La primera vez en todos los años que llevo bajando a Cádiz que aprovechamos para hacer un viaje por Andalucía. Lo teníamos previsto desde hace un mes aproximadamente y era para ver y despedirnos de Tomás, el suegro de mi hermano Angel, con el que he tenido una relación muy estrecha desde que lo conocí hace unos 17 años y al que le habían pronosticado un cáncer de estomago que se había extendido y que ya no tenía solución. Por desgracia los acontecimientos se precipitaron y falleció hace 15 días, pero el viaje seguía en pie porque me apetecía visitar a la familia en Almería y además el hotel ya no podíamos cambiarlo.
El viaje era primero a Granada para hacerlo más llevadero porque Cádiz y Almería están en Andalucía pero casi de punta a punta y son más de 450 kilómetros. Así que el lunes pusimos rumbo a Granada y aunque los dos ya lo conocíamos, nos apetecía visitar de nuevo juntos y sin prisa ninguna y eso es lo que hicimos paseando por sus calles y disfrutando de sus famosas tapas. A este respecto no puedo dejar de decir una cosa. Qué sí, que muy bien lo de las tapas de Granada, pero que no le intenten `vender la moto´ a un salmantino porque en ese aspecto les damos unas cuantas vueltas. Te dicen que las tapas te las regalan, ¡ya!, lo que te cobran es la bebida con la consumición incluida y punto y además en la mayoría de los sitios, no en los que van los oriundos y que siempre intento visitar como ha sido esta vez, te ponen lo que toque en ese momento sin posibilidad de elegir. En Salamanca solo te las cobran si las pides y de todas formas por supuesto que siempre te ponen las que a ti te apetecen. Así que bien, pero que no se las den de descubridores de nada y de ser el sumun de las tapas delante de un salmantino.
El martes por la mañana rumbo a Almería y allí pasamos un par de días además aprovechando que el primero de ellos la familia estaba de descanso y visitamos la ciudad, nos acercamos a comer hasta Cabo de Gata, a tomar un café hasta Agua Amarga, enclave con un ambiente totalmente ibicenco del pueblo y la playa, bueno en realidad hay más pueblos por allí con ese ambiente como es Mojacar al que he viajado en varias ocasiones. Al día siguiente otro recorrido por la ciudad con mi sobrino César como cicerone. Un calor y una humedad insoportable, me recordaba a las primeras veces que bajé a Cádiz, la gente de allí está acostumbrada, pero para los que vayan de visita que agobio. Después a comer a «El Terrao«, visita que tenía pendiente desde hace mucho y donde pudimos degustar algunos de los platos que prepara mi hermano. Y que queréis que os diga, que se come pero que muy bien. Un par de horas más por allí para no viajar con el estomago lleno y de vuelta para Cádiz y ya rematar las vacaciones.
La vuelta un poco estresante. Hasta Málaga vas por autovía pero pendiente en cada momento de las limitaciones de velocidad porque van cambiando y varían de los 70 hasta los 120. Llega un momento que no sabes a qué velocidad tienes que ir hasta que no ves una señal. Y desde allí el navegador nos dirigió por el que se supone que era recorrido más rápido pero en algún momento lo dudé. De hecho al llegar a un pueblo de los que están en alto, los famosos pueblos blancos, nos desvió por medio del mismo, sería para hacer una visita turística viendo a la gente sentada en las puertas tomando el fresco, y tuve que revisar la ruta del navegador porque ya no me fiaba. Sí, era la ruta más rápida pero lo de atravesar el pueblo en vez de seguir por la carretera no acabo de entenderlo, con humor comentábamos que el navegador había dicho `ahora Tebas a enterar´ porque el pueblo se llamaba Teba. Anécdotas para recordar de los viajes.
Y ya en Cádiz todavía dio para una salida más de bici. En esta ocasión salimos un buen grupo, quedamos a las 7:30 y vimos amanecer llegando a San Fernando. A la hora nos quedamos solos Antonio y yo porque los demás tenían que volver a trabajar. De vuelta, casi acabando, mi compañero pinchó (esta vez no fui yo) y después de reparar acabamos la ruta para ir hasta el centro de la ciudad, donde había quedado con Ana para ver los barcos de la regata de grandes veleros que tenía lugar e fin de semana. Barcos escuela de varios países que se habían dado cita en Cádiz y que para alguien de interior, aunque acostumbrado al mar todo hay que decirlo, son algo novedoso.
En cuanto a correr…corramos un `estúpido´ velo porque ha sido la vez que peor he corrido por allí abajo. No he conseguido hacerme a la humedad tan alta de esos días y en la última salida me tocó lo que alguna vez tenía que llegar, dos tercios carrera y uno de paseo forzoso porque no podía más, imposible. Bonito recorrido desde la playa de Cortadura hasta la de Santa María donde me esperaba Ana para darnos un baño.