fuerte. Utilizo la palabra ‘supuesta’ porque muchos de los contratos y situaciones terminaron resolviéndose en los juzgados o a través de denuncias. Se depositó el proyecto en José María Movilla, aunque pronto llegó también la desconfianza en él, su salida, y la temporada acabó siendo caótica. Por su parte, Unionistas continuó con su línea de trabajo, perfil bajo pero efectivo, y a partir de él ha conseguido ir creciendo estas temporadas hasta culminar este domingo con una victoria espectacular ante el Deportivo que le permite situarle líder de su grupo de Primera RFEF. A muchos no les gustará, pero no deja de ser la ‘hostia’. Si a ello sumamos que va camino de los 3.000 abonados, que tienen un campo coqueto recién estrenado y que acumula decenas y decenas de pequeños patrocinadores, la mezcla les permite mantener encendida la llama de la ilusión.

El proyecto del Salamanca UDS por su parte, pasó a manos mexicanas, nacionalidad del propietario del estadio. Dos temporadas en las que el club no ha sido capaz de crecer ni con Ulises Zurita, ni con Rafa Dueñas, ni con Octavio Dueñas, ni con Trejo, ni con Chiquimarco, ni con ninguno de los líderes en los que Lovato depositó su confianza. Incluso el año pasado quedó fuera del primer furgón de Segunda B. De hecho, sólo el ‘milagro’ a las órdenes de Lolo Escobar les permitió evitar el caos que habría sido el descenso a Tercera RFEF.

Tras el no de Escobar sólo había una opción para apaciguar los caldeados ánimos de una afición que anunciaba bajarse del barco. La de Antonio Calderón. Poco a poco la ilusión volvía al club. Se ha vendido un proyecto a largo plazo, con gente joven, ilusionante. Pero a las primeras de cambio, las dudas están volviendo a su entorno. Y el entorno del Salamanca UDS es muy, muy duro. Habrá que ver cómo maneja el club si algún día se producen dos derrotas seguidas. Puede que ese día todo el mundo empiece a mirarse de reojo hasta que estalle de nuevo todo, porque la paciencia no es una de las virtudes de los que gestionan el club. De momento, la eliminación en Copa RFEF se amortiguó pensando que no interesaba la competición (jamás entenderé que alguien diga que no le interesa una competición). Con el Bergantiños no se pudo en el Helmántico y se cosechó un empate que supo más a derrota que a otra cosa. Y este domingo se caía ante el Arenteiro que estrenaba su casillero de victorias.

Lo que queda claro es que cada uno de los dos ha elegido ya su camino y que son caminos que jamás se van a volver a juntar. Sólo el éxito inalcanzable de uno de los dos permitirá que la mayoría de la afición salmantina se aglutine en torno a uno de ellos. Aquellos que pensábamos que eran vasos comunicantes, pensamos ahora que el paso es bastante estrecho para que entren dos y que, al menos en unos años, un proyecto común sea imposible, así que suerte a ambos y que el fútbol charro pueda seguir dando pasos hasta recuperar la élite con cada uno disfrutando de su equipo respectivo y que sea el tiempo el que ponga a cada uno en su sitio.

Autor

Periodista y comunicador. Licenciado por la Universidad Pontificia de Salamanca.