EL FARO DE ALEJANDRÍA: ¡Esta mañana me he levantado de una mala hostia!

- en Firmas
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¡No! ¡No te preocupes! Nos sucede a todos. La cuestión es con qué frecuencia nos ocurre. Si es algo que no es habitual en ti y se debe más a una mala noche, esas que no puedes pegar ojo y que algo que cenaste no te ha sentado bien, o que aún estás un poco estresado por una discusión con un compañero de trabajo o a lo mejor con tu jefe, o una infinidad de situaciones más que se te pueden presentar, digamos que son situaciones casi justificadas para este estado anímico tan negativo y tan bien descrito con la frase “me he levantado de una mala hostia”. Que una mañana sea la excepción, no es para preocuparse.

Si esto te sucede a diario, entonces no solo te empieza a afectar en tu estado de ánimo casi sin parar, un día sí y otro también, sino que termina afectando tu estado emocional y también tu salud física. Porque tendrás que esforzarte por no decir ni pío o contener mucho las respuestas, para que uno o más compañeros/as que no tengan nada que ver con lo que te esté generando tu mal estado de ánimo, la terminen pagando, sin más.

Y esto es lo que ocurre, cuando no puedes controlar las situaciones que se van presentando a lo largo del día, porque no solo arrancaste la mañana con una carga de tensión negativa, sino que sigues insuflando más energía negativa a medida que transcurre la jornada.

¿Cómo puedes romper este círculo vicioso?

Sin duda, cuando algo que está referido a nuestra persona, en este caso, vinculado a nuestro comportamiento, le denominamos con la expresión, por ejemplo, “que hemos entrado ya hace varios días en un círculo vicioso”, nos suena muy mal porque nos parece horrible, pero no deja de significar que hay algo de fondo que nos está carcomiendo por dentro, que no podemos evitar enfadarnos y que nos hace estar muy mal receptivos hacia los demás.

Pero podemos buscar maneras fáciles de sentirnos felices (tú también puedes lograrlo) y neutralizar esa mala hostia que te está condenando, especialmente en tus relaciones interpersonales, tanto laborales como personales.

Tienes que buscar la manera de sentirte feliz, camino inexorable a que te sientas bien contigo mismo

Me imagino que cuando leas estas líneas, me querrás decir: ¡cómo voy a poder si quiera plantearme ser feliz, con la carga de preocupaciones que tengo a diario! Ante esta expresión que estoy escuchándote decir como si te tuviera delante (querido lector/a) debo responderte: HAY SOLUCIÓN. Además, sería injusto que te quedarás atrapado en ese estado anímico tan perverso para tu equilibrio emocional, tu rendimiento en el trabajo y tu buen rollo en las relaciones personales y familiares.

Siempre existen pequeñas o más grandes acciones (depende) que puedes hacer (son gratuitas, por supuesto) y te pueden ayudar a reconstruir tu confianza y salir ileso de los problemas que te preocupan, algunos de los cuales te estás enfrentando a diario, caso de tener una mala relación con uno o más miembros del equipo en la empresa que trabajas, o estar sometido a una serie de presiones en tus tareas y responsabilidades, que se te acrecientan por la que consideras es la incompetencia de tu jefe.

En fin, las dificultades siempre son un abanico de innumerables colores. Lamentablemente hay para elegir. Por ello, también hay que saber contrarrestarlas con una actitud diferente que pongas frente a los problemas y las personas. Así de simple. Y una acción y/o acciones combinadas a realizar para aliviar dichas tensiones, pasa por buscar de manera muy simple que seas feliz.

Todos los días la vida tiene, como suele decirse, altibajos. Se suman a estos problemas que te preocupan, las tomas de decisiones y la planificación que tienes que hacer de tu carrera profesional, por ejemplo, frente a una promoción que te han hecho en el trabajo que te está exigiendo mucho más tiempo y esfuerzo del que esperabas dedicar. Pero, si en vez de ver esta parte de la cara de la luna vez la oculta, por ejemplo, por más que te está llevando este cambio por un camino gris diario en el que tu estado de ánimo está muy sensible, deberías poner la variable tiempo por delante. Entonces decirte a ti mismo, que esta nueva función que se supone que en seis meses más podrás hacerte cargo de otras responsabilidades, incluso con personal a cargo, si lo ves como un sacrificio con buen fin, el color gris (a veces lo ves muy negro) cambia a tonalidades más suaves y dependiendo de cómo gestiones tu variable tiempo, tu capacidad de esperar a que ese nuevo tiempo llegue, entonces podrás disfrutar de un color verde anticipado.

Te voy a recetar (algo que no me gusta categorizar como receta, pero lo hago porque ayuda) algunas cosas que puedes hacer para que vayas más encaminado hacia estadios, aunque pequeños, pero de felicidad y no de esa mala hostia referida.

1º) ¿Puedes escribir un diario, aunque no te guste esta labor?

Sentirse agradecidos no es solo para un día en particular. Puedes estimular tu estado de ánimo y tu energía. Un estudio, descubrió que escribir aquello por lo que estás agradecido 5 veces por semana funciona mejor que 3 veces por semana. Y tú, querido lector/a podrás preguntarme: ¿pero esto sirve? ¿esto funciona? Te respondo: claro que sí. Aunque no es la poción mágica, que con solo escribir y agradecer resuelves los conflictos personales y/o laborales a los que te estás enfrentando. Por ello, debes combinarlo con otras acciones como te digo a continuación.

2º) Las buenas acciones pesan

¿Cuáles han sido mis buenas acciones del día de hoy? O también, ¿qué buenas acciones he realizado esta semana? Hacer algo por los demás es una descarga de energía negativa muy poderosa. Los actos altruistas son genuinos estimulantes del humor.

3º) Un saludo cordial más un abrazo sincero

Está más que demostrado científicamente en una serie de estudios de psicología social, que cuando nos saludamos efusivamente con un abrazo y con sonrisa a flor de piel, toda esa energía positiva se transmite y acrecienta entre las personas involucradas. Pero no de manera forzada (lo cual sería un grado de cinismo inaceptable) sino que surja como una reacción natural por el placer de compartir un buen rato con ese compañero/a de oficina con el cual decidimos tomar una caña.

4º) Da una vuelta manzana a la oficina y habla contigo mismo

Es natural que a pesar de describirte cómo realizar estas acciones que te estoy proponiendo, igualmente sigas teniendo un alto estrés por la sencilla razón de la responsabilidad que tienes en la función operativa que requiere tomar decisiones a diario, porque, por ejemplo, estás en contacto con la clientela. Recibes las quejas y tratas de resolver los problemas de manera efectiva y rápidamente. Esto genera estrés. Y no saber parar y hacer un pequeño recreo personal, puede hacerte volver a entrar en parte, en ese estado de mala hostia que es la lucha por la cual hoy estamos aquí tú y yo reunidos. Entonces, lo mejor que puedes hacer, es irte a caminar por espacio de quince minutos. Si tienes un parque próximo a la oficina, no hay como ver árboles y plantas, así como hombres y mujeres paseando mascotas. Puedes sentarte en un banco o seguir caminando y respirar profundo. Pero esta salida tiene que tener un objetivo: dibuja en tu mente una imagen de que el día lo vas a terminar controlando. Que, si no puedes llegar a acabar con todo lo pendiente de la jornada, toma la decisión de cambiar la agenda, hacer lo prioritario y comunicar inmediatamente el cambio a tu jefe o a la dirección (al que corresponda).

5º) Cuando regreses a la oficina debes sentir que tienes todo controlado

Una vez hayas finalizado el recorrido que te aconsejo, puesto en valor lo que resta del día, fijada la imagen de éxito que sabes vas a lograr al controlar lo que resta hacer y decidir, entonces, sentirás la sensación de haber vencido en esa batalla diaria que libramos contra el estrés negativo, contra la ansiedad, contra la inseguridad que nos da el no poder cumplir a tiempo con la clientela, etc.

No es lo mismo afrontar problemas del mismo modo que los desafíos, cuando tenemos una sonrisa que nos está promocionando de cara al público como personas agradables, seguras, confiables, tranquilas y creíbles. Una sonrisa que transmite buenas ondas, sea con un miembro del equipo o con un cliente, es un reforzamiento de confianza. La confianza da credibilidad.

6º) Busca momentos de buen humor y divertidos

Cuando llegues a casa por la noche, desconecta tu mente de los problemas y comparte con los tuyos una película después de la cena. Ciertamente, una buena comedia que haga reír es un buen antídoto contra el estrés. Reírse incrementa los niveles de las sustancias químicas cerebrales del bienestar.

Es una manifestación de alegría que sumada a otros momentos similares hace que vayas encaminando hacia un estadio de felicidad duradera y razonable. Vas marcando tendencia hacia momentos de gozo. Los vas a ir buscando y deseando, no dejándote atrapar en aquella mala hostia.

7º) Hacer o intentar cosas nuevas Intentar cosas nuevas nos carga de emociones positivas.

8º) Adoptar la postura de la felicidad

Las investigaciones y estudios tanto en la psicología clínica como social, muy especialmente la psicología organizacional, nos dice que si actúas demostrando que eres feliz (tus actos revestidos con una simpatía y apertura mental sincera), que te preocupas por los demás, todo ello se termina reflejando en tu lenguaje corporal de que eres una persona feliz. Los estudios demuestran que actuar con felicidad puede ayudarte a sentirte feliz. Es un camino de doble dirección, entre lo que muestras con tus acciones y predisposición (tu actitud) y el lenguaje que transmites que a su vez te cambia interiormente haciéndote sentir bien, satisfecho, alegre, esperanzado, etc., o sea, atributos que son condicionantes de la felicidad.

9º) Cómo aprender a encontrar el lado bueno de las cosas

Cuántas enseñanzas recibidas a lo largo de nuestras vidas, que justamente con la experimentación que nos da vivir cada día, nos damos cuenta que las cosas no eran como nos la habían contado. Creíamos (muchísimas personas aún siguen creyendo) que la felicidad es un destino final. O sea, una dirección que tomamos para alcanzar algo que es posible siempre y cuando tomemos las decisiones correctas. Desde ya que aprendemos de nuestros errores y seguimos avanzando.

Ahora bien, una vez que finalmente la encontramos (ese destino que se nos dice es la felicidad), llegaremos a un punto de satisfacción en el cual nos encontraremos siempre así en nuestras vidas, razón por la que vivimos sintiéndonos abrumados e inadecuados, persiguiendo este sueño, sin detenernos a preguntarnos si, de hecho, es correcto, si es posible o si tiene defectos.

Por supuesto que la realidad es la única verdad y que está construida en base a aciertos y errores. Pero lo que te tiene que quedar claro es que la felicidad no es un destino sino un clarísimo estado mental. Que no necesitas estar en él cada momento de cada día. No solo es imposible, sino que también es poco saludable. Y experimentar la felicidad también incluye conocer la tristeza y el dolor.

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