Un placer poder conocer la historia de una de las farmacias más antiguas de la ciudad. Entrar en la Farmacia «Hoyos» hace que nos traslademos al 1840. Nos comenta Pura que la Botica fue fundada por su bisabuelo, luego pasó a su abuelo, a su tío, y finalmente a mí, estando siempre la familia al frente del negocio, generación tras generación.
Una vez dentro de la farmacia se puede ver como la decoración sigue intacta, sus estanterías de madera siguen decoradas por los «albarelos» que son parte de la esencia de que la conforman, estas piezas son de cerámica auténtica francesa del siglo XVIII pintados a mano y en su interior albergaban las sustancias con las que se realizaban las fórmulas magistrales (aún se conservan en su interior restos de estas sustancias).
Como va sucediendo en todos los establecimientos que voy visitando, todos me cuentan que uno de sus fieles visitantes era Don Miguel de Unamuno. En ésta ocasión visitaba al bisabuelo de Pura para mantener largas tertulias en la rebotica, los contertulios se sentaban alrededor de una camilla y allí mantenían largas conversaciones. En una de las fotografía os muestro la sillería en la que se sentaban y que aún siguen estando en un estado impecable.
Pura conserva como reliquias las balanzas de precisión con carga de 50gr y base de mármol con la caja de pesas para poder realizar con exactitud las medicinas magistrales.
La Botica mantenía en tiempos pasados abierto de lunes a domingo, no sabían lo que era descansar en día de diario. Bien entrado el 1900 es cuando se comienza a cerrar en domingo y en mucho más adelante comienzan a cerrar los sábados tarde y dan comienzo las guardias pertinentes.
Un placer visitar a Pura y conocer de primera mano parte de la maravillosa historia de la Farmacia P. Estella HOYOS.
