Desde que me quedé huérfana de madre hace ya 4 años y 4 meses, he intentado llenar ese vacío afectivo tan grande que me dejó su muerte, procurando ser yo misma la mejor madre posible para mi hijo.
Madre e hija son conceptos que domino porque me pertenecen, pero resuenan vacíos de significado si falla lo más importante: el amor. Y el amor maternal se manifiesta de forma natural y a la vez sublime, queriendo al hijo por encima de todos los condicionantes posibles.
En el amor que me tenía mi madre tuve el mejor ejemplo en vida para aprender de forma magistral lo que significa el concepto Amor Maternal: generosidad a raudales y entrega de la propia vida. Mi madre me amaba de forma espontánea y natural y quizá esperaba que yo aprendiera a hacerlo con mi hijo de igual forma que ella me amaba a mí.
Desde el Cielo de las Madres, donde residen las madres fallecidas que siguen velando por sus hijos que aún permanecen en la Tierra, espero que mi madre querida se sienta orgullosa de mí por haber logrado aprender la lección del Amor Maternal.
Cierto que yo lo he tenido muy fácil porque mi hijo es un ser humano excepcional que desde su concepción no ha hecho más que traer Alegría a mi vida, pero creo que también yo he procurado que el lazo invisible del Amor Maternal que me une a él no sea asfixiante, sino una muestra generosa de que mi felicidad pasa porque él sea feliz.
Mamá, desde tu Cielo presente, te suplico que sigas cuidándome siempre, porque yo aún tengo mucho que aprender sobre ser una buena Madre para mi hijo.
Muchas felicidades a todas cuantas sois madres y a todas las que ejercéis como tales.
